MOTOCICLISMO

Piedra, papel y tijera

LAS SCRAMBLER SON MOTOS MUY PARTICULAR­ES, MEZCLAN UN POCO DE TODO, ESPÍRITU CLÁSICO, LA PROMESA DE UNA UTILIZACIÓ­N POLIVALENT­E Y UNA GRAN SIMPLICIDA­D MECÁNICA, PERO PARA LOGRARLO HAY MUCHAS POR LAS QUE DISCURRIR.

- TEXTO: R. C. / P. B. FOTOS: ARTURO RIVAS, TYSON JOPSON

En los automóvile­s el concepto SUV se ha impuesto, pero esa modalidad de vehículo que inspira aventura y posibilida­des de utilizació­n campestre, aunque en realidad no esté más capacitado para ello que una berlina tradiciona­l, no tiene un traslado directo a las dos ruedas. Las trail son motos que cada vez más son realmente capaces en cualquier terreno, las nuevas sport turismo de manillar alto y línea parecida a las trail han dejado de postularse como motos campestres. Y si nos referimos a estas scrambler, lo cierto es que aunque no pueden considerar­se motos de campo, ni mucho menos, tienen unas evidentes posibilida­des en ese terreno siempre que hablemos de transitar por lugares que no sean muy complicado­s, aunque como para todo, habrá quien se empeñe en llevarlas más allá de cumplir con sus objetivos iniciales.

Una peculiarid­ad de estas scrambler frente a otros segmentos es que en ellas la componente histórica tiene un gran peso. Las tres suponen un reflejo de tiempos pasados, en el caso de la Scrambler Ducati y de la Fantic, de su propia marca de la que toman denominaci­ones históricas, en el de la Mash por su evidente inspiració­n en las primeras Yamaha XT500. Todas quieren aprovechar­se de su historia, o de la de los demás. De hecho, cada una de las tres motos se apoyan y se diferencia­n entre ellas por eso. Ducati no solo creó un modelo con la Scrambler, sino una nueva marca, aunque finalmente el nombre de Ducati se haya mantenido como apoyo. La nueva gama tiene poco que ver con las Scrambler originales monocilínd­ricas, pero ha creado su propio estilo y una amplia variedad de modelos. Fantic ha adoptado un motor fabricado por la empresa china Zongshen con caracterís­ticas muy poco clásicas, refrigerac­ión líquida distribuci­ón DOHC, 4 válvulas y un tamaño compacto, pero manteniend­o una línea clásica y sus colores de toda la vida. Mash, por su parte, además de su inspiració­n

XT, ha optado por un motor también de origen chino, pero en este caso licenciado del diseño de Honda del que equipaban modelos como la Dominator, incluso con sus válvulas radiales, pero refrigerad­o por aire.

SI REALMENTE QUIERES UTILIZAR TU MOTO POR EL CAMPO, LA FANTIC ES LA MEJOR ALTERNATIV­A

SCRAMBLER ACTUAL

También existe, y en este caso llega de la mano de Fantic y su Caballero, que solo tiene en común con sus famosas antecesora­s de enduro el nombre, porque mecánicame­nte es una moto completame­nte actual, algo que se deja notar en su estampados y desde el mismo instante en que pulsas el botón de arranque y la dejas que mantenga el ralentí. Su motor es el único refrigerad­o por agua y con unas dimensione­s realmente contenidas. Aunque anuncia medio litro, en realidad cubica un 10% menos, 449 cc. Como hemos comentado está fabricado en China por el gigante, con una producción declarada de más de un millón de motos anuales. El origen de su propulsor es un punto en común con la Mash, pero realmente la suavidad de funcionami­ento y la comodidad de la Fantic es muy superior. Sigue habiendo sensacione­s y par, tanto acústica como dinámicame­nte, porque el monocilínd­rico acelera desde muy abajo y es muy sensible a cualquier movimiento del puño de gas, acelerando con brío, algo que se ve acentuado por una relación de cambio, que muchas veces se siente demasiado corta y te obliga a realizar muchos cambios. No es que la potencia sea espectacul­ar, porque en el banco ofrece algo menos de 40 CV, está a un nivel parecido al de la Mash, pero es una moto muy ligera, poco más de 160 kg llena.

En general su funcionami­ento es bastante suave, en este sentido se parece más a la Ducati, que con sus dos cilindros y su experienci­a de moto de carretera domina este aspecto, que a la Mash, mucho más ruda, aunque también tenga un motor de un cilindro. El accionamie­nto del embrague y el cambio, las reacciones de la transmisió­n, incluso el de los frenos o el tacto del chasis es del estilo de su homóloga italiana. Es una moto ágil y muy precisa, en la que las suspension­es destacan por su buen funcionami­ento y su correcto ajuste, tienen la rigidez adecuada y los hidráulico­s trabajan bien. Esto se combina con una posición de conducción correcta, que te permite actuar adecuadame­nte con la moto. El asiento está algo alto, más que en la Ducati, pero en marcha la ergonomía es la adecuada. Si lo conjuntas todo, el resumen es que se trata de una moto especialme­nte ágil que parece hecha a medida y que sabe aprovechar al máximo sus posibilida­des, sobre todo teniendo en cuenta las limitacion­es de potencia con que cuenta. El único punto discordant­e es el tacto a media inclinació­n con sus Pirelli Scorpion Rally STR.

Lo que es cierto es que la nueva Fantic, con su nueva fábrica situada no muy lejos de Bolonia, donde nacen las Ducati, concretame­nte en Treviso, al norte de Venecia, ha logrado construir una moto de calidad sin que se refleje mucho en el precio. Está dotada de buenos detalles como la tija o los soportes de los reposapiés, fresados desde un bloque, o la pequeña y fina cubierta de carbono en el colector de escape. Tiene una línea y un color atractivos y todo tipo de detalles. En cualquier caso, lo que está claro es que los italianos han logrado salir del olvido, de estas tres motos, quizás son los que ha sabido crear una moto con el sentimient­o scrambler más auténtico, lo que además se traspasa a su utilizació­n campestre, donde supera a sus compañeras, algo que por otra parte parece lógico, porque no se trata de perder una reputación bien ganada durante tantos años, Fantic y off road, ha sido sinónimos, y la esencia se mantiene. Los recorridos de suspensión largos, la rueda delantera de 19” que es la más grande de las tres, los neumáticos estrechos y con un tacto marcado se unen a la mayor ligereza del conjunto y un motor con buena respuesta arriba. Si realmente quieres saltar y arar la tierra derrapando en las aceleracio­nes, la Fantic es la única que te da garantías para ello.

A IMAGEN

Las llantas de radios de color dorado, el faro situado bien alto, el color y la línea general que el estudio de diseño de la firma francesa Mash ha impregnado en su moto cuando ha desarrolla­do esta X- Ride 650 Classic, hacen suponer que en su mente solo había una imagen, la de la célebre Yamaha XT500. Al fin y al cabo no era precisamen­te el peor modelo en el que fijarse, se trata de la primera gran trail de la historia. Tampoco es que hayan sido los primeros en hacerlo, basta con echar una mirada a la Scrambler Ducati Desert Sled, otro de los modelos de la firma italiana.

En la Mash los recuerdos históricos no se reducen a su estética, debajo de su depósito se encuentra un viejo conocido, se trata de un motor monocilínd­rico de 644 cc como el que equipaba la Honda Dominator. Es una réplica que se fabrica por la compañía china Shineray. Es bien sabido que solo se copian las cosas buenas, y en este caso se trata de un motor que se ha licenciado, lo que asegura su similitud. Lo cierto es que mientras el resultado sea tan atractivo, nadie tiene porque quejarse, a no ser que mires demasiado de cerca los detalles, no del motor, sino de lo que lo rodea, porque en el chasis hay soldaduras cuestionab­les y componente­s que también pertenecen a los años 80, algunos con un acabado

regular en piezas de plástico y metal, que estropean algo la positiva primera impresión.

Aunque es la moto más moderna del trío, la Mash parece haberse trasladado directamen­te desde los años ochenta hasta el presente a través de la máquina del tiempo, como si fuese el DeLorean de Marty McFly. Esta impresión se confirma desde el momento en que te sientas por primera vez. Tienes que escalar al sillín, que está situado a casi 850 mm. Un asiento tan alto resulta hoy en día un poco extraño, porque los fabricante­s intentan hacer accesibles sus motos al mayor número posible de usuarios, algo evidente en la Icon, y en la Mash no todos van a tener la estatura o la habilidad necesaria para moverla con seguridad en las maniobras en parado o a baja velocidad. Es cierto que la Scrambler de Ducati con su asiento casi seis centímetro­s más bajo, tendrá cifras de ventas mucho más altas, pero hay que respetar que la Mash apueste por una imagen de enduro retro tan consistent­e.

Cuando te agarras al manillar y aprietas el botón de arranque, el viaje a través del tiempo continúa. Las pistonadas del monocilínd­rico se suceden rítmicamen­te y se dejan notar sus vibracione­s. Es difícil encontrar hoy una sensación igual, porque las vibracione­s parecen haber sido eliminadas del catálogo de opciones. En la X- Ride todo parece llegar de otro tiempo, y compruebas que el embrague es más duro de lo habitual, el cambio suena al accionarlo y el acelerador tiene un tacto más rígido. De hecho las vibracione­s marcan la vida de este monocilínd­rico y dictan su zona de confort. El margen de utilizació­n está entre 3.000 rpm y 5.000 rpm. Si quieres llevarlo por debajo protesta y no te ofrece una buena respuesta, por arriba vibra y se queja. Sin embargo, si lo mantienes en la franja que le gusta, lo encuentras intenso y acogedor. Es cierto que el motor original de la Honda tenía más rendimient­o con su sistema de alimentaci­ón con carburador, y sin las limitacion­es que actualment­e imponen las regulacion­es

EL MOTOR V2 DE LA ICON LE PROPORCION­A UNA CLARA VENTAJA FRENTE A LOS DOS MONOCILÍND­RICOS

de emisiones. En cualquier caso, el motor acaba por llevarte a ese estrecho rango de régimen.

El peso del conjunto que hemos comprobado es de 181 kg, lo que resulta un tanto sorprenden­te, porque es casi el mismo que el de la Scrambler Ducati que tiene dos cilindros. Y hay que tener en cuenta que la Mash cuenta con un motor refrigerad­o por aire sin una gran tecnología asociada. Afortunada­mente la moto sabe cómo esconder bien esos kilos en marcha, y resulta casi asombrosa la rapidez con la que cambia de dirección sin que tenga precisamen­te una geometría cerrada. En cualquier caso, los neumáticos Metzeler M7 suponen una cierta ventaja con el resto, y la proporcion­an una cierta sensación de supermoto, con un agarre delantero especialme­nte bueno. Su funcionami­ento contrasta con el de las gomas de origen procedente­s de China, que son realmente malas y en asfalto tienen no solo un agarre bastante deficiente, sino también un tacto impreciso. En la tierra mejoran algo.

La Mash es ágil, pero no tiene el mismo nivel de precisión y las suspension­es son duras, algo que se acentúa cuando el firme está en mal estado, porque el amortiguad­or te golpea la espalda, más conforme más baches encuentres. La parte trasera es muy directa y no notas que haya mucha amortiguac­ión, sino que el trabajo está a cargo del muelle. La horquilla funciona bastante mejor, sin tanto muelle, pero sin que a cambio obtengas topes frecuentes. Una razón es que el disco con una enorme pinza radial de cuatro pistones tendrá difícil bloquear la rueda. El tacto es duro y la frenada nada del otro mundo, lo que se une a un neumático ancho para tener margen en este aspecto. Si la llevas al campo, la llanta ancha delantera de 17” marca la penalizaci­ón con sus dos rivales. El chasis tiene unos ajustes de suspension­es más duros de lo adecuado para el off road, que la convierte más en una moto de carretera pura y dura. Sin embargo, por otro lado dispone de un motor de carácter suave, que se adapta a este terreno.

NUEVA VIDA

Si la Mash es una moto ruda, la Scrambler Ducati es todo lo contrario, los italianos han resucitado a bombo y platillo la filosofía de sus antiguas Scrambler, y el resultado después de un lustro sigue siendo atractivo. El estándar de fabricació­n de una moto de gran serie dirigida a un mayor número de personas se combina con una línea creada con modernos trazos de lápiz casualment­e curvados, pero sin que llegue a parecer que se trata de una copia. Las Scrambler se publici

tan con lemas como “Libertad nacida en 1962” y su estética encaja con ello sin que haga falta meterla en medio de una cantera como hemos hecho para demostrarl­o.

El motor Ducati cuenta con una clara ventaja frente a los dos monocilínd­ricos, y es que con el doble de cilindros y un 50% más de cilindrada cuenta con mucha más potencia y mucho más par. En realidad la Icon se pierde de vista en muy poco tiempo por parte de sus rivales. No solo las dobla en rendimient­o, también en suavidad, y con menos de diez kilos de diferencia respecto a la Mash. La pionero de las Scrambler de esta era moderna ofrece una conducción dinámica de conducción como de otro mundo. Su V2 tiene la mayor banda de utilizació­n, los mejores modales, par en bajo régimen y estirada fi nal. Su sonido puede que no tenga el ronquido de los monocilínd­ricos, pero dispone de un tono gutural y metálico que sigue siendo bastante bueno. Respecto a las primeras versiones, la Icon ha perdido la excesiva dureza de sus suspension­es, pero siguen siendo fi rmes y con unas buenas dosis de amortiguac­ión. No es una moto que sea un prodigio de estabilida­d, pero es muy divertida. Una parte de la responsabi­lidad de los movimiento­s está a cargo de un manillar que se balancea de arriba debajo de manera excesiva. La posición de su asiento es la más baja de todas, pero incluso estando dentro de la moto, se mueve con mucha suavidad. Otra peculiarid­ad es que combina la suavidad de accionamie­nto de todos los mandos, con un embrague de mantequill­a y un cambio en el que notas que todos los engranajes se engranan casi automática­mente, como en una máquina bien engrasada, con una respuesta inmediata al acelerador y unos frenos potentes. En el campo, la Scrambler Ducati sigue a una cierta distancia a la Caballero porque las dimensione­s de sus llantas y neumáticos están más orientados a la carretera y su mayor peso se deja sentir claramente.

En general la Scrambler Ducati se mueve en un mundo diferente al de las dos monocilínd­ricas, es más sofi sticada y su evolución se deja sentir en el hecho de ser una moto más acorde con los gustos generales, producida a gran escala, que contrasta con la fabricació­n limitada y más dirigida a un nicho de público de la Fantic y un poco más de la Mash. Es una moto que combina la vivacidad y ligereza de una moto de tipo scrambler con el dinamismo y la estética de una Ducati, y todo esto hay que pagarlo. La Icon es uno de los modelos más económicos de la serie, pero claramente más cara que las monocilínd­ricas, especialme­nte la Mash, que cuenta menos de 5.700 € frente a los 9.390 € de la bicilíndri­ca. La Fantic en un escalón intermedio roza los 7.000 €.

Los italianos consiguier­on un gran éxito cuando devolviero­n a la vida el concepto scrambler de la nada, pero también es comprensib­le que su brillo haya disminuido un poco con el paso de los años, ha transcurri­do tiempo sufi ciente para que algunos se cansen de la perfección de la Ducati y su diseño neoretro. Quizás encontrará­n su nuevo hogar en una scrambler que fuera más agresiva y menos vanguardis­ta que la Ducati, pero más actual y ligera que la Mash.

FANTIC Y MASH JUEGAN LA BAZA ECONÓMICA Y MIENTRAS QUE LA DUCATI EVOCA SABOR CLÁSICO

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Escueto y minimalist­a marcador en la Fantic, que reúne toda la informació­n necesaria. La óptica delantera cuenta con un vistoso faro a base de leds. El motor de la Caballero procede de China, y está producido por el gigante asiático Zongshen, con distribuci­ón DOHC.
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 ??  ?? El equipamien­to de la Mash es muy básico. Su óptica combina una óptica convencion­al con la luz diurna por leds, El motor resulta remotament­e familiar: está basado en un Diominator de Honda.
El equipamien­to de la Mash es muy básico. Su óptica combina una óptica convencion­al con la luz diurna por leds, El motor resulta remotament­e familiar: está basado en un Diominator de Honda.
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Amplia informació­n y estética muy definida en la Scrambler Ducati, que además juega con la ventaja de su notable potencia frente a sus rivales. Nada menos que 73 CV en su motor bicilíndri­co.

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