LA TRASERA, CASI ABARTH
Las suspensiones del EF mantenían el esquema original del 600, pero ya que —trabas menores aparte— el impedimento físico para trasplantar el propulsor Sport Coupé era que el cárter del cambio interfería con los anclajes interiores de los brazos oscilantes traseros, idearon una modificación inspirada en el Abarth 1000 TCR: movieron los cuatro anclajes, los exteriores hacia fuera y los interiores hacia delante, quedando los ejes teóricos de oscilación menos oblicuos (o dicho de otro modo, más transversales), de forma que el resultado se acercaba más a «ruedas tiradas» que a «semiejes oscilantes».
Eso liberó el espacio requerido y mejoró la cinemática al minorar las variaciones de caída y convergencia de las ruedas; y como la limitada producción no justificaba estampar brazos específicos, por su buen hacer en curvado y soldadura encargaron también a Iresa unos tubulares al estilo de los del Abarth.
Además montaron resortes —ballesta y muelles— que manteniendo las características elásticas de los del L Especial (dada la ligereza del coche, para evitar pérdidas de adherencia por «saltitos» prefirieron no endurecerlos) rebajaban la altura lo justo para compensar la diferencia de diámetro de las ruedas y reducir 7 mm la total, recortaron los topes para disponer de recorridos aceptables, sustituyeron los amortiguadores por unos Monroe adecuadamente calibrados y más duraderos que los originales (cosa nada difícil, por cierto), y completaron las modificaciones dando medio grado de caída negativa en vacío a las cuatro ruedas.
En cuanto a anchura de vías, como no variaron el bombeo de las llantas, las cotas oficiales (medidas en el centro de la huella de pisada) sólo crecían ligeramente debido a la caída negativa, aunque a efectos prácticos, entre eso y la mayor anchura de los neumáticos, la distancia entre sus hombros externos aumentaba ostensiblemente (en torno a 50 mm).
Por último experimentaron si montar barras estabilizadoras, y caso de ponerlas, de qué diámetros para que con la mayor adherencia de su generoso calzado y la altura del centro de gravedad casi inalterada no generasen más tendencia a volcar que a derrapar, pero lamentablemente falta constancia de la decisión final. No obstante, con o sin ellas, quien haya disfrutado un 600 con sólo neumáticos radiales, buenos amortiguadores y leves caídas negativas puede soñar la estabilidad y manejabilidad que hubiera tenido el EF.