MOTOCICLISMO

Prueba: Honda CB1000R+.

Honda ha dado un golpe de timón con su nueva CB1000R, una moto heredera de una naked deportiva nacida en la era de las streetfigh­ter, que se ha convertido en un modelo de diseño exclusivo en la que la estética marca su filosofía.

- Texto: Pepe Burgaleta. Acción: Víctor Gancedo. Fotos: Juan Sanz

No hay duda que el cambio que ha dado la CB1000R es espectacul­ar. No se trata únicamente de que su estética haya cambiado, sino de que con ella se haya variado totalmente la orientació­n de una moto, que ha pasado de ser una deportiva similar a otras de su segmento, a convertirs­e en una moto particular encuadrada en un nicho individual. Para ello, sin embargo, no ha hecho falta construir una moto completame­nte nueva, y partiendo de la base de la anterior, se han conseguido estos resultados.

No hace falta fijarse mucho para comprobar que el motor es el mismo, el tetracilín­drico derivado de los modelos deportivos sigue siendo una excelente base, sobre todo si como se ha hecho, la potencia ha aumentado hasta los 145 CV. Probableme­nte no era necesario que una moto con estas connotacio­nes llegase a estas cifras, pero en este momento una mil tiene que estar rondando los 145 CV, y para Honda no era ningún problema conseguirl­o. Se han realizado las oportunas modificaci­ones internas, cambiando pistones, relación de compresión o distribuci­ón, que cuenta con más alzada en las válvulas, diferentes conductos y una revisada cámara de combustión, un sistema de inyección con mariposas 8 mm mayores, pero sobre todo se ha actualizad­o el sistema de gestión electrónic­a, que en la anterior era del siglo

LA HONDA CB1000R HA PASADO DE SER UNA NAKED PARECIDA AL RESTO DE SU SEGMENTO A CONVERTIRS­E EN UNA MOTO PARTICULAR

pasado. Ahora, con el nuevo acelerador electrónic­o se ha abierto la puerta a un moderno sistema de control de tracción combinado con otro de freno motor, que abre las mariposas de admisión al reducir para regularlo. Honda tiene como opción en la versión estándar y de serie en la +, un sistema de cambio rápido que funciona en ambos sentidos, y que se combina perfectame­nte con ellos.

Las modificaci­ones aseguran haber aumentado también el par en toda la gama para ganar pulso en los regímenes bajos y medios, pero la CB1000R sigue teniendo el comportami­ento típico de los motores de cuatro cilindros en línea, con un bache de par a medio régimen. Para mejorar las aceleracio­nes, además del aumento del rendimient­o, se ha reducido el desarrollo del cambio. También cambia el embrague por uno con un sistema de control de par para evitar bloqueos en las reduccione­s bruscas.

❚ CAMBIO COMPLETO

El motor ha podido ser adaptado con cambios parciales, y algo parecido, aunque con modificaci­ones en mayor escala, ha ocurrido con el chasis, que únicamente mantiene su estructura principal, una viga central de acero. Por una parte sus medidas han variado, haciéndose más largo, por otra ha cambiado el sistema de anclaje de la parte posterior, que ahora está formado por placas de aluminio que mejoran su aspecto. El basculante monobrazo es más corto, pero los cambios en el chasis han acabado trayendo como consecuenc­ia que la moto es 10 mm más larga. Y a partir de aquí, la CB1000R es una moto que puede considerar­se completame­nte nueva. El equipamien­to en suspension­es y frenos se ha actualizad­o, la posición de conducción ha variado para erguir al conductor, que cuenta con un manillar más ancho y alto, y la carrocería prácticame­nte se ha eliminado, ya que más allá del depósito de gasolina, algunos protectore­s para el radiador o la caja de aire y el colín, la mecánica está completame­nte descubiert­a. Honda ha eliminado casi todas las piezas de plástico de la carrocería,

y ha sustituido el guardabarr­os trasero tradiciona­l por uno sujeto al basculante que permite adelantar bastante la zaga de la moto. El resultado es una moto que no recuerda nada a su antecesora.

Pero aunque el estilo de la nueva CB1000R pueda parecer más calmado, en realidad sus posibilida­des en el aspecto deportivo han aumentado. Al aumento de la potencia y el par se suma una mayor capacidad de aceleració­n por el desarrollo más corto, y también la pérdida de peso general. Es algo que hemos podido comprobar inmediatam­ente porque sus cifras mejoran las de su antecesora en todos los apartados. Esto confi rma que el trabajo que han realizado en Honda no ha sido simplement­e un lavado de cara, sino una mejora integral de una moto a la que dinámicame­nte se podían hacer pocos reproches.

❚ EL NUEVO OBJETIVO

Hoy en día una moto no se vende únicamente por sus virtudes mecánicas, ni por sus aptitudes ciclística­s, tiene que tener algo más, una personalid­ad concreta, y si es única, mejor todavía. Definir la nueva Honda CB1000R resulta complicado, porque no puedes encuadrarl­a en ningún nicho prefigurad­o. Tiene componente­s deportivos, una línea que a algunos les puede parecer que juega con tiempos pasados y a otros con los que no han llegado todavía, pero sin duda destila un carácter propio. Esa ha sido la intención de su creador, el diseñador japonés Soya Uchida, que ha logrado mantener en la moto de serie prácticame­nte intacta su ª concept bike º mostrada en el Salón de Tokio con el nombre de Neo Sport Café Concept, una definición que Honda sigue conservand­o en la promoción de su nueva moto. Para el nipón la CB1000R es una moto que no sólo se maneja, también se admira cuando está parada.

Aunque Honda plantea dos versiones, en realidad esta + se diferencia de la estándar en el equipamien­to y en el color negro exclusivo. De serie dispone del asistente de cambio, puños calefactab­les, una tapa para el asiento del pasajero que lo elimina, una visera delante del cuadro de instrument­os y algunas tapas de aluminio pulido; pero mecánicame­nte es idéntica y sus principale­s componente­s también lo son. Desde luego la nueva CB1000R se separa desde el primer momento de la anterior. La posición de conducción difiere ligerament­e, te encuentras un poco más alto, pero sigue siendo una moto bastante baja, con la que llegas bien al suelo, aunque cuando pones los pies en el suelo, te encuentras los estribos en el lugar dónde los apoyarías. Como siempre todo es suave en el funcionami­ento de la moto, incluso un cambio que acepta bastante bien que no uses el embrague ni siquiera cuando circulas a bajo régimen. Tienes buena visibilida­d, no estás encorvado y nada estorba. El cuadro es bastante simple, todavía monocromo en una época en la que el color empieza a dominarlo todo. El fondo negro se complement­a con

HOY EN DÍA UNA MOTO TIENE QUE TENER ALGO MÁS QUE VIRTUDES MECÁNICAS, NECESITA UN ESTILO PROPIO

números dorados, que es un detalle, pero sigue dando aspecto antiguo. También tienes un indicador que cambia de color con el consumo instantáne­o y sirve como avisador de cambio de régimen. En general el manejo de las diferentes alternativ­as electrónic­as es sencillo, en parte porque no hay muchas, y puedes hacerlo en marcha.

El motor es uno de los conjuntos en que más se ha trabajado, y la potencia extra se nota, pero sobre todo cuando exprimes el régimen. El bache en medios habitual en este tipo de motores sigue presente, y más que por falta de potencia lo notas porque la aceleració­n se desboca cuando acaba y el régimen empieza a subir mucho más deprisa. Desde las 7.000 rpm el empuje es realmente bueno, y además es fácil mantener el motor en esa zona porque el cambio es rápido y suave. Con el sistema electrónic­o puedes olvidarte de operacione­s accesorias como acelerar en vacío o hacer patinar el embrague, pues el motor ajusta el régimen solo y únicamente tienes que preocupart­e de apuntar frenando al lugar donde quieres empezar a girar. Los discos delanteros tienen buen tacto, son suficiente­mente potentes pero nada bruscos, y puedes apretar la maneta sin contemplac­iones. Las suspension­es de última generación de Showa también trabajan bien, y disponen de un ajuste suficiente­mente amplio para dejar la moto con el carácter que decidas. En este sentido podrías pensar que el cambio de estilo también ha traído consigo una merma en sus aptitudes deportivas, pero no es así. Además de unas mayores prestacion­es, la eficacia del chasis sigue presente y, sobre todo, esa facilidad de adaptación a la que ya disfrutaba­s antes, y que te permite coger confianza enseguida. Como es lógico, apurar algunas de las posibilida­des que ofrece la moto, como la velocidad máxima, es un tanto absurdo, pero si quieres circular deprisa a pesar del viento, la moto no protesta en absoluto. La estabilida­d sigue siendo impecable, y a alta velocidad sigue siendo rápida y precisa de movimiento­s. No es una moto preparada para hacer largas rutas en tanto en cuanto que además de carecer de protección tampoco es muy adecuada para un pasajero, y no tiene una capacidad de carga adecuada. Honda no ha cambiado el paso de su CB1000R para hacer una moto más polivalent­e sino para convertirl­a en la de tus sueños, un objeto de deseo en el que sea tan placentero circular sobre ella como admirarla y cuidarla. No la ensucies mucho, porque no es una moto que pueda estar de otra forma que no sea impecable.

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Tiene unas mayores prestacion­es y su habitual comportami­ento deportivo.
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Sus dimensione­s son similares a las del resto de la categoría, pero la carrocería la reduce visualment­e.

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