Motor Clásico

CUESTIÓN DE PRIORIDADE­S

- Francisco Carrión

Escribo estas líneas viajando a París, a Rétromobil­e. Aún no he llegado, pero ya llevo un par de días recibiendo vía whatssap montones de fotos de lo que me voy a encontrar al llegar… y me estoy resistiend­o a abrirlas todas. Porque aunque París nunca defrauda —en cantidad y en calidad— y no es lo mismo ver un coche en directo que en fotos, parece que llegar a una feria ya sabiendo la mitad de lo que hay quita un punto de emoción y de sorpresa. Curiosamen­te, muchas de las fotos que me envían (y no abro) veo —o entreveo, si no las abro— que son de cosas que me gustan. Y son de vehículos de todo tipo. Más modernos, más antiguos, más lujosos, menos. Pero me gustan. Será que además de la indudable calidad de la feria parisina, mis interlocut­ores son gente «decente», que saben de coches y además tienen buen gusto. O un gusto que coincide con el mío, nunca se sabe. Porque sobre tales no hay nada escrito, aunque hay veces en que cualquier aficionado, casi de manera unánime, debería interesars­e por tal o cual vehículo, ya sean cuales sean sus preferenci­as dentro de la afición. Porque hay vehículos clásicos que a uno le tienen que gustar o interesar, si uno se llama a sí mismo aficionado al automóvil. Lo digo a colación de un caso que se ha dado en nuestro país, más concretame­nte en el Salón de Málaga. Entre el popurrí de stands había uno un poco escondido con dos coches: una Citroën C15 convertida en pick up de carreras, y a su lado, uno de los vehículos más interesant­es de todo el certamen. Un modelo muy muy escaso, perfectame­nte restaurado, con todas sus partes originales, historia conocida —y curiosa— y además con matrícula española antigua. Pues bien, hubo algunos amigos que visitaron la feria y de manera privada me mandaron fotos de dicho coche, pero lo cierto es que por lo demás ha pasado sin pena ni gloria entre la afición hispana. En diversos grupos de Facebook o foros donde se han colgado diversas fotos de Málaga, el coche no aparecía por ningún lado, y lo peor es que en varias ocasiones sí que se había fotografia­do la C15 que había a su lado. ¡Incluso en algún medio especializ­ado se ha pasado por alto la presencia de dicho automóvil en el salón! En fin, carencias de la afición generalist­a española, más que una cuestión de gustos, diría yo, aunque también puede ser sólo una opinión «viciada» del que esto escribe. Y no voy a decir marca ni modelo: reto a los lectores a que lo descubran por sí mismos… merecerá la pena. ¿O no?

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