Conclusión
Estas cuatro motos forman, junto a la Honda Crossrunner de cuatro cilindros en V, un segmento muy compacto, que tiene un trabajo duro. Cuando tienes que compaginar diferentes trabajos, siempre tienes que aceptar un compromiso que al fi nal te lleva a decantarte por uno u otro en mayor medida. En la actualidad los ajustes electrónicos de las motos han resuelto parcialmente este compromiso, porque un mismo motor puede comportarse de manera diferente y las suspensiones se autorregulan para trabajar en modo deportivo o turístico, con uno o dos ocupantes. Sin embargo, esto cuesta dinero, y no hay más que ver la diferencia entre las versiones básicas y las más equipadas para darse cuenta que ampliar horizontes tiene un coste. Las cuatro motos de esta prueba buscan lo mismo: combinar sus dos facetas, pero cada una ha elegido una vía. La BMW es una moto confortable, con un motor sin vibraciones, una posición neutra y especialmente indicada para la vida en común de cada día. En el extremo opuesto está la MV Agusta, cuyo carácter y personalidad levanta emociones, con una posición más adelantada, un motor que gira más arriba y un chasis más parecido al de una moto de carretera tradicional. La Turismo Veloce es la moto que tiene un equipamiento más especial, incluyendo el de su sistema de transmisión. La Ducati, por su parte sigue las reglas de su casa y de la última generación Multistrada, con un motor de muy buen rendimiento, una enorme polivalencia y la posibilidad de optar por cualquiera de los dos extremos de este segmento. La Yamaha, con su motor de tres cilindros como el de la MV Agusta es también una moto que combina sus dos facetas con naturalidad, está más cómoda en su trabajo como turismo rápida que en la de deportiva con posibilidades turísticas, pero como la Ducati se encuentra en un punto bastante equilibrado de la balanza, aunque el equilibrio es algo que cada uno tiene que interpretar.