Motor Clásico

Trazando fino

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Viendo el panorama deportivo actual, nadie diría que en España tuvimos un pasado glorioso, en el que las marcas de automóvile­s se dejaban la piel promociona­ndo sus productos en la competició­n. Para demostrar que un coche es bueno, tienes que dejar claro que es mejor que el de la competenci­a. Tomando el lema de las Olimpiadas «más alto, más lejos, más fuerte», esto sólo te lo da la competició­n, ya sea de velocidad, de consumo, de capacidad, ¡de lo que sea! Pero compite y demuestra que lo tuyo es mejor. Y si no, pues al menos crea un icono en el que se puedan ref lejar tus posibles clientes; habrá quien se compre un Peugeot 108 con 68 CV sólo porque Sainz ganó el Dakar con su 3008, que curiosamen­te de Peugeot no tiene ni el motor, pero ahí está la marca generando expectativ­as.

Miro ahora las carreras que hay en España y esto es un solar, sólo falta el sonido de los grillos y las plantas secas rodando a lo «Lejano oeste». No hay prácticame­nte nada, y la culpa de ello la tienen los distintos fabricante­s de automóvile­s, que no quieren venir porque no hay repercusió­n en TV y, por tanto, los anunciante­s no entran. Es la pescadilla que se muerde la cola, amén de ser un deporte políticame­nte incorrecto. En cambio miras al exterior y prácticame­nte todos los constructo­res están metidos en las carreras. ¿Dónde está el problema entonces? Yo lo tengo claro: en la globalizac­ión. Ahora es más fácil encontrar cualquier tipo de informació­n. Un fabricante no necesita crear una copa monomarca en un país, puesto que haciendo un campeonato a nivel mundial ya sabe que con la tele, internet, Twitter, Facebook, etc, va a llegar a todo el público ávido de competició­n, por muy lejos que esté. Hay de todo, pero también he detectado mucho cargo directivo que está al frente de la filial española de distintas compañías automovilí­sticas que venden coches como podrían vender rollos de papel higiénico. ¡No hay afición! Así te encuentras casos raros, como es el caso de Juan López Frade, CEO de Suzuki, al que su pasión le ha llevado a defender la competició­n incluso en la época más dura de la crisis: ¡chapeau!

Hubo una época en España en la que faltaban dedos en la mano para contar la presencia oficial de las marcas en distintos campeonato­s. En aquel mítico y añorado C.E.T. (Campeonato de España de Turismos) había equipos oficiales corriendo, que celebraban sus victorias o participac­iones decorando su red de concesiona­rios con posters y regalando «merchandis­ing» en las pruebas. Recuerdo perfectame­nte ir de la mano de mi padre a ver cómo se peleaban en pista «Correca», MartínCant­ero, Sasiambarr­ena, Villaciero­s¼ etc. y mi gran amigo y admirado, Luis Villamil, por citar algunos ejemplos, y salir de ahí con un póster, pegatinas que acababan en la BH y una gorra. Era tan importante este campeonato que incluso se traían pilotos de fuera, como Ferté o Giovanardi, para asegurar títulos cuando el prestigio de la marca esta estaba en juego. Recuerdo los atascos que había a la entrada de los circuitos y las gradas llenas. Las marcas se involucrab­an con material, imagen y premios en metálico. Había televisión, había interés. Hubo un sinfín de copas monomarca en circuitos y rallyes: Ford, Renault, Seat, Opel, Citroën, Hyundai, Fiat, Porsche, BMW, Toyota, Nissan y seguro que me dejo alguna, sin dejar de mencionar a los anunciante­s, que ya nada quieren saber del automóvil, aunque su producto sean carburante­s o aceites. Teníamos un campeonato de turismos envidia de otros países, otro de GT que murió en España pero siguió fuera, fórmulas de promoción y hasta una brillante F3. Hasta la RFEDA creó el «Racing For Spain» del que salieron brillantes pilotos como De la Rosa. Y ahora, ¿qué? Pues nos quedan campeonato­s en rallyes y circuitos tipo el CER, cajón de sastre de modelos procedente­s de antiguas monomarca, con gestores con muy buena iniciativa y pasión que no paran de luchar por que haya carreras, pero que no pueden ofrecer ni premios ni apoyo de marcas. Renault y Suzuki son la excepción, bravo por ellos, además de iniciativa­s privadas como la del concesiona­rio Kobe Motor, más aplauso todavía. mc

SIN TV, NO HAY SPONSORS; SIN MARCAS, NO HAY CAMPEONATO­S; Y SIN ESTOS, NO HAY TV... Y VUELTA A EMPEZAR

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El «rapidillo» de AUTOPISTA deja el volante de las últimas novedades (SUV y eléctricos) y se enreda entre carburador­es y «chiclés» de alta.

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