El Nacional de Rallyes
Durante los años ochenta y buena parte de los noventa, los rallyes de asfalto fue una especialidad de gran arraigo en nuestro país, y especialmente en Cataluña, donde se disputaban un buen número de pruuebas. Quizás la más célebre fue la Volta a Catalunya, una carrera histórica cuya primera edición tuvo lugar en 1916, y se mantuvo activa hasta 1993, pasando por diferentes etapas, hasta completar un total de 59 ediciones competitivas.
La popularidad de los rallyes durante ese periodo creció tanto que permitió organizar un Campeonato de España de alto nivel, con varias categorías -en la fase final de la competición llegó a contar con cuatro clases-, y pilotos de reconocido prestigio, creándose un tipo de piloto específico para la especialidad, como los míticos dúos formados por los Boquet, Vila-Pascua, Román-Jardí, Galí-Maciá, o los hermanos Ignacio y Álvaro Bultó. Y a ellos se sumarían consumados velocistas,como Edu Cots, múltiple campeón de España en velocidad y resistencia, que llegó a ganar dos veces el Nacional de Rallyes en 1992 y 1993.
Aunque, como decimos, los rallyes casi nacieron en Cataluña y tuvieron un especial arraigo en esta Comunidad -la Volta, el Costa Brava, Anoia, Tarragona...- no tardó en expandirse por el resto de España, y en el inicio de la década de los '90 había ya carreras en Madrid, Zaragoza, Sevilla, Albacete, todas ellas con arraigo en la zona y en el calendario del Nacional, que llegó a disfrutar habitualmente de más de media docena de carreras puntuables para el Campeonato de España.
Y sin embargo, en medio de ese ambiente bullicioso y emocionante, en 1995 sólo se convocó el Nacional en una única categoría, e incluso el título de clubes quedó desierto, y así el Campeonato de España se extinguió en 1996. No fue por un motivo concreto sino por un conjunto de situaciones, desde lo complejo y costoso que resultaba organizar una prueba de estas características, a las enormes trabas administrativas, e incluso fue una cuestión generacional, porque a buena parte de los pilotos que nutrieron estas carreras les llegó el momento de decir adiós a los rallyes, sin que su hueco fuera cubierto por nuevas generaciones. Los rallyes, a pesar del entorno en el que se desarrollaron, fue una competición con una baja siniestralidad, y disfrutaron de un ambiente extraordinario que hace que hoy todavía se recuerden de forma entrañable aquellas carreras por puertos y tramos de montaña.