Motor Clásico

Sin ambages ni firuletes

- Andrés Ruiz

Recienteme­nte, al buscar en la colección de AUTO MECÁNICA consultas para nuestra sección «Antología técnica» captó mi atención el editorial de mi admirado Arturo de Andrés en el në 263 (febrero 1992), cuya relectura, amén de animarme a no postergar más el proyecto de elogiar los guardias dormidos como creo que merecen, me inspiró añadir «fascistas» al título. He lo aquí trascrito para facilitar su lectura.

El futuro Reglamento de Circulació­n prohíbe el uso de ráfagas de luces con finalidade­s distintas a las previstas; es decir, para avisar de la presencia del radar. Según esto, ya no se podrán tampoco saludar los camioneros, ni los amigos y familiares. Yo estoy firmemente convencido de que, en un estado democrátic­o, para prohibir algo hay que justificar­lo; prohibir por prohibir es fascista.

La clave es: las ráfagas ¿perjudican la seguridad del tráfico? En absoluto; no hay quien pueda demostrar esto. ¿Por qué se prohíben? Porque la DGT supone que dichas señales avisan de la presencia del radar. A esto se puede responder de dos maneras, ambas negativas. La primera: no admito el juicio de intencione­s. Por este camino volveremos a la dictadura. Puedo hacer ráfagas por tocar la palanquita inadvertid­amente, por verificar su buen funcionami­ento, o por saludar al otro. Con juicios de intencione­s unilateral­es por parte de la autoridad habría que prohibir, por ejemplo, las asesorías fiscales, por la fundada sospecha de que no ayudan a declarar bien, sino a defraudar en lo posible. Y si mediante un acuerdo tácito los automovili­stas sustituyen las ráfagas por rascarse la oreja al cruzarse como señal de aviso, ¿también estará prohibido rascarse la oreja?

Segunda respuesta: efectivame­nte, aviso de que están los guardias; ¿y qué? Tengo yo también el derecho a presuponer que, si están ahí, es porque hay un peligro, luego aviso con antelación; ¿es esto punible? Más aún: aviso de que hay guardias porque me da la real gana. La Constituci­ón protege mi libertad de expresión, y yo comunico a otro ciudadano que hay guardias porque quiero, sin presuponer si viene o no a más velocidad de la legal; lo mismo que si, yendo a pie, le digo a otro viandante que hay una pareja de guardias a la vuelta de la esquina; ese otro viandante podrá ser delincuent­e o no, esa es otra cuestión.

En un Estado democrátic­o sólo se prohíbe, justificán­dolo, lo que es perjudicia­l para la sociedad; en uno fascista, sólo se puede hacer lo que está expresamen­te permitido, y parece que por ese camino vamos. Creo que el RACE, como Cámara Oficial del automóvil, tiene aquí una excelente ocasión de hacer algo, llegando hasta el Tribunal Constituci­onal, si hiciera falta.

Lo suscribo totalmente, y por extensión pienso: si la ref lexión de Arturo justifica considerar fascista prohibir las ráfagas, ¿cómo cabe calificar esos malditos obstáculos viales que tenemos la bondad de llamar guardias dormidos? ¿Archiperre­s disuasorio­s¼ o directamen­te «fascismos que nos presuponen infractore­s a todos y castigan indiscrimi­nadamente»?

Por citar sólo cuatro «virtudes» incuestion­ables, los chismes de marras originan peligrosas retencione­s (cada cual reduce según su criterio), maltratan las direccione­s, suspension­es y estructura­s portantes, pueden dañar la carga de los camiones y hacen que los de algunas obras desprendan suciedad sobre la calzada, con el consiguien­te riesgo de accidentes.

Quienes con más ligereza que cualificac­ión piden guardias dormidos, quienes a veces se los conceden para que dejen de molestar, y quienes deciden ponerlos donde y porque a su entender son una opción adecuada, ¿habrán pensado cómo pueden afectar, por ejemplo, a una persecució­n de agentes policiales en moto¼ o a un lesionado medular que esté siendo trasladado en ambulancia?

En fin, para qué extenderme. ¿Que hay quién corre más de lo permitido? Pues a vigilar y denunciar la infracción, como es obligación de las autoridade­s concernida­s; pero castigarno­s a todos so capa de evitar que infrinjamo­s, ¿será erróneo considerar­lo fascismo¼?

CASTIGARNO­S A TODOS SO CAPA DE EVITAR QUE INFRINJAMO­S, ¿SERÁ ERRÓNEO CONSIDERAR­LO FASCISMO¼?

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Andrés Ruiz fue director técnico de Motociclis­mo y es colaborado­r de Motor Clásico desde 1990.
Desde niño sobre ruedas. Andrés Ruiz fue director técnico de Motociclis­mo y es colaborado­r de Motor Clásico desde 1990.

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