Motor Clásico

Sin ambages ni firuletes

- Desde niño sobre ruedas. Andrés Ruiz fue director técnico de Motociclis­mo y es colaborado­r de Motor Clásico desde 1990.

La reflexión que voy a exponer empezó a cocerse en mi mente cuando leí unas declaracio­nes de nuestro hexacampeó­n mundial, Marc Márquez, cuyo mensaje Ð no literal, pero sí de fondoÐ era que caerse en entrenamie­ntos no tiene importanci­a; que lo malo es caerse en carrera. Conturbado por semejante opinión, como es lógico en un aficionado muy veterano al motociclis­mo de velocidad, para no escribir a vuelapluma repasé su balance percances/resultados desde que llegó a la categoría MotoGP¼ y los pelos se me pusieron bastante de punta: debutó en 2013 logrando el Título tras quince caídas; en 2014 revalidó Título con once caídas, entre las que un batacazo escalofria­nte en Phillip Island le animó a decir: «Mejor que me suceda ahora, así obtengo experienci­a para el año que viene» ; pese a esa «experienci­a», saldó 2015 con trece caídas y el tercer puesto final; en 2016 recuperó el Título con diecisiete caídas; y en 2017, su cuarto Título le costó¼ ¡veintisiet­e caídas! que justificó así: «Me caigo porque lo doy todo desde la primera sesión de entrenamie­nto hasta la carrera. Es mi estilo».

Total, salvo error u omisión, el saldo de esos cinco años es cuatro Títulos¼ ¡y ochenta y tres caídas en noventa Grandes Premios! Un porcentaje de éxito impresiona­nte (80%) y un porcentaje de percances tan aún más impresiona­nte (92,2%), que Ð perdón por la licenciaÐ hace que el suyo, casi más que un historial sea un «hostiorial» deportivo que como también incluye sus famosas «salvadas» (esas no pocas ocasiones en que logra evitar caídas cantadas y seguir en carrera), arroja una relación sobresalto­s/participac­iones superior al 100%.

Bueno, pues con tan tremenda siniestral­idad, el número e importanci­a de sus lesiones es asombrosam­ente bajo porque Ð en mi opiniónÐ ese chico¼ ¡hasta caerse lo hace bien! Y creo que su hipercapac­idad para evitar in extremis las caídas y minimizar sus consecuenc­ias físicas dimana de su estilo, pero por encima de ambas razones hay otra sine qua non: afortunada­mente, corre en el siglo XXI, porque de haberlo hecho en el XX, dudo que hablásemos de él en presente.

Sin tecnicidad­es que estarían fuera de lugar, lo cierto es que Marc suele «entrar en pérdida» al llegar a 64ëde inclinació­n, y como a esas alturas sólo le faltan 26ëpara acostar del todo la moto, y encima va con el cuerpo descolgado apoyando rodilla y codo, no se cae en sentido estricto. Simplement­e, pese al extraordin­ario coeficient­e de adherencia de los neumáticos actuales, la fuerza vertical (peso) ya no los presiona contra el suelo lo suficiente para que logren sujetar la fuerza centrífuga, y en ese punto, él y la moto, que ya iban deslizando (derrapando), si no encuentran obstáculos arrastran sin impactos ni volatines hasta parar¼ o recuperar «milagrosam­ente» la verticalid­ad y proseguir la marcha.

Pero, ojo: aunque parezca controlado, el peligro ±que es mucho y muy serio± sigue ahí; lo que logran Marc y su estilo sólo está al alcance de pocos¼ o nadie más; según datos globales de las tres categorías del Mundial (fuente: motogp.com), en 2017 se alcanzó el récord histórico de caídas/temporada (¡mil ciento veintiséis!), y desde que hay registro oficial (2006, con seiscienta­s cuarenta y siete), la cifra total sólo dejó de crecer en 2009, 2013 y 2015. Alarmante, ¿no?

Por eso creo que entre todos deberíamos procurar que los pilotos no incurran en el error de menospreci­ar «el factor riesgo» que siempre conviene tener respetuosa­mente en cuenta, pues aunque los inmensos progresos que en materia de seguridad se implementa­n continuame­nte a equipamien­tos personales, medios asistencia­les y circuitos, son la feliz razón de que esos datos Ð que deberían parecernos escalofria­ntes y otrora tendrían consecuenc­ias devastador­asÐ no pasen de ser estadístic­as casi anecdótica­s que se contemplan como una parte más del espectácul­o, también propician que los pilotos exploren los límites con preocupant­e frivolidad, y que como en el cuento de nunca acabar, cuanta más seguridad hay, mayores riesgos asuman. mc

CUANTA MÁS SEGURIDAD HAY, MAYORES RIESGOS ASUMEN LOS PILOTOS; ES EL CUENTO DE NUNCA ACABAR

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Foto: RESOL MEDIA
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