Un haiga con traje de luces
La Lincoln Motor Company, gracias a la visión del audaz Edsel Ford, supo crear uno de los más míticos modelos de la industria americana con sólo añadir un cierto «toque europeo» al que era su buque insignia.
Aunque a día de hoy y a este lado del Atlántico quizá no sea tan recordado, decir Lincoln Continental es hablar de uno de los modelos más célebres de la producción estadounidense, sólo a la altura de otros como Cadillac Eldorado, Chevrolet Corvette o Ford Mustang. El Continental también se mantuvo en producción durante varias décadas con gran éxito, pero antes de su aparición, Lincoln, la marca de lujo del emporio de Henry Ford, pasaba por apreturas. Como tantos otros fabricantes de automóviles de prestigio, justo en la época de la Gran Depresión Lincoln producía coches más grandes y caros que nunca, que se vendían a duras penas por motivos obvios. Era el caso de los enormes Lincoln K con motores V12 de más de 7.000 cc y 150 CV, que desaparecieron de golpe y porrazo en 1939.
Desde entonces, en el catálogo de Lincoln ya sólo se ofrecían las diferentes variantes del Zephyr, un modelo «pequeño» lanzado en 1936 con gran éxito de crítica y ventas. Este estaba basado en el vanguardista prototipo de líneas afiladas y motor V8 trasero que el diseñador John Tjaarda había presentado en la Exposición Automovilística de Chicago en 1933. Los hombres de Ford adquirieron los derechos de diseño del prototipo y lo reconvirtieron en un vehículo menos transgresor gracias a la colocación del motor en posición delantera, pero mantuvieron un diseño igualmente avanzado. Su planta motriz derivó del archiconocido V8 de Ford, pero añadiendo dos cilindros más en cada bloque, hasta resultar un V12 de sólo 4,4 litros con 110 CV.
Ya el mismo año de su presentación se vendieron 14.944 ejemplares del Zephyr, pero cuando los grandes Lincoln K dejaron de fabricarse tres años después, quedó un vacío en el segmento del máximo lujo del grupo Ford. No duraría mucho, pues justo en 1940 se presentaba uno de los modelos más míticos del imaginario automovilístico americano: el Continental. La idea surgió poco antes, cuando al mismísimo Edsel Ford, hijo de Henry Ford y
«alma creativa» de la compañía, se le ocurrió customizar un Zephyr.
Edsel Ford ya había mandado construir anteriormente varios roadster basados en el Ford V8, que quedaron como prototipos únicos, pues en aquella época en EE.UU apenas se fabricaban automóviles deportivos; muchas veces lo europeo era tomado como sinónimo de deportividad o exclusividad. Esta vez, bajo su propia supervisión, el diseñador E.T. «Bob» Gregoire partió del frontal de un Zephyr y diseñó una carrocería que era totalmente nueva desde el frontal hacia atrás.
La idea era crear una especie de deportivo, por lo que se rebajó la línea de la cintura, se desplazó el habitáculo todo lo posible hacia el eje trasero y se remató la zaga con una especie de baúl portaequipajes y una rueda de repuesto situada en el exterior. Además, se huyó de cualquier adorno superfluo que sobrecargase las líneas¼ tal y como ocurría en los deportivos del continente europeo.
Y justo de ahí vino el nombre del modelo. El prototipo se comenzó a fabricar en febrero de 1939, pero gustó tanto internamente que al poco ya estaba decidida su fabricación en serie. Así, en 1940 su presentación fue todo un bombazo, aunque su elevado precio de 2.758 y 2916 $ hizo que sólo se fabricaran 54 coupés y 350 cabriolets, respectivamente, durante aquel primer año.
En estos primeros meses el coche se publicitaba aún cómo «Zephyr-Continental», aunque poco después ambas gamas se separaron definitivamente, y aun así todos ellos montaron el mismo motor V12 que justo en 1940 aumentó su potencia hasta los 120 CV gracias a una subida de la relación de compresión hasta 7,2:1 (anteriormente 6,7:1).
EL CONTINENTAL ERA LO MÁS PARECIDO A UN DEPORTIVO HECHO EN LOS EEUU DE LOS 40
La popularidad del modelo como automóvil distinguido de toques europeos hizo que varias celebridades del momento como Mickey Rooney o Franck Lloyd Wright los eligieran como vehículos de diario, e incluso a partir de su presentación casi todas las marcas americanas ofrecían como «Kit Continental» la opción de montar una r ueda de repuesto ex terior sobre el paragolpes trasero, moda muy extendida hasta bien entrados los años 60.
En 1941 los Cont inental recibieron una pequeña innovación que sin embargo era primicia mundial: la manilla de apertura de las puertas fue cambiada por un minimalista pulsador circular de diseño art-decó, muy llamativo entonces. En 1942 se renovó completamente el diseño del frontal y las aletas delanteras y traseras, además de incrementarse ligeramente la cilindrada del motor V12, de manera que su potencia volvió a subir, ahora hasta los 130 CV. Pero poco duró la novedad, pues el 31 de enero Lincoln interrumpía la producción de material «civil» tras fabricar sólo 6.547 unidades de los nuevos modelos Zephyr y Continental para centrarse en la producción bélica.
Terminado el conflicto, la Ford Motor Company fue el primer fabricante estadounidense que volvió a poner en marcha las cadenas de montaje de automóviles. Lo hizo el 3 de julio de 1945, sólo dos días después del decreto gubernamental que permitía la vuelta a la «vida civil» de las fábricas. Como en todas las marcas americanas, los Lincoln de 1946 eran básicamente los mismos modelos que en 1942, pero con ligeros cambios estéticos. Y no fueron demasiado profundos, pues consistían en una nueva parrilla, paragolpes delanteros y traseros más grandes y finalmente unos tapacubos que eran prácticamente clavados a los de los Rolls Royce y Bentley de aquella época, aparte de una vuelta a los 120 cv de potencia por cuestiones de fiabilidad.
De esta guisa, el «nuevo» Continental hizo su aparición triunfante como Pace Car en las 500 Millas de
SUS CHASIS DE LARGUEROS ESTABAN YA SUPERADOS EN AQUELLOS AÑOS
Indianapolis de aquel año, con Henry Ford II, nuevo presidente de la compañía, al volante. Acto seguido la compañía hizo desaparecer la denominación Zephyr del catálogo, aunque estos se siguieron fabricando, simplemente bajo el nombre Lincoln.
Y así llegamos a nuestros dos protagonistas, un Club Coupé Ð a secasÐ y un Continental Cabriolet, ambos del año-modelo 1946/1947, que se caracterizan por esos tapacubos de estilo inglés y porque el cerrado aún monta los abridores de puertas con pulsador, pues a partir de mediados de 1947 estos pasaron a ser exclusiva de los Continental.
Aunque ambos se encuentran actualmente por tierras jienenses, sus trayectorias han sido muy diferentes. El Club Coupé llegó a Jaén nada menos que en 1950, cuando fue comprado por la familia que todavía lo posee a un militar americano que lo había traído consigo cuando le destinaron a una base en España. Estuvo en funcionamiento diario hasta finales de los años 60, y fue bien guardado hasta que hace unos 15 años se procedió a su total restauración, con el magnífico resultado que pueden ver en las fotografías¼ ¡Y eso que se hizo prácticamente todo en casa! El Continental sin embargo lleva apenas una década entre olivares, y poco o nada se sabe de su pasado. Parece que debió llevar una vida dura, pues actualmente le faltan varios automatismos Ð entre ellos el sistema de la capota eléctricaÐ o los cubreruedas en los guardabarros traseros. Sin embargo su motor apenas tiene uso, pues el conocido coleccionista Rafael Soria, su anterior propietario, encontró y compró varios motores Lincoln V12 sin
estrenar en las dependencias militares de El Pardo, y uno lo lleva montado este ejemplar que ahora posee su hijo, Manuel Soria.
Y tanto uno como otro presentan un funcionamiento fino e intachable, tanto que se hace difícil escuchar sus potentes y elásticas mecánicas cuando están al relantí. Una vez en marcha notamos las sensaciones usuales de los coches americanos de aquella época. Mucha amplitud, una dirección muy desmultiplicada y algún balanceo excesivo en curvas, cosa normal si tenemos en cuenta el peso de las carrocerías y el arcaico diseño del chasis, con ejes rígidos y ballestones transversales, tan típicos de los productos Ford hasta 1949. El cambio es manual de tres marchas, pero con un overdrive que se activa manualmente y que entra después en funcionamiento de manera automática una vez se rebasan los 80 km/h. También se desactiva él sólo cuando el motor baja de vueltas, uno de los muchos automatismos que ya comenzaban a presentar los coches americanos de la época, pues no hay que dejarse en el tintero que estos Lincoln ya montaban elevalunas operados por el vacío de la admisión Ð de serieÐ o autorradios con presintonía que cambian de emisora mediante un botón ubicado en el piso.
No en vano, son dos buenos representantes de lo que en España siempre se ha conocido como «haiga», el no va más de las carreteras de la postguerra. Tanto, que incluso la actriz Ava Gardner usaba un Lincoln para sus desplazamientos por España, concretamente un Continental de 1946 como el de las fotos, matrícula M-76.717, pero con la carrocería Coupé. mc