PESADILLAS
Cuando tienes una caída fuerte como la que yo tuve en Brno, lo primero que haces casi por instinto es chequear tu cuerpo. La pesadilla de todo piloto en estos casos es quedarte en una silla de ruedas. Es duro decirlo, pero es la realidad. Cuando estaba en el suelo tuve esta sensación horrible. Perdí la consciencia unos segundos y cuando la recuperé, trataba de mandar información de mi cerebro a las piernas y los brazos, y no reaccionaban. No sentía dolor, no notaba que el mono me apretase. En ese momento se te pasan un montón de cosas por la cabeza en poco tiempo. He colaborado en varias ocasiones con la Fundación Step by Step, les he acompañado en sus rehabilitaciones, he vivido casos de pilotos desde cerca… Y sé que el mundo sigue, pero jamás piensas que te puede pasar a ti. Por suerte, poco a poco empecé a sentir un hormigueo en los dedos, empecé a mover las manos, y luego los pies. Por fi n empecé a notar el dolor. Es curioso, pero sentir dolor me produjo un gran alivio. Cuando el médico vio la lesión cervical me dijo que tuve mucha suerte, que si hubiera tenido diez años más me estaba esperando una silla de ruedas.
Las lesiones cervicales son lesiones muy raras y muy incómodas de vivir, porque no notas dolor en un punto, sino que te levantas un día y sientes dolor en un pie, al día siguiente te duele el codo, y el siguiente todo el cuerpo. Fueron días duros. La primera semana iba súper medicado, por el tema de las cervicales, y eran medicaciones muy fuertes. La dosis era muy alta y no andaba ni recto. Parecía que estaba borracho y me dormía en el sofá hablando. Poco a poco las cervicales recuperaron rápido, pero cuando mejor me sentía de las cervicales, empecé a sufrir más problemas en la clavícula, que también me fracturé en la caída. No había podido operarme porque toda esa zona la tenía infl amada, así que la recuperación fue mucho más lenta y aquí a Misano llegué muy justo de físico.
El protocolo para correr en estos casos empieza en uno mismo. Es el propio piloto el que mejor sensaciones tiene sobre su estado físico. Y en ese sentido lo haces por ti, y por respeto al resto de tus rivales, porque si no estoy listo para correr puedo ser un peligro en la pista. Una vez que el piloto considera que está listo para correr, el siguiente fi ltro médico es de la Quirón Dexeus, donde están Xavier Mir y Ángel Charte, los médicos del Mundial. En Silverstone yo no pasé este fi ltro, porque la clavícula no estaba ni medio fi jada. Pero los que realmente tienen la última palabra en un Gran Premio son los médicos del circuito, que son los que te declaran “apto” ( fi t) o “no apto” ( unfi t), por mucho que los médicos del Mundial te hayan dejado correr. Y hay circuitos donde son más o menos estrictos para estas cosas, que te piden pruebas más físicas, como hacer fl exiones o estiramientos extremos. Por ejemplo, sabemos que la doctora de Silverstone es mucho más dura que el de Misano.
La otra pesadilla de un piloto es tener que ver un GP desde casa. Al principio te propones no ver nada, porque te sienta fatal, pero acabas viendo todos los entrenamientos, analizando datos, ritmos y parciales, haciendo un poco de “coach”, viendo dónde fallan tus rivales… Para cualquier deportista de élite que está lesionado, ver a sus compañeros competir o entrenar es muy duro. Ellos están mejorando mientras tú estás jodido en casa. Y durante ese tiempo también te preguntas si te vas a recuperar, si vas a volver al mismo nivel e incluso te van a valorar igual o si te pasará algo por perderte dos carreras… A veces es más dura la recuperación de la parte psicológica que de la física.
Cuando recuperé la consciencia, sentir dolor me produjo un gran alivio, porque la pesadilla de todo piloto es una silla de ruedas