MOTOCICLISMO

NUNCA ES TARDE…

Una hora después de clavar la primera bandera de Lorenzo’s Land vestido de rojo, la sensación de haberse quitado un peso de encima, contrastab­a con el mal sabor que le dejaba a Jorge su prematuro adiós de Ducati a final de año.

- POR CHECHU LÁZARO @ chechulaza­ro

NADA MÁS BAJARSE DE LA MOTO Y TODAVÍA CON EL SUBIDÓN DE LA VICTORIA

Jorge Lorenzo decía que era la más importante de las 66 que hasta la fecha había logrado en el Mundial, y la había celebrado casi como si fuera el sexto título en su palmarés. La frase más escuchada el domingo fue que había tapado bocas. Primero a los que dijeron que jamás ganaría con la Ducati, y después al que le cerró la puerta de su renovación antes de tiempo. El adiós del piloto balear llega antes de tiempo y de alguna manera empañaba ese éxito tan perseguido. “Una parte de mi corazón está triste porque sé que con esta moto podía luchar por ser Campeón del Mundo”. Sin embargo, un decepciona­nte inicio de año le había sentenciad­o para la cúpula italiana. La misma que después de la carrera dijo que todavía había una posibilida­d de mantener al mallorquín. “Está acabado, es una cuestión de amor propio”, sentenciab­a el piloto.

Jorge llegó a Mugello sabiendo que su futuro estaba lejos de Ducati. Justo cuando parecía que la conexión moto- piloto podía funcionar. La historia de Jorge en Ducati ha sido una lucha por intentar hacer la moto suya. No pretendía tener el paso por curva de la Yamaha, pero sí pilotarla de un modo natural. El año pasado trabajó mucho en la ergonomía de la GP17 para sentirse cómodo a sus mandos y la evolución se apreció en los resultados de las últimas carreras. Pero cuando probó la GP18 en Tailandia todo lo que se había avanzado en este sentido se vino abajo. En Buriram Jorge descartó el nuevo chasis, que no volvió a utilizar hasta Le Mans, pensando que el problema estaba ahí. Pero era más sencillo. “En Jerez pedí dos piezas del motor y un acople supletorio en el depósito que necesitaba para mantener la forma física. Desde que llegó el viernes noté una gran diferencia y si hubiesen llegado tres o cuatro carreras antes habría tenido más podios que ahora, seguro”.

Esa modificaci­ón del depósito, que para Lorenzo ha sido fundamenta­l, le permite sentirse perfectame­nte acoplado en la moto. Puede llevar las piernas más abiertas y ayudarse en las frenadas para descargar fuerza en los brazos y contrarres­tar la fatiga de pilotar una Ducati. Alguien muy importante de la fábrica de Borgo Panigale se daba cabezazos en la pared cuando nos decía que la fabricació­n de ese “acople” le había costado a Ducati 10 euros…

LO QUE NO LOGRÓ ROSSI

Desde que Jorge apostó por Ducati los paralelism­os entre el Rossi 11/ 12 y el Lorenzo 17/ 18 no han parado. Con toda la dificultad que entraña comparar dos épocas tan diferentes, el balear ya puede presumir de haber conseguido algo que se le resistió a Valentino. “Aunque no hubiese conseguido la victoria, con todas las vueltas dadas como líder o la distancia con los vencedores en algunas carreras; también habría mejores números que Rossi. Ahora hay muchísima igualdad y más motos competitiv­as, pero es verdad que mi Ducati es más competitiv­a y la de Rossi era más complicada, aunque venía heredada de un Stoner que había conseguido 23 victorias. Así que aquella moto era, entre comillas, ganadora”.

A pesar de todo hay quórum cuando se considera que el bienio de Lorenzo

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Valentino puso en pie a todo Mugello con su pole y el tercer puesto final. Lució para la ocasión un casco en homenaje a su amigo Marco Simoncelli.
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