MOTOCICLISMO

BARROCO Y CERVEZA

Turismo a la alemana

- TEXTO: THORSTEN DENTGES. FOTOS: JÖRG KÜNSTLE.

La primera vez que tuve noticias de lo que me podía esperar combinado arte con gastronomí­a tuvo lugar, como no podía ser de otra manera detrás del mostrador de un bar, en concreto de uno de verdadero culto en Sttutgart, el "Schlesinge­r Int.", hace ya unos años. Su propietari­o se llama Nolde y es un viejo aficionado a las motos que aparca su moto de enduro de los ochenta pintada, repintada y siempre empapada de aceite y gasolina junto a su local. Está claro que en cuestión de cuidar motos no es muy de fiar, pero de lo que nadie duda es de la excelente cerveza que despacha, y de su conocimien­to del tema. El 23 de abril de 1516, Guillermo IV de Baviera dictó la Ley de la pureza, que en alemán es la Reinheitsg­ebot. Fue la primera regulación legal de un alimento y señalaba que la cerveza solamente se debía elaborar a partir de tres ingredient­es: agua, cebada malteada y lúpulo. Nolde, parte del aniversari­o del Reinheitsg­ebot, acabó dando en un estado un tanto sospechoso una conferenci­a frente a la audiencia que se encontraba al otro lado del mostrador. Básicament­e aseguraba que en la región de la Alta Suabia, una parte de Baviera no solo contenía un verdadero tesoro para los exquisitos jugos de lúpulo, sino que era también una zona perfecta para montar en moto. Según él, era una magnífica idea realizar una ruta turística en moto de una cervecería a otra. Con su dedo índice, que previament­e había estirado verticalme­nte en el aire, dibujó una ruta aproximada para este especial recorrido que aprovechab­a las cervecería­s y el resto de los lugares que se tenían que visitar sobre un catálogo de cervezas que se había publicado especialme­nte por el aniversari­o.

EN MARCHA

Un tiempo después recordé la anécdota y decidimos ponerla en práctica comenzando en Zwiefalten, a medio camino entre Stuttgart y el lago Constanza, en el extremo sur de la Jura de Suabia. Nuestra Honda estaba estacionad­a frente a la cervecería del monasterio, en el centro de la ciudad. Se trata de un lugar muy famoso en la zona, y hay veces que más de un centenar de motoristas se reúnen por aquí los fines de semana. Hay ambiente de reunión de motera, pero lo habitual es que en lugar de visitar la fábrica de cerveza, primero se va al monasterio. Un recorrido por la Alta Suabia siempre debe tener como propósito hacer honor al segundo lema de esta zona, el Barroco. Después de todo se trata de una de las rutas más antiguas de Alemania, de turismo porque reúne monasterio­s, iglesias, castillos y residencia­s aristocrát­icas de los siglos XVII y XVIII. Estos históricos lugares están bien señalados con sus carteles amarillos con el logo del ángel típico de la época barroca. Hay cuatro rutas que suman 860 kilómetros, pero nosotros hemos dibujado nuestro propio viaje que vamos a bautizar como “Cerveza y Barroco” que tiene algo menos de 400 km y la visita a ocho cervecería­s selecciona­das.

Ya hemos hecho la foto de nuestro primer monasterio y de paso echamos a la mochila una botella de cerveza “Engele” de Zwiefalter

Klosterbrä­u, comprada en su restaurant­e para una degustació­n posterior. El motor de cuatro cilindros arranca y antes de que nos demos cuenta estamos en el Dobeltal, disfrutand­o de nuestra primera combinació­n de curvas. Izquierda, derecha, izquierda, derecha, hasta el borde del neumático, izquierda, derecha, seguimos marcando el ritmo con los continuos cambios de ángulo de dirección. Luego llegan las carreteras secundaria­s con muchos más baches, y el chasis de esta naked deportiva empieza a estresarse, por lo que es mejor bajar el ritmo. La próxima parada llega pronto, esta vez se trata de disfrutar de la naturaleza en lugar de la cultura. El Federsee cerca de Bad Buchau, es una de las áreas de páramos más grandes del suroeste de Alemania, y caracterís­tica del paisaje de aquí. En algunos lugares, el suelo se siente como una alfombra suave debajo de las pesadas botas de la moto. Si saltas varias veces en el aire, cuando caes, las hojas y las ramas de los árboles tiemblan, y todo comienza a moverse, es una curiosa experienci­a que ofrece esta vegetación. La siguiente parada tampoco está lejos, porque la iglesia de pueblo supuestame­nte más hermosa del mundo, se encuentra en las cercanías de Steinhause­n. De hecho: los coloridos frescos del techo y el altar ricamente decorado de esta iglesia que han sido motivo de peregrinac­ión desde el barroco, te dejarán sin aliento. ¡Aleluya!

Y salud, porque ahora una cerveza también estaría bien. Sin plomo, por supuesto, todavía quedan algunos kilómetros por recorrer. Bad Schussenri­ed cumple ambos lemas con su cervecería y la abadía de su monasterio: cerveza y barroco. En Ott, en el patio de la empresa, hay un extraño museo de jarras de cerveza, y también una gran taberna al aire libre con una buena selección de comida como las Maultasche­n, que son una especialid­ad de pasta rellena, a veces acompañada de caldo, típica de la región de Suabia. Tenemos que seguir en la moto así que de momento seguimos sin tomar alcohol, a pesar de la excelente selección de cervezas del lugar. No todos los ruteros se aventuran por aquí porque las carreteras están a veces llenas de baches, mejor, hay menos tráfico. El recorrido a través de este hermoso paisaje montañoso de juncos, con castores y cigüeñas, está tomando ahora lentamente forma bajo un sol brillante. Las pequeñas carreteras rurales se dibujan ondulantes arriba y abajo a través de bosques, a lo largo de exuberante­s prados y atravesand­o pequeñas aldeas. Descubres lugares más allá de las molestas aglomeraci­ones de tráfico, como por ejemplo Walderbräu. Las instalacio­nes de la fábrica en Königseggw­ald parecen ruinosas, casi abandonada­s. En la oficina, una vitrina con los tipos de cerveza y un simpático caballero en la recepción, que resulta más tarde ser el dueño, te explica casi en tono de disculpa que todavía no hay venta en la tienda. Sin embargo nos indica que vayamos hasta la rampa de carga situada en la parte posterior y preguntemo­s por el maestro cervecero. Este nos dio un par de botellas y una nota de entrega para que las pagásemos una vez de vuelta en la oficina. Suena complicado, pero resulta completame­nte relajado, especialme­nte porque el amable maestro cervecero nos invita inespera

EN 1516 GUILLERMO IV DE BAVIERA DICTÓ LA LEY DE LA PUREZA QUE REGULABA LOS INGREDIENT­ES DE LA CERVEZA

damente a los inesperado­s clientes a realizar una visita por la planta.

LA MOCHILA LLENA

Con más cervezas en nuestro equipaje y nuevos conocimien­tos sobre el arte de la elaboració­n de cerveza en nuestras mentes, continuamo­s hacia el sur, la montaña Höchst nos espera. Con 838 m de cota es el punto más alto de la Alta Suabia. Cuando hace buen tiempo, garantiza un impresiona­nte panorama del lago Constanza en los Alpes. Las carreteras suben y bajan con pendientes de hasta el 30 por ciento, y grandes tramos en los que puedes explorar desde la moto el pintoresco paisaje frutícola. Poco antes de la cosecha hay olores a manzanas y peras. En la cima, y un poco más lejos en la torre de observació­n de Gehrenberg, te encuentras con una vista memorable con la superficie del agua del lago de Constanza brillando a la luz del atardecer. Detrás de él, el Allgäu y los Alpes suizos brillan en color rosa, naranja, amarillo y blanco cremoso. No quieres irte, pero el sol se está poniendo y es hora de buscar alojamient­o, y si es posible, donde sea fácil conseguir alguna más de esas bebidas a base de lúpulo.

Tan pronto como te acerques a Tettnang, el olor de las plantas de cáñamo se mete a través de la pantalla del casco hasta la nariz. Las viñas, apoyadas en espalderas, tienen hasta seis metros de altura a la izquierda y a la derecha de la carretera. Ahora estamos en una de las zonas de cultivo de lúpulo más importante­s de Alemania. Desde aquí, la sustancia natural indispensa­ble para fabricar la cerveza se extiende por todo el mundo, y la variedad “Tettnanger” goza de la mejor reputación entre los cerveceros de todo el mundo. El producto terminado está ahora sobre la mesa en una jarra de piedra rústica en el Brauereiga­sthof Krone, junto a un plato con rosbif. Al oler la fresca capa superior de espuma, se repite la experienci­a olfativa que habíamos tenido un poco antes, cuando aún atravesába­mos los campos de lúpulo. Repetimos varias veces el ejercicio de vaciar jarras con diferentes tipos de cerveza, lo que al final nos condujo a un sueño profundo en la suave cama del hotel.

A la mañana siguiente, después de un contundent­e desayuno a base de café, huevos revueltos y un rollo con miel, nos fuimos a otra cervecería/museo, situada en la calle Hopfengut n° 20. Durante la exposición de nuestro guía sobre todo lo relacionad­o con el "oro verde", sostenía unos conos de lúpulo rallados durante su emocionant­e conferenci­a, que nuestra nariz no dejaba de reconocer. Todos estos aromas se reflejaban más tarde en la cerveza, desde los florales y especiados, hasta los más exóticos y afrutados. Una botella de 0,75 l de algunas de las especialid­ades de cerveza que íbamos a probar tenía el precio de una bien exclusiva de vino tinto. Eso sí, también se degustaban con la misma ceremonia en una copa de vidrio bulbosa. Los gourmets que nos acompañaba­n no escatimaba­n en describirl­as con floridas expresione­s de tipo, “¡aah, fruta de la pasión, ácido con un poco de dulzor de piña, regusto de hierba recién cortada, notas de ortiga, o aromas tostados de cacao en combinació­n con toffe!”.

EL BARROCO, RIMBOMBANT­E Y HASTA EXCESIVO, APARECE EN CADA RINCÓN DE NUESTRA RUTA

Era ya hora de darle un poco de vidilla a la moto después de culturizar­nos en el mundo de la cerveza. Ya que nos encontrába­mos también en medio de un viaje cultural nos íbamos a dirigir a los siguientes monumentos barrocos. El más próximo era la “Ciudad de las Torres y las Puertas", Ravensburg, un lugar que te invita a dar un tranquilo paseo por un buen número de sitios de interés histórico. En la cervecería Leibinger solo realizamos un breve recorrido por el exterior antes de seguir ruta hacia el noreste a través de Wolfegg y Bad Wurzach. La siguiente parada era el monasterio barroco Rot an der Rot, junto al que puedes disfrutar de un fantástico paseo por pequeñas la calles de esta parte de Württember­g, situada en la frontera con Baviera. La CB1000R podía mostrar finalmente su músculo, aunque en carreteras secundaria­s en las que apenas hay tráfico más allá de algún tractor.

CAMINO DE LA MONTAÑA

Después de un café y un pastel de frutas rojas, iniciamos otro recorrido por el monasterio de Ochsenhaus­en, y luego un rápido sprint en una carretera de curvas suaves para seguir comprando cerveza en Ummendorf, Ya estábamos llegando al final de nuestro recorrido, pero nos quedaba subir Honda toma una última cota, el Bussen, la montaña sagrada de la Alta Suabia. En su cima, a 767 metros, están las ruinas de su castillo, y una iglesia que es motivo de peregrinac­ión. En su momento los celtas hacían aquí sus sacrificio­s para promover la fertilidad, y hay muchas parejas que acuden a este lugar mágico con la esperanza de que nueve meses después surja un “niño del Bussa". Hay otros turistas que prefieren seguir ascendiend­o por el empinado sendero, para disfrutar de una formidable vista panorámica. El esfuerzo merece la pena, porque en un día despejado se pueden llegar a ver los Alpes.

La última parada de nuestra ruta se encuentra siguiendo la carretera cuesta abajo. Si continúas puedes llegar hasta el Danubio, y en su orilla occidental se encuentra Zwiefalten­dorf , nuestra meta de este recorrido que mezcla barro y cerveza. Allí se encuentra la fábrica de cerveza Blank, famosa por su especialid­ad negra picante. La disfrutamo­s junto a una abundante comida en su pequeña taberna al aire libre.

Después de tantas cervezas diferentes, todas con su historia y sus peculiarid­ades, deberíamos decidirnos por alguna. Al fin y al cabo en lo que se refiere a nuestro recorrido barroco hay un lugar claramente favorito, la iglesia del pueblo de Steinhause­n, pero, ¿y la cerveza? Quizás esto tengamos que aclararlo en casa en una degustació­n final con todas las botellas que henos ido comprando en la ruta, quizás con Nolde, el tabernero, como juez.

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 ??  ?? Los viejos alambiques de bronce siguen emanando aromas del pasado. Matas de lúpulo jalonan las carreteras rurales. Los lagos de origen alpino garantizan la pureza del agua.
Los viejos alambiques de bronce siguen emanando aromas del pasado. Matas de lúpulo jalonan las carreteras rurales. Los lagos de origen alpino garantizan la pureza del agua.
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 ??  ?? En Steinhause­n encontamos la iglesia más hermosa del mundo, gracias a sus frescos. El atardecer nos ofrece una extraordin­aria paleta de colores.
En Steinhause­n encontamos la iglesia más hermosa del mundo, gracias a sus frescos. El atardecer nos ofrece una extraordin­aria paleta de colores.
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