MEJORAR LO BUENO
Tres modificaciones recibió el conjunto propulsor durante su adaptación: para caracterizar al coche encargaron a Iresa un escape «4 a 1» con colector de tubos de longitud rigurosamente igual y silenciador de absorción que emitía una discreta rumorosidad (como hizo Renault con su 8 TS, pero con sonido propio, claro); para aprovechar sus ventajas, reglajes de carburación adecuados (sobre el carburador de serie, eso sí); y para alargar el desarrollo, cosa imprescindible al ser más potente y ligero que el Sport Coupé (que ya iba corto), sustituir el grupo 8/39 por el 8/37 del 850 Normal.
Con ello, el rendimiento máximo declarado (DIN) subía de 6,6 kgm a 4.000 rpm y 52 CV a 6.500 rpm, a 6,9 kgm a 5.000 rpm y 56 CV a 6.700 rpm, cifra de potencia que aunque quizá fuese casualidad buscada, dobla la del L Especial (28 CV) y es la mitad de la generalmente atribuida al último Abarth 1000 TCR (112 CV). En todo caso, para «un motor de entonces», sin sofisticaciones internas y con culata de admisión única, eran valores específicos muy notables (7,7 kgm y 62 CV/litro), pero indicativos de que conseguía la potencia más a base de revoluciones que de par.
De hecho, como hacían previsible el escape «4 a 1» y la carburación más generosa, las curvas características «idealizadas» que tradicionalmente facilitaban Fiat/Seat —cuyos datos eran meramente orientativos porque no reflejan las inflexiones que todo motor genera— muestran que los bajos de por sí flojillos del Sport Coupé se debilitan un poquito más en el EF, pero remontando su desventaja inicial, a 3.500 rpm ya lo iguala e inicia su despegue, y a partir de 4.000 rpm lo supera en progresión contundente.
Finalmente, redondeaban las mejoras los frenos del Sport Coupé, ya que la combinación de potencia aumentada, desarrollo alargado, menor sección frontal y 95 Kg de ventaja sobre él hacían razonablemente creíbles unas prestaciones declaradas (recogidas en el recuadro «Fichas técnicas comparadas») impresionantes, pues salvo sus hermanos con motor biárbol, ningún otro Seat batía sus cifras, y dado su previsible comportamiento dinámico, en según qué recorridos incluso a esos podía plantarles cara… y salir airoso.