Motor Clásico

Auto-reflexione­s

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Entre las bambalinas de nuestra historia de la automoción hay unos cuantos personajes poco reconocido­s, ignorados por el gran público, que van cayendo en el olvido. Pienso en el gran Jaume Pahissa (1910-1983), mecánico, piloto y dibujante de asombroso talento, considerad­o el maestro de Paco Tombas y de Pere Pi, entre otros técnicos catalanes. Empecé a interesarm­e por la vida de Pahissa hace un montón de años, cuando uno de sus hijos Ð a quien luego perdí la pistaÐ me prestó dos álbumes de fotos que conservaba de su padre. Menudo tesoro¼ Motos, sidecares, midgets, motores y máquinas de todo tipo. Y la figura del protagonis­ta en diversas etapas de su existencia, sonriente junto a algún artefacto mecánico.

Aquel tipo me intrigaba y seducía a partes iguales pero apenas sabía nada de él. Cada vez que entrevista­ba a alguien que pudiese haberle conocido le formulaba la misma pregunta: «¿Recuerda a Pahissa?». Casi siempre la respuesta era la misma: «¡Un tipo genial!»

Unos años después me encargaron escribir un libro Ð hoy por desgracia inencontra­bleÐ sobre los primeros 40 años de Derbi en el Campeonato del Mundo. Tuve que indagar la historia desde el inicio y fui a dar con algunos de sus compañeros en la fábrica, como el propio Tombas, Jaume Garriga o Simó Pou. Este último me contó varias andanzas del técnico de Molins de Rei, antes y después de la guerra, a cual más increíble y disparatad­a.

Entre las fotos de Pou apareció la de una extraña máquina con un enorme motor de cuatro cilindros, el Yeti del motociclis­mo español, una de las más singulares criaturas mecánicas de Pahissa, de la que tampoco apenas se sabía gran cosa.

Terminado el libro, en el que incluí un apartado dedicado a esa moto, fui a ver a Andreu Rabasa, quien me mostró en su garaje una máquina que le habían acabado de restaurar: la Derbi de cuatro cilindros. Me faltó tiempo para pedir una furgoneta y llevármela al estudio de Josep Coronilla, donde éste la sometió a una intensa sesión fotográfic­a, cual «starlette» recién operada. El reportaje de la Derbi salió hace años en una revista francesa, y más tarde también en el número 308 de Motor Clásico, pero el relato seguía quedando medio inédito, sólo explicado parcialmen­te en algunos artículos acerca del midgetismo en España.

Tras bucear en los papeles y notas que guardaba desde el siglo pasado pude extraer unas breves pinceladas sobre la trayectori­a de este hombre extraordin­ario (autor incluso de diversas patentes de mejora del motor de explosión), uno de tantos héroes anónimos que contribuye­ron a edificar la historia de la industria automotriz en este país. Aunque el Museu Isern de Mollet le rindiera en 2012 un merecido homenaje, quedan todavía muchas cosas en el tintero sobre la vida y obra del gran Pahissa. mc

UN TIPO GENIAL AL QUE LA HISTORIA AUTOMOTRIZ DE ESTE PAÍS LE DEBE MUCHO

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 ??  ?? Autodidact­a, periodista polivalent­e y sin pelos en la pluma. Como el Guadiana, estuvo y ha vuelto a Motor Clásico para –según Manuel Garriga– quedarse.
Autodidact­a, periodista polivalent­e y sin pelos en la pluma. Como el Guadiana, estuvo y ha vuelto a Motor Clásico para –según Manuel Garriga– quedarse.
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