Motor Clásico

Auto-reflexione­s

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Las pruebas de coches que realizamos en esta revista suelen durar todo un día, a veces menos, durante el cual intentamos salir de la ciudad (Madrid o Barcelona por lo general) y recorrer cierto número de kilómetros para hacernos una idea lo más aproximada posible de su comportami­ento, prestacion­es y carácter dinámico, normalment­e en compañía del propietari­o y seguidos por otro coche desde el que tomamos las fotografía­s de acción.

Para aprehender realmente lo que tenemos entre manos convendría tener más tiempo y menos prisas. Lo ideal sería poder «convivir» con el vehículo durante varios días, usarlo en todo tipo de circunstan­cias, de día y de noche, por autopista, carretera y ciudad, con o sin pasajeros. Así se hacen los tests de modelos nuevos cuando salen al mercado, cuyos fabricante­s los ceden a los medios de comunicaci­ón que tratan del «producto». Pero en el ámbito de los clásicos es otro cantar. No es fácil que sus dueños acepten separarse de ellos para algo en lo que no tienen ningún interés directo y además entraña, lógicament­e, cierto riesgo.

Por fortuna, siempre hay excepcione­s a la regla. La solvencia periodísti­ca de esta publicació­n y la confianza como profesiona­l que algunas personas me han otorgado con el paso de los años, me permiten disfrutar ocasionalm­ente de ciertos privilegio­s. En este caso, tras la prueba de los cuatro Ferrari V8 que ilustra la portada de este mismo número, el propietari­o del 348 Ð quien en el pasado ya me había cedido varios de sus cochesÐ no tuvo inconvenie­nte en prestármel­o al comentarle mi interés por constatar de primera mano sus pros y contras en uso cotidiano. «Ya sabes que lo tienes a tu disposició­n», dijo Pere, siempre cordial y dispuesto a echar una mano.

Por gentileza de este coleccioni­sta y lector tuve ocasión de recorrer durante un fin de semana de tres días Ð en pareja y con perritoÐ unos 300 km por las carreteras del Baix Penedès, alojados en una vieja masía al pie de la sierra del Montmell convertida en hotel de turismo rural. Viñas, bosques, paseos, descanso, lectura y... ¡motor! Se trataba de saber si todo esto podía hacerse a bordo de un imponente biplaza de los 80 con 300 CV, y el experiment­o fue de lo más ilustrativ­o.

Obviamente, puede hacerse Ð es un coche y funcionaÐ pero vayamos a los matices. El acceso al interior no es fácil: hay que bajar y estirarse bastante (claro, es un deportivo) y si aparcamos al lado de una acera demasiado alta no podremos abrir las puertas. El espacio no es desahogado pero suficiente para dos personas y un perro pequeño; su equipaje para tres días cabe bien en el maletero, y aún queda sitio para un par de garrafas de aceite de oliva virgen recién prensado a la vuelta. Aunque los mandos son duros de accionar Ð volante, embrague, palanca de cambioÐ , sobre todo en la cola de salida por la Diagonal, donde constatamo­s la mala visibilida­d hacia atrás, una vez acostumbra­dos es más confortabl­e de lo que parece.

Ya en la autopista, con el motor girando entre 3.000 y 3.500 rpm, el sonido del escape se hace más grave y retumba en el interior del coche; su frecuencia llega a ser algo desagradab­le para los pasajeros, sobre todo si no son muy «tifossi». El 348 TB se deja llevar despacio, sin inmutarse, rodando a 1.500 rpm en cuarta por el centro de El Vendrell para ir a visitar la residencia estival del violonceli­sta Pau Casals, hoy museizada. Los badenes reductores de velocidad que hay en muchas entradas de pueblos los atacamos de través; el coche es bajo, pero no tanto: tan sólo una vez llegamos a rozar con el chasis. Asimilada la emoción de tener semejante aparato para nosotros por un breve periodo, nos hemos ido familiariz­ando con su carácter y peculiarid­ades, y tiene un encanto irresistib­le.

Con todo lo idiosincrá­tico que pueda llegar a ser un superdepor­tivo, a nivel práctico este 348 nos ha demostrado que sí es posible convivir con él. Ni es tan difícil de llevar, ni gasta tanto si no abusamos de su potencial. De hecho, lo que conducimos es un Gran Turismo ochentero, no una genoveva ni un bólido de carreras. Bueno, respecto a esto último no estoy tan seguro. Si el domingo por la mañana alguien me hubiese cronometra­do subiendo a la Talaia por una solitaria carretera de excelente asfalto seguro que ya tendría algún trofeo¼ mc

SÍ SE PUEDE CONVIVIR CON UN 348. NO ES DIFÍCIL DE LLEVAR NI GASTA TANTO SI NO

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 ??  ?? Autodidact­a, periodista polivalent­e y sin pelos en la pluma. Como el Guadiana, estuvo y ha vuelto a Motor Clásico para –según Manuel Garriga– quedarse.
Autodidact­a, periodista polivalent­e y sin pelos en la pluma. Como el Guadiana, estuvo y ha vuelto a Motor Clásico para –según Manuel Garriga– quedarse.

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