Motor Clásico

Paso a paso

El asunto suele empezar cuando consigue reunir algunos vehículos que le gustan; con el tiempo sus intereses, recursos y dedicación van creciendo poco a poco, hasta que aquella pequeña colección inicial acaba convirtién­dose en museo digno de tal nombre, ab

- MANUEL GARRIGA (TEXTO). PERE NUBIOLA (FOTOS)

Este es un proceso sobradamen­te conocido que han v iv ido unos cuantos aficionado­s, pero en el caso de Marc Vidal lo singular es que se ha producido en un periodo relativame­nte corto, si tenemos en cuenta el volumen de su patrimonio automovilí­stico y motociclís­tico. «Así es Ð nos dice él mismoÐ , de hecho comencé a interesarm­e por el tema en los años 90, aunque primero sólo centrado en los coches. En las motos no me metí hasta bastante más tarde». Aun así, su colección contiene tres veces más motos que coches.

La sección Ð o mejor dicho, seccionesÐ dedicada a las dos ruedas es admirable por su amplitud y variedad. Desde reliquias de preguerra a velomotore­s, modelos de cross o superbikes de los 70 y 80, con notable presencia de Honda. «Es que es una marca que me gusta mucho desde siempre, por eso tengo tantas. Algunas las he utilizado regularmen­te para viajar», explica Marc ante una tarima sobre la que vemos media docena de imponentes Goldwing, ese paquebote de dos ruedas. «Estas las estrené yo Ð dice señalando las dos más modernasÐ , el resto las he ido comprando usadas o en ferias de clásicas». Al lado un cuarteto de Honda de alta cilindrada de los 80, incluidos dos modelos con turbocompr­esor, un trío de hexacílind­ricas de los 70 Ð Benelli, Kawasaki, HondaÐ y otras clásicas interesant­es (BMW, Norton, Ducati, Guzzi, Laverda¼).

El apartado de cross impresiona: sabía que había muchas Honda de la serie CR, pero aquí no sólo están casi al completo ¡también hay todas las Maico imaginable­s! Bajamos al sótano y descubrimo­s una antigua cava vinícola en la que Marc atesora una impresiona­nte cosecha de motos de trial y TT, sobre todo italianas: casi un centenar de Aprilia, Beta, Fantic, Italjet, SWM... De nuevo en la superficie, visitamos una larga nave rectangula­r en la que figura casi toda la producción española de modelos de campo: 164 máquinas de cross, enduro y trial fabricadas por Bultaco, Montesa y Ossa. Sobran las palabras. Las fotos de Pere Nubiola resultan mucho más elocuentes.

Todavía no hemos hablado de los coches... Nuestro hombre tiene gustos eclécticos, pero sin duda le van los modelos populares, empezando por el más popular de

LA COLECCIÓN SE REPARTE EN ESTAS DOS PLANTAS Y NAVES ANEXAS CON MÁS MOTOS

todos, el Ford Modelo T: cuatro ejemplares nos dan la bienvenida al entrar en el museo, y uno más espera en el centro de la sala principal. También hay media docena de antiguos Citroën, incluido un Traction 15 CV, y otro Citroën que no es tal sino un Chevrolet con carrocería de Rosalie y eje delantero de Ford A. Este coche hacía de taxi en Teruel pero fue a parar a una familia de fabricante­s textiles de Sabadell, donde Marc lo encontró.

Los clásicos británicos también tienen una presencia notable: media docena de Rolls-Royce, incluidos un Phantom I Springfiel­d y otro Phantom descapotab­le que perteneció a la Duquesa de Alba; un Triumph 1800, un MGA, etc. Otra constante en esta colección: los americanos. Al lado de un Chevrolet que realizó el Rally Barcelona-Moscú organizado por el Antic Car Club de Catalunya en 1980 vemos un bonito Buick Roadmaster cabriolet de 1953, cuatro Cadillac de los 50 y 60, un espectacul­ar Ford Thunderbir­d de 1956 y hasta siete Chevrolet Corvette de varias añadas, entre los que destaca un Pace Car edición especial de 1978.

El capítulo deportivo es sustancios­o: tres Alpine A-110, alguno muy tocado, y un A-108; un R-5 Turbo 2 de serie cuya decoración replica el de Ragnotti en el Montecarlo 1981; dos barquetas Ð una Marcadier-Renault y una ARC con motor Talbot SimcaÐ ; y un par de monoplazas: un Selex F-1430 y un Martini Mk15 ex Jean-Claude, ambos traídos

de Mallorca donde habían acabado haciendo carreras en cuesta. La pieza más singular es un... falso coche de records: el reactor de un caza Phantom F4 montado sobre un simple bastidor de tubo cuadrado y unas ruedas de camión, naturalmen­te no operativo. «El motor salió de la base americana de Torrejón; llevaba largo tiempo detrás de él y no fue nada fácil conseguir que me lo vendieran. Desde entonces me lo han intentado comprar varias veces, pero ni hablar¼ ¡funciona muy bien como reclamo!»

Y eso no es todo. En una finca tan grande, con espacio de sobra, los diversos corrales, garajes y naves se van llenando de motos, coches, furgonetas, tractores, motores, piezas, etc. En el almacén encontramo­s un motocarro Trimak en proceso de pintar -hay cabina de pintura-, un Dauphine al que le han implantado un motor de R21 en posición central, dos Fórmula Ford (uno original, otro réplica hecho por Marc a partir del primero), dos Seat 1500 y un 133 que le regaló un alemán con apenas 15.000 km, un Simca 1200 Familiar Ð «lleva frenos Prismátic, un sistema a medio camino entre tambor y disco que inventó Talleres Rull de Tarragona, por eso lo quise guardar»Ð y vehículos ya terminados para los que no aún hay espacio en el museo.

Marc Vidal es un tipo locuaz y jovial, al que le entusiasma el mundo de la automoción en todas sus facetas. Podría estar horas hablando de cualquier tema relacionad­o con esta afición. Creo que, en el fondo, abrió su museo al público por el simple placer de compartirl­o con los demás. «Hice construir esta nave sólo para exhibir la colección Ð nos explicaÐ . La gente que sabía que tenía esos vehículos me pedía verlos, y al final así resulta más cómodo para todos».

La nave es una edificio de dos alturas y unos 1.000 m2 de superficie, levantada junto a las cavas que dan nombre al museo, en Riudoms Ð a 14 km de ReusÐ , en plena comarca vitiviníco­la del Baix Camp (Tarragona). El matrimonio Vidal se dedica a la elaboració­n de cava en sus bodegas, donde poseen un restaurant­e que sirve comidas y cenas para grupos, sobretodo de aficionado­s a los clásicos que vienen de visita. De hecho, los fines de semana suelen llegar en autocares desde Francia, donde su museo es bastante más conocido que en España. Abre los domingos de 10 a 13 horas aunque en grupo puede visitarse entre semana con cita previa (consultar en la página web: www.museumarcv­idal.com). mc

EL MUSEO RECIBE MÁS PÚBLICO EXTRANJERO QUE NACIONAL, SI BIEN LO FRECUENTAN MUCHOS CLUBES DE LA ZONA

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? Motos «verdes». Todas las de fabricació­n española en orden de revista. El museo muestra varios grupos de vehículos en contextos escenficad­os, como un antiguo taller o un podio de salida.
Motos «verdes». Todas las de fabricació­n española en orden de revista. El museo muestra varios grupos de vehículos en contextos escenficad­os, como un antiguo taller o un podio de salida.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? Altos vuelos. En toda gran colección siempre suele haber un avión (y perdón por la rima fácil). Las mejores hasta exhiben máquinas de cine. Marc Vidal es el artífice del museo que lleva su nombre.
Altos vuelos. En toda gran colección siempre suele haber un avión (y perdón por la rima fácil). Las mejores hasta exhiben máquinas de cine. Marc Vidal es el artífice del museo que lleva su nombre.
 ??  ??
 ??  ?? Coches de competició­n. La sección deportiva no es muy extensa, pero contiene piezas de lo más interesant­e, como estas dos barquetas francesas o el Martini Mk15 que fue del piloto Jean-Claude.
Coches de competició­n. La sección deportiva no es muy extensa, pero contiene piezas de lo más interesant­e, como estas dos barquetas francesas o el Martini Mk15 que fue del piloto Jean-Claude.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain