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A veces la labor del periodista es como la del explorador que rompe la pared de una oscura cueva para que, de repente, entre un rayo de luz: “De todos aquellos años corriendo contra Lawson, Doohan o Schwantz, en los que conseguí más de veinte victorias, es sorprendente que haya guardado tan pocos recuerdos concretos […] Lo que recuerdo con mayor intensidad son las carreras en las que fui derrotado”. Las palabras de Wayne Rainey estremecen en el nuevo libro de Venancio Luis Nieto. El sabor de la victoria funciona como una conexión directa con las carreras y los pilotos que construyeron una edad de oro. Es ciertamente un trabajo apasionado y honesto, a contracorriente de ese periodismo inmediato donde ocupa espacio lo superfluo, lo sensacionalista, lo efímero — como dice Dennis Noyes en el prólogo del libro. Venancio Luis Nieto bucea en las fuentes y acude a la palabra viva de los protagonistas para construir el testimonio directo del “despertar del motociclismo”. Su propuesta, la entrevista narrativa, no es nueva, pero la solidez y lo elaborado de estas declaraciones y reflexiones sabiamente extraídas a sus protagonistas, muy bien armadas, hacen de El sabor de la victoria un material de primera. Del suceso al relato, disfrutamos de un todo coherente sobre las grandes carreras del Campeonato del Mundo de Motociclismo contadas por ases como Ron Haslam, Niall Mackenzie, Wayne Gardner, Kevin Schwantz, Michael Doohan, Valentino Rossi, Nicky Hayden o Dani Pedrosa.
Son dieciocho los actores de este viaje a la mente del piloto, a tres décadas de tecnología del motor y de historia del deporte. Y es que desde Randy Mamola a Marc Márquez, el trabajo y las herramientas del corredor han cambiado radicalmente: “Entonces todavía existían muchas incógnitas en el apartado técnico que hoy día están resueltas — confiesa Freddie Spencer—. Había un intenso desarrollo en marcha […] También eran motos complicadas de pilotar. Debido a sus limitaciones tenías que encontrar la manera de manipularlas para rodar más rápido, o simplemente ser capaz de pilotarlas”. Motos que, como bien apunta Nieto, “exigían pilotos dispuestos al martirio, pero sin perspectiva alguna de paraíso a cambio”.
El sabor de la victoria es un libro para iniciados, para puros y apasionados entusiastas de las motos y la competición en todos sus niveles, humano y tecnológico; protagonizado por unos hombres de enorme determinación, en su incansable búsqueda de la velocidad y la victoria.