Por tierras de Drácula
CUANDO OÍMOS HABLAR DE RUMANÍA Y DE SU REGIÓN DE TRANSILVANIA, LO ASOCIAMOS AL PERSONAJE DE DRÁCULA… EN ESTA OCASIÓN, ESTE PERSONAJE NO FUE LA INSPIRACIÓN PARA REALIZAR UN VIAJE HASTA ESA TIERRA. LA FINALIDAD ERA PODER RODAR POR LA MÍTICA TRANSFAGARASAN.
Llevaba tiempo oyendo hablar que en Rumania existe una carretera espectacular y que para todo motorista es un hito como lo puede ser el Stelvio o el Cabo Norte. Comencé a buscar e informarme sobre ella. Me cautivó. Fue entonces cuando empecé a calcular la ruta y sus etapas con un mapa de los de toda la vida ( personalmente me gusta viajar sin GPS ya que es la forma de estar pendiente de tu entorno y disfrutarlo). Estaba decidido… ¡ Las próximas vacaciones iríamos al encuentro de la Transfagarasan!
El trayecto con salida desde Figueres, cruzando Francia hasta Winterthur ( Suiza) lo realizamos del tirón por autopista, donde aprovechamos para dormir un poco. Sorprende ver el respeto que en Francia tienen por los motoristas. Al verte, la mayor parte de los conductores te ceden el paso. Además, en Francia el peaje en moto es más o menos la mitad que el de un coche. En Suiza no olvides comprar la “Vignette” si quieres circular por sus autopistas.
La mañana siguiente tuvimos otra jornada maratoniana de autopistas. Salimos de Suiza pasando por la zona de Baviera ( Alemania). Primero tomando la A96 hasta Munich, para después continuar por la A8 hasta la frontera austríaca. Las autopistas en Alemania son gratuitas para las motocicletas y en muchos tramos la velocidad es libre. Es impresionante ver como respetan las limitaciones cuando encuentran algún límite de velocidad. Todos se ponen a la velocidad indicada, pero cuando no hay indicador… ¡ cálzate, porque te arrancan los adhesivos!
La entrada en Austria la realizamos a través de la A1 ( el pago de otra “vignette” es obligado para circular por autopista) pasando por . En Austria circulas rodeado de naturaleza y frondosos árboles. Aquí, incluso una parada en un área de servicio se convierte en un destino para sacar unas buenas fotos. Por ejemplo, en el área de Mondsee tienes unas vistas sobre el lago y las montañas de su alrededor preciosas. Llegando a Viena se toma la A21 para a posteriori seguir por la A4 que conduce hasta la frontera con Hungría.
BUDAPEST
Desde la frontera y hasta la llegada a Budapest la hicimos a través de la M1, previo pago de otra “vignette”. Esta vía te lleva directo hasta la capital húngara. Como en toda metrópoli, la circulación es bastante densa, pero para nada caótica. Y las motos son respetadas.
Destino de nuestra segunda etapa, la capital húngara es reconocida a nivel mundial por sus baños termales, y después de casi 2.000 km en dos días y muchas horas a lomos de nuestra “devorakilómetros”, nos merecíamos un descanso.
Budapest nació en noviembre de 1873, fruto de la unión de Buda, situada en la orilla oeste del Danubio, y de Pest, en la ori
lla este. Durante nuestra estancia en la ciudad aprovechamos para hacer turismo visitando el centro de la ciudad, el Parlamento Húngaro ( tercer parlamento más grande del mundo, después del de Rumania y Argentina), el Puente de las Cadenas, le Monte Géllert, así como todos los sitios declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO que tiene la ciudad…
A las afueras de la ciudad se encuentra el Memento Park donde hay decenas de estatuas, monumentos y placas conmemorativas del periodo socialista que estaban repartidas por Budapest y que después de la caída del Telón de Acero se retiraron.
Una vez descansados y habiendo recuperado fuerzas, pusimos rumbo a Rumanía. Exactamente, nos dirigimos hasta la región de los Maramures, también conocido como el País de la Madera. Zona situada al noroeste del país, muy montañosa y verde donde las costumbres antiguas, la agricultura y la madera tienen un peso muy importante. En esta región el paso del tiempo parece haberse parado, pues es fácil ver a sus habitantes vestir cotidianamente con las ropas tradicionales del lugar.
RUMANÍA, AL FIN
En esta tercera etapa hasta Rumanía no cogimos la autopista. Todo se hizo por carretera. Recorrimos unos 600 km en diez horas. La llegada a un punto fronterizo con toda su estructura, largas colas de camiones presentando documentación, control individual de entrada de vehículos particulares… Inconscientemente haces un salto en el tiempo que te trae recuerdos imborrables de otras épocas.
Solamente con cruzar la frontera empiezas a encontrar carros tirados por caballos, gente local haciendo autostop, niños saludándote, nidos de cigüeñas en los postes de luz, gente trabajando la tierra… Todo muy natural, rural y humilde. Las carreteras principales están en buen estado y en las secundarias es donde tienes que circular con más atención, pues puedes encontrar algún agujero o deformación de la carretera cuanto menos te lo esperas.
De camino a Viseu de Sus - nuestro destino de esta tercera etapa- y circulando por la Regional DN19 pasas por la pequeña aldea de Sapanta. Conocida por albergar el Cementerio Alegre. La característica inusual de este cementerio es que se aleja de la idea de la muerte como una cosa lúgubre y solemne. Los orígenes de este lugar están vinculados a Stan Ioan Patras, artista local que en 1935 empezó a esculpir las lápidas con un peculiar estilo. En las lápidas hay escenas que representan alguna cosa simbólica o graciosa de la vida del difunto.
Llegados a Viseu de Sus nos damos una ducha y renovamos fuerzas para el día siguiente, cuando aprovechamos para recorrer la región y visitar las ocho Iglesias de Madera de los Maramures que forman parte del Patrimonio Mundial por la UNESCO. En los Maramures hay un centenar de construcciones de este tipo.
En Viseu de Sus se encuentra el “Mocanita” que es el último tren de vapor dedicado a la explotación maderera en funcionamiento de Europa. Lleva hasta las fábricas los
AL LLEGAR A RUMANÍA, INCONSCIENTEMENTE SIENTES UN SALTO EN EL TIEMPO, SE VIVE EN OTRA ÉPOCA
grandes troncos cortados en la montaña. En los últimos años, este tren de vapor también transporta turistas a través del valle del río Vaser. Esta excursión empieza de buena mañana y dura hasta prácticamente media tarde. Así fue como pasamos el segundo día en Viseu, antes de continuar.
La cuarta etapa estaba destinada a llegar hasta Campulung Moldonovesc donde visitamos algunos de los monasterios ortodoxos pintados de la región de Bucovina, inscritos en el Patrimonio Mundial por la UNESCO. Auténticas joyas pictóricas, pues en sus fachadas hay unos frescos que se remontan al siglo XVI. Estos frescos tenían como finalidad aleccionar a una población mayoritariamente analfabeta. Los conventos son estructuras fortificadas que tenían por objetivo proteger los recintos de las invasiones otomanas. Para ello pasamos por el puerto de Prislop ( 1.416 m) a través de la DN18, pequeña carretera con unas vistas preciosas y por la DN17A donde también se goza de excelentes paisajes.
Viajar en moto te permite descubrir nuevos rincones entre un punto y otro y en países como Rumanía encuentras sorpresas cada dos por tres. La E58 ( carretera nacional con bastante circulación de camiones, pero en muy buen estado de conservación) nos guió hasta nuestro siguiente destino. Cluj es el centro económico, cultural y universitario de la región de Transilvania. Situada en el centro del país, Transilvania está rodeada por los Cárpatos y en ella hay multitud de actividades culturales.
TRANSFAGARASAN
Siguiendo la E60 se pasa por Turda, reconocida ciudad minera donde se puede visitar la salina que lleva el nombre del municipio. Antigua mina de sal que en la actualidad es más un parque de atracciones y espectáculos que otra cosa. Sorprende la obra de ingeniería que hay en su interior.
La región de Transilvania es un bastión natural de densos bosques donde vas siguiendo la ruta mientras quedas absorbido por sus encantos. Y así nos pasó que circulando entre pequeñas carreteras nos plantamos en Bran, pequeño pueblo muy turístico donde la gente se concentra para visitar el castillo del personaje más conocido de Rumanía, Drácula.
En el siglo XV había un príncipe en la región que se llamaba Vlad Tepes ( Vlad el Empalador). Era conocido por su inusitada crueldad y su gusto por lo sanguinario. Inspirándose en él, fue cuando a finales del siglo XIX el escritor Bram Stoker creó el personaje literario de Drácula.
Para nosotros, Bran era la base para poder afrontar la travesía de la Transfagarasan, motivo de nuestro viaje. La Transfagarasan ( DN7C) es la segunda carretera de Rumanía de mayor altitud, después de la Transalpina. Se construyó entre 1970 y 1974 bajo el mandato de Nicolae Ceaucescu como ruta militar estratégica para evitar cualquier invasión por parte de la Unión Soviética. Tiene 152 Km y cuenta con 27 viaductos. Culmina en el Lacul Balea ( 2.042 m). La carretera queda cerrada a primeros de
VLAD EL EMPALADOR EL SANGUINARIO PRÍNCIPE QUE EVOCÓ EL MITO DE DRÁCULA, ES UN GRAN RECLAMO
noviembre y no se abre hasta fi nales de junio por la gran cantidad de nieve que se concentra en diversos tramos del recorrido.
En nuestro caso hicimos la ruta a fi nales de junio, tomando la salida en Curtea de Arges con destino Cartisoara. Bajo mi opinión, en este sentido es cuando se obtienen las mejores vistas, ya que mientras vas bajando vas viendo las icónicas curvas serpenteantes de la carretera.
Los 152 km de recorrido de la DN7C, son un auténtico estallido de placer. Apenas iniciado el trayecto, desde la carretera se hace visible las ruinas del castillo de Poenari, mítica fortaleza donde realmente habitó Vlad Tepes, aunque para llegar a su cima hay que subir los cerca de 1.500 escalones que te conducen hasta ella. Seguidamente te encuentras con el Lacul Vidraru, un embalse donde los ribereños aprovechan para pescar y realizar actividades acuáticas. Con sus cerca de 160 metros de altura, la pared de la presa no está construida para gente con vértigo… En lo alto del embalse hay una estatua del dios griego Prometeo sosteniendo un rayo con sus manos, símbolo de la electricidad. Esta presa se construyó en la década de los ‘ 60 para crear energía hidroeléctrica.
A medida que vas circulando por la Transfagarasan, te adentras en frondosos bosques donde hay que vigilar, pues no es de extrañar si te encuentras con algún animal autóctono… Nosotros tuvimos la suerte de encontrarnos un oso tumbado tomando la fresca en medio de un arcén. ¡ No veas que subidón…!
La carretera va cogiendo altura y las curvas y los viaductos se van sucediendo. La Cascada Capra ( 1.690 m) te permite hacer un alto y refrescarte con la pureza de su agua antes de enfi lar el último tramo, antes de llegar al Lacul Balea, que marca la cima de la ruta. Eso sí, antes de llegar aquí cruzas el túnel Capataneni, de unos 890 metros de longitud, completamente oscuro con unas puertas metálicas que se cierran en invierno. A su salida, aparecen diversos puestos de venta de productos típicos de la gastronomía local y de souvenirs ( aunque la idea de souvenir queda muy lejana a lo que te puedas imaginar). Desde el Lacul Balea se inicia el descenso hacia Cartisoara. Esta es la parte más escénica de la ruta y seguramente la de mayor disfrute para la conducción.
Una vez fi nalizada la travesía llegados a Cartisoara, marcamos rumbo Figueres, pues ya no nos quedaban más días. El regreso se hizo pasando por Hungría y haciendo noche en Eslovenia. La mañana siguiente, madrugón, gas y ¡ llegada a casa!
CEAUCESCU ORDENÓ CONSTRUIR LA TRANSFAGARASAN COMO UNA RUTA MILITAR FRENTE A UNA INVASIÓN SOVIÉTICA