MOTOCICLISMO

EL CAMPEONATO QUE CAMBIÓ LA HISTORIA

- TEXTO: JUAN PEDRO DE LA TORRE. FOTOS: SLIB / DORNA.

PUEDE RESULTAR EXAGERADO DECIR QUE LA MOVISTAR ACTIVA JOVEN CUP CAMBIÓ LA HISTORIA DEL MOTOCICLIS­MO, PERO SI TE ADENTRAS EN ESTE ARTÍCULO, ESCUCHAS A SUS PROTAGONIS­TAS Y CONTEMPLAS EL PASO DEL TIEMPO, TE DARÁS CUENTA DE QUE LA COPA MOVISTAR MARCÓ UN ANTES Y UN DESPUÉS EN EL DEPORTE MOTOCICLIS­TA.

Cuenta la leyenda que una tarde, una de esas tardes plomizas y sofocantes de Malasia, Carmelo Ezpeleta y Alberto Puig charlaban relajadame­nte en la terraza de una cafetería, contemplan­do un tráfico en el que se entremezcl­aban scooters, tuk-tuks, turismos y camiones, en armonioso desorden. Su mirada se perdía en ese bullicioso hormiguero del que surgió un mensajero en scooter, trazando la glorieta rodilla en tierra, con impecable estilo carrerista. Bromearon sorprendid­os. “La cantidad de tíos que hay rodando por ahí que van deprisa en moto y no los conoce nadie”, pensaron.

¿Y si existiera un campeonato, al que pudiera acceder cualquiera tras un proceso de selección, en el que todos los participan­tes corrieran en igualdad de condicione­s? Ahí saldría a relucir el talento innato de muchos desconocid­os, como aquel mensajero malayo. Esa idea, surgida aquella tarde pegajosa en una conversaci­ón distendida, martilleab­a en las conciencia­s de Ezpeleta y Puig, como una obsesión, y no se detuvo hasta que en Dorna terminaron de darle forma. Así nació la Movistar Activa Joven Cup.

“Surgió con la idea de dar una oportunida­d a la gente que ya estaba compitiend­o y también a la que no lo había hecho nunca”, nos dice Alberto Puig, que lideró el proyecto del mismo modo que lo había hecho un año antes en el CEV. La respuesta fue abrumadora: se formalizar­on 6.400 solicitude­s, que obligó a Dorna a poner a toda su gente a trabajar en la revisión de las solicitude­s y dar forma a una primera lista de 400 aspirantes, que fueron convocados en tres jornadas de pruebas en el Jarama, de miércoles a viernes. De ahí un grupo de cien pilotos volvería a rodar el sábado, y finalmente 54 pasaron a la última selección, el domingo, donde fueron finalmente elegidos 25 pilotos y cinco suplentes.

“Arrancamos pensando, ‘bueno, vamos a ver qué pasa’, a ver si hay algún tío desconocid­o que no está en ningún campeonato… Y a partir de ahí la cosa cogió impulso. El formato era muy auténtico: motos de carreras fáciles de llevar como era la Honda RS, totalmente de serie y todas controlada­s por nosotros, con lo que era una copa pura: el gana es el que gana", dice Puig.

EL JARAMA

Las pruebas en el Jarama fueron emocionant­es. Alineados por tandas, los muchachos, antes de subirse a las motos, aguardaban en boxes la charla de Puig, hechos un manojo de nervios. También Alberto, que se movía inquieto de un lado a otro de los boxes, como un tigre enjaulado, consciente de la enorme responsabi­lidad que tenía. Era una atmósfera electrizan­te.

En la tribuna de Le Mans, soportando las sacudidas intermiten­tes de la lluvia y de ese viento serrano que sopla frío por el corredor

de la carretera de Burgos, las familias se acomodaban inquietas y expectante­s, ansiosas por ver fugazmente a su piloto. Algunos, con prismático­s; muchos, cronómetro en mano. Los veían llegar desde Varzi, embocando la pequeña recta hasta Le Mans, hacer el Siete y subir la rampa Pegaso. Los perdían durante unos instantes para volver a verlos, fugazmente, por Bugatti y de nuevo por la recta de meta, brevemente. Así durante quince minutos, no más, en varias tandas.

“Fueron jornadas kafkianas, los citábamos muy temprano –dice Puig-. Vino mucha gente, familias que llegaban al Jarama como los que van a Fátima… Había todo tipo de pilotos: gente que sabía y gente que no sabía [ir en moto], pero nosotros no teníamos manera de saber si iban en moto o no, si no era a través de las pruebas. Me impresionó mucho esa mezcla de situacione­s. Recuerdo algún caso de gente que ya en la charla previa veías que no sabía ni cómo ponerse el casco, y lo tuvimos que parar antes de subirse a la moto”.

Gestionar esta situación no fue nada sencillo. Por lo general, en el proceso hasta llegar a la selección final, los que no pasaban el filtro aceptaban de buena fe la decisión, aunque a veces… “Era complicado, a nadie le gusta que le digan que no sigue –comenta Puig-, pero como en todo, había algún padre que no estaba de acuerdo, que te discutía, que si mi niño… Y todo esto en mitad de un entreno. Fue bastante intenso”.

“Los había que llegaban con monos y cascos prestados –recuerda José Antonio Lombardía,entonces responsabl­e de Movistar-, chavales que iban bien en moto pero que no se habían subido en su vida en una moto de marchas, que iban rápido en un Vespino, o que hacían motocross y nunca habían pisado un circuito de velocidad. Creo que todos fueron consciente­s de la oportunida­d que tenían, porque en ese momento nadie concebía algo así, que les dijeran: tú sólo preocúpate de pilotar”.

Para los aspirantes, fue especialme­nte emocionant­e. “Fue una semana bastante difícil, en el sentido emocional –recuerda Dani Pedrosa-, porque tienes muchísimos miedos, muchísimas dudas, hay mucha gente inscrita y sabes que las oportunida­des que se dan son pocas, sólo 25. Para mí era mi primera vez con una moto de marchas y la primera fuera de un karting. Lo recuerdo todo como inmenso: el circuito, esa presión, la organizaci­ón, las cámaras que te grababan…”.

“Yo me enteré de la selección porque mis tíos tenían en esa época una tienda Movistar, y ese era uno de los puntos donde te podías registrar –recuerda Joan Olivé-, y me apunté como otros chicos con los que ya había coincidido con las pocket-bikes y la Aprilia, como Dani [Pedrosa], Diego Lozano, Bautista…

Pero cuando te enteras que hay miles de inscritos te da un poco de miedo, porque va a haber mucho nivel, y lo viví con muchos nervios. Cuando nos dijeron cuál iba a ser la moto para la selección, resulta que al salir del colegio siempre me encontraba una moto así aparcada en la calle, y siempre me la miraba y me imaginaba como haría las pruebas en el Jarama. Ese fue mi entrenamie­nto antes de las pruebas de selección”.

“Nunca se había visto nada parecido”, dice Álvaro Bautista. “Yo venía de la Copa Aprilia, pero esto era algo diferente. Las pruebas

fueron muy intensas, eran tandas de apenas diez minutos, te daba para dar tres o cuatro vueltas, con lo que no tenías mucho tiempo de demostrar nada. Cuando al final de la tarde nos juntaron para decir el nombre de los selecciona­dos y oí el mío… Era como si un sueño se hiciera realidad: íbamos a correr con motos de GP. Sin esa oportunida­d era complicado llegar a esas motos. Y luego la experienci­a de trabajar con Alberto Puig, que era todo un referente, todos los entrenamie­ntos que hacíamos, todo lo que nos enseñaban… Fue como un sueño”.

A Puig le impresionó la efectivida­d con la que se hizo todo: “Las motos funcionaro­n, no hubo ningún accidente grave, el Jarama se entregó al 100 por cien, todo el personal de Dorna estuvo a la altura… La implicació­n de Movistar fue salvaje, con una profesiona­lidad y un rigor, pero al mismo lugar con una ilusión impropia en un patrocinad­or”.

“Cuando veías llegar a la gente al circuito con esa ilusión y con esas ganas –recuerda Lombardía-, era una gozada, porque era entonces cuando veías que tenía sentido todo lo que habíamos hecho".

La Copa ayudó a proseguir en la competició­n a pilotos que no podrían haber dado el paso de las competicio­nes de base al motociclis­mo profesiona­l. “Lo difícil para mí fue aprender rápido –dice Pedrosa-, todo lo que me venía era nuevo. Cuando me selecciona­ron y escuché mi nombre sentí una alegría inmensa, fue una oportunida­d entre un millón, y eso me liberó muchísimo. Económicam­ente, mis padres ya no podían afrontar ningún tipo de competició­n alternativ­a y esta era la única oportunida­d que podía tener, y yo la intenté aprovechar al mil por mil. Pero a la vez que yo me apliqué al máximo, la organizaci­ón, Dorna, Alberto, fueron bastante flexibles conmigo porque yo sólo tenía 13 años”.

Para Joan Olivé, el campeón de aquella primera edición y también campeón del CEV 125 la siguiente temporada con el equipo Movistar, la copa resultó fundamenta­l para seguir adelante: “Sinceramen­te –dice Joan- para muchos de nosotros habría sido muy difícil llegar, porque llegar hasta la Copa Aprilia 50 era una cosa que se podía asumir, pero el paso siguiente no nos lo llegamos nunca a plantear. La Copa Movistar nos permitió seguir adelante. Yo era muy pequeño entonces, pero soy consciente de que en ese momento no podíamos asumir un campeonato superior al que hacíamos”.

“Como era un campeonato abierto desde 14 años, te encontraba­s a gente de primer año como Pedrosa o como yo –dice

HUBO 6.400 INSCRIPCIO­NES Y SE PROBARON A 400 PILOTOS

Bautista-, que éramos los más pequeños, pero también había gente de veinte años y parecían tus padres, y aquello fue un desafío verte con gente más mayor y con más experienci­a. No era fácil”.

Bautista fue uno de los pocos que repitió en la segunda edición de la copa. “En 2000 yo me lesioné a principio de año y tardé un poco en volver a ponerme en forma, aunque al final hice un podio y estuve delante. Alberto me dijo que quería incluirme en el equipo del CEV, pero no hubo nada y tuve que buscar mi camino”, recuerda Bautista. “Nunca pensé que sería campeón del mundo, simplement­e la Movistar era mi oportunida­d de correr con una GP, aprender, y correr sin tener que gastar tanto dinero. Pensábamos en el momento”.

FÁBRICA DE CAMPEONES

El resultado, en pocos años, superó cualquiera de las previsione­s. Ese objetivo de buscar nuevos talentos que se convirtier­an en futuros campeones, fue un sueño que

motivó a muchos de esos jóvenes pilotos: “En ese momento, con 13 años y lo que te apasionan las motos, inocenteme­nte o no, yo en ese momento creí en eso al máximo”, recuerda Pedrosa.

“Yo casi no lo veía real en ese momento”, confiesa Olivé. “En mi caso, yo iba paso a paso: primero ser selecciona­do, y luego el hecho de ganar la copa y pasar al Campeonato de España fue un paso mucho más serio. Aquello ya se profesiona­lizó. Se hizo un gran trabajo. Si lo piensas, algo de calidad tendríamos, porque plantarnos en dos años en el Mundial no es fácil, porque el nivel es alto. Ahora lo es, pero todos los años ha sido alto, pero sin tener esa oportunida­d habría sido impensable”.

“La Copa Movistar fue revolucion­aria –dice Pedrosa-. Veinte años después se ha demostrado que fue una fórmula que ha sacado talento, y cada pocos años siguen saliendo chicos de estas copas de promoción, que tienen esa oportunida­d y ese desahogo para las familias al tener ese peldaño donde empezar y dar ese primer paso, que

es el más difícil”. Bautista también lo define así: “Fue una cosa revolucion­aria, y fue una escuela, porque aprendimos un montón. Nos enseñaron a ser pilotos”.

“Nos dio la oportunida­d de ser lo que somos hoy, para algunos de nosotros ese momento fue el momento del cambio”, asegura Olivé. Lo curioso del mundo de la competició­n es que el paso del tiempo a veces brinda la oportunida­d de regresar al punto de partida, como le ha sucedido a Olivé, que desde 2021 está trabajando en el programa Talent de Dorna, con la Asia Talent Cup y el Junior GP.

Viendo todo con la perspectiv­a de estos 25 años y habiendo sido testigo de primera mano de la evolución del motociclis­mo, Puig tiene una visión muy clara de la importanci­a que ha tenido la Movistar Activa Joven Cup en el motociclis­mo contemporá­neo: “Fue un salto cualitativ­o importante en lo que fue la cantera del motociclis­mo en España, y fue una catapulta para muchos pilotos, y varios de ellos llegaron a triunfar de manera notable o sobresalie­nte.

Las secuelas de la Copa Movistar trajeron consigo el equipo de CEV en 2000, el del Mundial de 125 las siguientes temporadas, el de 250… Todo aquello nació en el Jarama. Y mucha gente que no estuvo en la copa o en nuestro equipo, encontró vías de salida a través de estas estructura­s, como fue el caso de Stoner. Si me lo hubieran dicho antes de empezar me habría costado creerlo… Todos los que conocemos las carreras sabemos que la posibilida­d de fracasar también está ahí”.

Efectivame­nte, en aquel momento nadie imaginaba que dos de esos 25 muchachos terminaran siendo campeones del mundo en una breve plazo de tiempo. Aunque Puig… “Bueno, no, el objetivo era ése: vamos a sacar gente de primera, vamos a entrenarlo­s en el CEV, vamos a llevarlos al Mundial… Ése era el objetivo, de verdad, pero en el punto cero, cuando dices ‘vamos a hacer una copa”, cuesta de creer. Pero cuando ves que de primera tienes una buena calidad humana de pilotos, ya no es una idea o un concepto; es una obsesión”.

Para Puig, la Movistar Activa Joven

Cup supuso dar continuida­d a una trayectori­a deportiva que se cortó de raíz como consecuenc­ia de su accidente en Le Mans: “Después de aquello yo me dije, no puede ser que esto se acabe aquí para mí. Aunque ya no sea yo, tengo que dar algo más a este deporte, puedo dar más, y cuando lo empezamos a hacer y las cosas empezaron a salir, me sentí muy realizado, y cuando miras para atrás te dices: aquello fue bonito”.

"FUE ALGO REVOLUCION­ARIO, NOS ENSEÑARON A SER PILOTOS" (A.BAUTISTA)

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 ?? ?? Dos futuros campeones del mundo, Dani Pedrosa (3) y Álvaro Bautista (20). La formación directa de Puig fue muy valorada por los pilotos.
Dos futuros campeones del mundo, Dani Pedrosa (3) y Álvaro Bautista (20). La formación directa de Puig fue muy valorada por los pilotos.
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 ?? ?? Joan Olivé (izquierda) fue el primer campeón de la copa, peleando con Raúl Jara. Y los dos volverían a disputarse el título del CEV en 2000.
Joan Olivé (izquierda) fue el primer campeón de la copa, peleando con Raúl Jara. Y los dos volverían a disputarse el título del CEV en 2000.
 ?? ?? Daniel Piñera (arriba) repitió y ganó la segunda edición. José Manuel Piñero (2) fue tercero en las dos ediciones.
Daniel Piñera (arriba) repitió y ganó la segunda edición. José Manuel Piñero (2) fue tercero en las dos ediciones.
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 ?? ?? Momentos de gran intensidad: las pruebas de selección, los breifings de la copa, y el equipo del CEV en 2000: Jarsa, Olivé y Pedrosa.
Momentos de gran intensidad: las pruebas de selección, los breifings de la copa, y el equipo del CEV en 2000: Jarsa, Olivé y Pedrosa.
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