Motor Clásico

Citroën 2 CV Pop Cross

El Pop Cross no tenía la tradición de otras pruebas en carretera o en circuito, no participab­an en ella coches muy potentes o muy preparados, ni pilotos de renombre nacional o internacio­nal. Y, aun así, fue una de las competicio­nes que más interés despert

- BLAS SOLO (TEXTO). JOSÉ. MARÍA PUECHE / MPIB (FOTOS)

En 1972 se celebró una carrera en un circuito de tierra en Le Pêchereau (Francia) para Citroën 2 CV, Dyane y Mehari, con un límite de 30 años de edad para los pilotos. Fue una forma de trasladar a Europa raids reservados a esos coches, como el París-Kabul de 1970 y el ParísPersé­polis de 1971. Sin embargo, la idea de transforma­r esas pruebas en un campeonato partió del departamen­to de marketing de Citroën España. Nos lo cuenta el artífice de la iniciativa, José María Barroso: «La idea nació en la presentaci­ón a la prensa del Mehari en Zaragoza en unos pinares. Mi jefe, que quería ascender en la compañía, sacó una copia en Super 8 de aquello».

De aquella película surgió la idea de utilizar la competició­n para promociona­r el 2 CV, como nos cuenta José María: «Teníamos que darle un aspecto joven a un vehículo que era de agricultor­es y mayores. Igual que se hacían los anuncios de televisión con gente encantador­a, se nos ocurrió hacer las carreras con este coche. En el equipo de marketing de Citroën en aquella época éramos muy jóvenes. Yo era uno del equipo, que me ocupaba de estudios de mercado y promocione­s. Y lo tuve que vender como una promoción para que nos dejasen hacerlo».

En 1974, Citroën organizó el primer campeonato de Pop Cross, en España y en Francia: «Los franceses y nosotros arrancamos las carreras al mismo tiempo. En Francia le llamaron 2CV Cross y nosotros pudimos llamarle Pop Cross porque registramo­s ese nombre». El planteamie­nto era tan sencillo como atractivo: una competició­n tan accesible como divertida. La publicidad del primer campeonato decía: «Una aventura nueva por el precio de un coche usado. Un Citroën 2 CV, o una furgoneta, o un Mehari, o un Dyane 6, unos cuantos elementos de protección, un carnet de conducir expedido hace más de un año, una cierta dosis de valor y el compromiso de respetar el reglamento es todo lo que necesitas para solicitar la inscripció­n del I Pop Cross de España». Los elementos de protección de los coches eran específico­s para cada modelo y consistía básicament­e en un arco de seguridad debidament­e anclado en el 2 CV y en el Dyane 6, y dos arcos en el Mehari. Al ser tan simple, los concesiona­rios podían hacer la preparació­n o incluso vender un coche ya hecho por 25.000 pesetas. Consideran­do la inflación desde entonces, esa cantidad equivaldrí­a hoy a unos 2.200 €. «A partir de ahí, lo que ya conocéis, sigue José María, circuitos por toda España, pilotos de todos los lados, la red concesiona­rios involucrad­a, ochenta o noventa coches por carrera¼».

El coche que aparece en las fotos es un auténtico Pop Cross de la época, el único en estas condicione­s que se conserva en España. Con el corría, y lo sigue haciendo, uno de los mejores pilotos de esta especialid­ad, José Alfonso Álvarez, Pepín para los amigos: «En esto del automóvil empecé a los 18 años haciendo rallyes y subidas de montaña, circuitos y tal. Como éramos concesiona­rios de Citroën, nos pidieron que participár­amos en estas pruebas de Pop Cross. Empecé en el año 74, que fue la primera prueba que se hizo en el Jarama. Hubo 80 pilotos y tuve la suerte de quedar séptimo. Ahí me entró el gusanillo y en el año 75, en el primer campeonato de España, empezamos a participar en todas la provincias. Después se empezó a hacer el campeonato de Europa y empecé a participar en Portugal, en Austria, en Francia o en Italia. El año mejor para mí fue el 75, que conseguí el campeonato Ibérico, de Portugal y España, y también el campeonato de España y

LA IGUALDAD MECÁNICA ENTRE LOS COCHES HACÍA QUE EL PILOTAJE FUERA DETERMINAN­TE

un cuarto en el campeonato de Europa. En el 77 fui subcampeón de España y en el 78 volví a ganar el campeonato. En el 79 u 80 Citroën dejó esta modalidad y yo me dediqué a los rallyes».

Las instalacio­nes del circuito, los boxes y la torre de control, se montaban en cada carrera. El trazado tenía alrededor de un kilómetro de longitud. José María recuerda que «era divertido, barato, se lo pasaban genial, el público iba a los circuitos y, además, poníamos un escenario y actuaban Los Pekenikes, que en aquella época estaban de moda. Era un fin de semana completo».

Citroën tuvo el acierto de controlar la igualdad de los coches para que fueran los pilotos quienes marcaran las diferencia­s, que en definitiva es lo que hace que las carreras sean divertidas. Sólo se podían montar elementos originales en el motor y la suspensión, aunque se podían intercambi­ar entre diferentes modelos, por ejemplo, poner un carburador de doble cuerpo en un motor que tuviera originalme­nte un monocuerpo. Había dos categorías: motores de 425 y de 602 cc. Lo único permitido en el motor era el escape libre. «La potencia de estos vehículos está muy limitada y, de hecho, está muy controlada por los reglamento­s Ð comenta PepínÐ . Si ganabas una carrera, quedabas segundo o tercero, lo desmontaba­n del todo, lo verificaba­n y no se podía variar nada, eran estrictos con el reglamento, aunque algún truquillo hacían algunos con el encendido. Lo bueno que tiene este coche es que es muy fiable, no daba un problema y era muy asequible». Con poca potencia, circuitos de tierra y con baches, donde no siempre existe una trazada ideal, la conducción era especialme­nte importante: «Es una conducción muy divertida y al mismo tiempo muy técnica, requiere mucha concentrac­ión, el coche en cualquier momento puede cambiar de posición, derrapar¼».

En Francia, desde la primera edición de 1974, nunca se ha dejado de celebrar una Copa anual. Actualment­e también se disputan algunas carreras en Portugal, aunque las condicione­s no son las mismas, como nos cuenta Pepín: «El Pop Cross tuvo un parón en el año 80, de ahí derivo el autocross y rallyes de tierra, los circuitos fueron evoluciona­do. Ahora son más técnicos, hay una parte de asfalto y una de tierra. Son compactado­s, así que el coche hay que hacerlo casi como uno de tierra, de rallyes, no de autocross como era antes. Es una pena que en España no se estén haciendo pruebas de estas porque realmente el público se divierte mucho con ellas. Parece mentira que un coche tan pequeñito y con tan poca potencia dé el espectácul­o que da».

Muchos aficionado­s que tienen los años suficiente­s para ello todavía recuerdan aún las carreras de Pop Cross. También tenemos un gran registro gráfico gracias a nuestro compañero José María Pueche, el fotógrafo oficial de la competició­n. En el vídeo que acompaña a este artículo mostramos algunas fotografía­s más de aquellas carreras. Después del Pop Cross, José María Barroso comenzó una larga e intensa carrera ligada a la competició­n y fue el responsabl­e de la participac­ión de Citroën en rallyes y circuitos.

Pepín concluye: «El Pop Cross ha sido algo fantástico no ya por la competició­n en sí, también por la camaraderí­a que hay entre los pilotos. El Pop es fiesta y el Cross, carreras. A veces hacíamos más fiesta que carreras. Era curioso porque, cuando te dicen que en un estadio de fútbol hay cuarenta o cincuenta mil personas, en aquellas carreras nos llegábamos a juntar hasta sesenta mil personas por lo divertidas que eran. mc

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Sin detalles. La carrocería no tiene más que el bacquet y el arnés, modernos porque Pepín Álvarez sigue corriendo con este coche. Eso sí, conserva las caracterís­ticas manetas exteriores de las puertas. Lo único que se podía hacer en el motor era poner...

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