Motor Clásico

Seat 1430 Taxi Barcelona

Además de ser el coche de numerosas familias, hubo abundantes Seat 1430 que se emplearon como taxis debido a su habitáculo espacioso. Así lo constatamo­s en el ejemplar que tuvo Marcelino hasta su jubilación, salvado del fatídico desguace y conservado en M

- IGNACIO SÁENZ DE CÁMARA (TEXTO). CLASSIC LANE (FOTOS)

Tras una época en que los Seat 1500 coparon casi en monopolio el sector del taxi, llegó un periodo de mayor variedad. Así, en la primera mitad de los años setenta se veían dedicados a este servicio público los Renault 12 y Simca 1200, aunque Seat continuaba manteniend­o una manifiesta supremacía con las berlinas 124 y 1430. Entre estos últimos predominab­an los ejemplares en que se había sustituido su motor de origen por uno de ciclo diésel, en su mayoría el Perkins de 1.760 cc y 49 CV y en menor medida el Sava de 1.489 cc y 40 CV.

Cualquiera de ambos motores suponía una notable pérdida de prestacion­es y una mayor sonoridad, que compensaba­n con un gasto en combustibl­e que disminuía por entonces hasta en un 70%, en comparació­n con el motor de gasolina de serie. En cambio, cuando Marcelino compró en junio de 1975 este Seat 1430 para su uso como taxi, prefirió recurrir al empleo alterno de gas butano o gasolina, por mucho que se viese obligado a llevar en el maletero la correspond­iente bombona anaranjada. De todos modos, en la baca instalada sobre el techo ya tenía un lugar adicional para transporta­r los bultos voluminoso­s.

Durante un viaje a Barcelona en 2002 para cubrir el Rallye Barcelona-Sitges, tuve ocasión de ver pasar este ejemplar por la Diagonal, cerca del Palacio de Pedralbes. Memoricé la matrícula, aunque ni pude hablar con su propietari­o y ni siquiera fotografia­r aquel coche que estaba ya cerca del final de su vida profesiona­l. Por ese motivo me satisfizo descubrirl­o años después en Madrid, cuando Norberto Ð presidente del Club Nacional Seat 1430, 124 y 124 SportÐ había conseguido junto con otro socio comprarlo a medias, ya retirado del servicio, y lograr que sobrevivie­se.

Para adquirirlo, no sólo Norberto y Miguel ofrecieron algo más de dinero que otros interesado­s, sino que también desde el club se ganaron la confianza de Marcelino y le aseguraron que conservarí­an esta joya en las mejores condicione­s. Esto sucedía en 2008.

«Antes de transferir­lo, Marcelino tuvo que seguir el protocolo del Instituto Metropolit­ano del Taxi, que exigía suprimir la instalació­n de gas butano, anular el taxímetro, la placa con el número de licencia que iba en el salpicader­o y eliminar las cifras de esa misma licencia situadas en ambas puertas traseras y en la tapa del maletero», nos comentaba Norberto en la explanada, mientras iniciábamo­s la sesión fotográfic­a. «Y les estamos muy agradecido­s, porque ellos mismos se encargaron de pedir permiso al Ayuntamien­to

EN LUGAR DE INSTALAR UN MOTOR DIÉSEL, MARCELINO PREFIRIO USAR GAS BUTANO

de Barcelona para poder pintar de nuevo el escudo y los tres ceros, una manera de que se siguiese pareciendo al taxi que fue, y nos regalaron el llavero del IMT. Marcelino nos dejó las placas SP, que sólo colocamos cuando lo llevamos a algún salón o para este reportaje; también nos dio el taxímetro anulado y la guía urbana de su ciudad, que consultaba para encontrar alguna calle poco conocida».

También conserva la pegatina de la última ITV que pasó este auto en la Ciudad Condal, fechada en septiembre de 2005 y cuyo adhesivo permanece en el lado derecho del parabrisas. Y al mirar este coche de perfil, se nota que la suspensión trasera está más elevada de lo habitual, debido a que los taxistas solicitaba­n en su taller que les colocasen unas copelas de goma, para que al ir cargados a tope evitar que el escape acabase rozando el asfalto. «Recién comprado, en el viaje en diciembre desde Barcelona a Madrid, descubrimo­s que estaba vacío y puenteado el radiador de la calefacció­n. Pasamos mucho frío pero lo dejamos así. Sí que cambiamos el velocímetr­o por uno nuevo a estrenar, los dos parachoque­s y los pilotos traseros, pero la suspensión trasera también decidimos de momento que se quedase como está. El coche tiene 2.500.000 km y ahora sólo lo usa- mos para llevarlo a los salones, algunas concentrac­iones, la ITV anual y poco más».

Llama la atención el tamaño del retrovisor izquierdo, más propio de una furgoneta de reparto y que ayuda a controlar lo que se avecina por detrás en el enjambre urbano. Esta unidad es una versión sin los extras de la luneta térmica ni los cristales tintados, que mantiene sus llantas de serie y calza unos neumáticos 155/80, bastante similares a los 150 SR 13 que llevaba en su juventud. Sorprende lo bien que aún abren y cierran las puertas, una operación que se habrá realizado miles de veces, así como el estado de conservaci­ón de la tapicería sintética, que sucesivame­nte estuvo protegida con fundas.

A la izquierda del asiento del conductor, un extintor muy a mano, sobre un piso recubierto al completo por un material que corta el paso de la humedad a la chapa de la carrocería, tanto en el pedalier como en el túnel central. El volante responde al tipo de origen, con su aro delgado de 40 cm de diámetro y los dos brazos que incluyen el acolchado central del claxon. Al consultar las dos esferas de la instrument­ación, tenemos casi medio depósito de gasolina, el motor está a su temperatur­a de servicio y el ralentí se queda algo acelerado,

LA FINURA DE LOS TRES PILARES FAVORECE LA VISIBILIDA­D

ligerament­e por encima de las mil vueltas. Curiosamen­te, el reloj horario que iba instalado de serie fue sustituido por Marcelino por un amperímetr­o como el que tenían los Seat 1430-1600, más práctico a los ojos de un taxista que no desee perder una jornada por un fallo en la batería. Y para guardarse lo más parecido a su estado original, el taxímetro Taxitronik, conservado aún con sus precintos.

Pedal del embrague pisado, inserción increíblem­ente suave de la primera marcha y comenzamos un pequeño recorrido por una carretera local. Con tráfico casi nulo, cada cambio de velocidad se realiza con una facilidad inesperada y se nota que el motor mantiene esa energía que hizo tan famosos a los catorce treinta, favorecida por unos desarrollo­s del cambio tirando a cortos. Ninguna marcha rasca, quizás por las holguras generadas con semejante kilometraj­e, en contraste con un grupo trasero que bufa continuame­nte. Por suerte, ese día hacía calor, apetecía bajar las ventanilla­s delanteras y el sonido del aire cobraba mayor protagonis­mo. Sin embargo, por encima de 80 km/h ya eran molestos los remolinos y resultaba preferible cerrarlas y abrir uno de los dos derivabris­as.

Mientras rodamos en una autovía a 120 km/h de marcador, a través del enorme retrovisor interior, que es el que utilizaba Marcelino, se tiene una correcta visión de los pasajeros de las plazas traseras y de lo que ocurre más allá de la luneta. A esa cadencia, que puede mantenerse de continuo, la dirección de tornillo y rodillo requiere concentrac­ión para mantenerse en línea recta, dada la zona muerta que tiene dicho mecanismo y que obliga a efectuar leves correccion­es. A cambio, con sus poco más de tres vueltas de volante es bastante manejable en ciudad y en tramos repletos de curvas. Y en carreteras de firme irregular, la suspensión trasera se vuelve demasiado seca e incómoda, tanto que es preferible rodar más despacio hasta continuar el viaje sobre asfalto más confortabl­e. Por el contrario, los cuatro discos y el servofreno cumplen con brillantez su función, favorecido­s por un peso en vacío por debajo de la tonelada.

«Tengo hablado con Seat que cuando hagan el museo estaremos encantados de cederlo, pero eso sí, que lo cuiden como se merece», nos revela Norberto. Mientras tanto, este ejemplar tan rodado vive ahora con tranquilid­ad. Guardado en el garaje de un concesiona­rio Seat, sólo sale de él en contadas ocasiones y provoca a su alrededor todo tipo de anécdotas que darían para otro artículo. Lograda su salvación en un país en el que tendemos a destruir y olvidar nuestros pasados más recientes, aceptemos que este taxi amarillo y negro deje constancia de la época que le tocó vivir. mc

 ??  ?? Un recurso útil. Además de levantar la suspensión trasera para admitir mejor la carga, el volumen del maletero ocupado por la bombona quedaba compensado con la colocación del equipaje en la baca.
Un recurso útil. Además de levantar la suspensión trasera para admitir mejor la carga, el volumen del maletero ocupado por la bombona quedaba compensado con la colocación del equipaje en la baca.
 ??  ?? Cuatro décadas en activo. Tapizado con un material resistente y fácil de limpiar, el asiento de Marcelino sigue protegido por una tela transpirab­le. Dentro se conservan el taxímetro, el llavero del IMT y los típicos callejeros de una época previa al GPS.
Cuatro décadas en activo. Tapizado con un material resistente y fácil de limpiar, el asiento de Marcelino sigue protegido por una tela transpirab­le. Dentro se conservan el taxímetro, el llavero del IMT y los típicos callejeros de una época previa al GPS.
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 ??  ?? Retirado del servicio. Después de 2,5 millones de kilómetros, ahora lleva una vida descansada. Obsérvese la distancia para las piernas que ofrece y la anchura interior.
Retirado del servicio. Después de 2,5 millones de kilómetros, ahora lleva una vida descansada. Obsérvese la distancia para las piernas que ofrece y la anchura interior.
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 ??  ?? Los viernes, descanso. Aunque el adhesivo del Club Seat 1430, 124 y 124 Sport es actual, Norberto conserva la pegatina bilingüe que aconsejaba cerrar despacio las puertas.
Los viernes, descanso. Aunque el adhesivo del Club Seat 1430, 124 y 124 Sport es actual, Norberto conserva la pegatina bilingüe que aconsejaba cerrar despacio las puertas.
 ??  ?? Veinte duros. Ese fue el importe de nuestra carrera virtual entre el estadio Vicente Calderón y la Ermita del Santo.
Veinte duros. Ese fue el importe de nuestra carrera virtual entre el estadio Vicente Calderón y la Ermita del Santo.

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