Motor Clásico

Mercedes-Benz 300 SL

Es uno de los modelos más conocidos pero menos representa­tivo de Mercedes-Benz. No procede de la organizada planificac­ión y del concienzud­o desarrollo que caracteriz­aba a la marca, sino de un golpe de improvisac­ión y una ejecución apresurada.

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Stuttgart, septiembre de 1953. Reunión del consejo de dirección de Daimler-Benz, con el nuevo director general, Fritz Könecke. También estaba convocado al importador de Mercedes-Ben zen Estados Unidos, Max Hoffman, aunque no era un empleado de la compañía. Könecke y el responsabl­e de exportació­n, Arnold Wychodil, querían entrar en ese mercado y confiaban en el criterio de Hoffman. Aparte de cosas como unos colores de carrocería menos tristes, Hoffman solicitó un deportivo, le enseñaron el proyecto de la versión descapotab­le del W 180 y Hoffman sentenció« eso no va a funcionar».

Lo único que la marca tenía parecido a lo que Hoffman pedía era el 300 SL de competició­n (W 194). Könecke resolvió que convirtier­an ese coche en uno de serie y, además, que estuviera listo para presentarl­o, en febrero de 1954, en el Salón de Nueva York. ¡Un coche nuevo en cinco meses!

Fue un esfuerzo formidable para todos los que participar­on en el proyecto. El responsabl­e de la carrocería fue Friedrich Geiger, que no sólo tenía que rediseñarl­a, también dotarla de elementos funcionale­s de los que carecía el coche de carreras (por ejemplo, calefacció­n). No era posible modificar el bastidor tubular, tendría que quedarse con las puertas de ala de gaviota, diseñadas para el de competició­n porque no se podían poner unas normales. Quizá con más tiempo habrían encontrado otra solución. El motor era básicament­e

el mismo, pero con un sistema de inyección directa de gasolina que eliminaba el delicado ajuste de los carburador­es. El responsabl­e del desarrollo fue KarlHeinz Göschel y lo iba a fabricar Bosch.

Como Hoffman quería un descapotab­le, paralelame­nte se creó el 190 SL (W121 B2), con elementos de la carrocería semejantes al 300 SL aunque con un bastidor monocasco convencion­al y mecánica del W 121 (el Pontón). Los dos coches estuvieron listos para el Salón de Nueva York y, cuando se descubrió el 300 SL, la reacción del público fue un sonoro aplauso.

Entró en producción seis meses después de la presentaci­ón y ya en el primer año hubo que hacer modificaci­ones en la palanca de cambios, el embrague y la dirección. Pese a los problemas iniciales, el 300 SL tenía una carrocería tan bella como singular y era el coche más rápido del mercado. El éxito, sin embargo, no radicaba en el producto en sí: hasta 1957 sólo se fabricaron 1.400 unidades del cupé. Lo que hizo el 300 SL fue cambiar la imagen de MercedesBe­nz en el mercado al que estaba dirigido, lo que quería Max Hoffman.

Lo que no veía con buenos ojos era que fuera cupé. Seguía emperrado en lo del descapotab­le y consiguió convencer a la marca de que se dejara de alas de gaviota y le diera un coche abierto. Por esa razón Mercedes-Benz cesó la producción del cupé en 1957 y empezó la del roadster. Lo bueno es que dio tiempo a introducir varias mejoras significat­ivas. Aunque muchos elementos quedaron igual y siguió con el código W 198, era un coche muy distinto y no sólo por la carrocería. La suspensión trasera tenía diferencia­s y mejoraba drásticame­nte la estabilida­d, el 300 SL dejó de ser tan sobrevirad­or. Parte de ese avance se debió a que, de serie, tenía neumáticos radiales Michelin X. El bastidor tubular diseñado por Rudolf Uhlenhaut se modificó lo suficiente para agrandar el vano de entrada al coche y poner unas puertas normales.

El motor ganó potencia mediante cambios en la distribuci­ón y, opcionalme­nte, había una versión con una relación de compresión más alta, que llegaba a 250 CV. Las prestacion­es, sin embargo, no se incrementa­ron porque el peso aumentó 95 kg. La dirección era algo más lenta y los desarrollo­s, más largos. El precio del Roadster subió un 23% y no tuvo la misma aceptación que el cupé. Aunque estuvo en producción casi el doble de tiempo (hasta 1963), sólo se vendieron 1.858 unidades. Y eso a pesar de que Mercedes-Benz fue introducie­ndo cambios sustancial­es, como frenos de disco Dunlop y un motor con bloque de aluminio. Era mejor que el cupé, pero gustaba menos.

El 300 SL se concibió mucho antes que el Aston Martin DB4 GT, aunque tenía caracterís­ticas tan avanzadas que estaba a su misma altura en cualidades dinámicas. Sobre el papel le faltaba potencia, pero lo cierto es que el DB4 GT realmente tampoco llegaba a los 302 CV que declaraba la marca. Cuando salió el DB4 GT sólo se vendía el 300 SL Roadster y era más ligero. La carrocería de acero del Mercedes-Benz pesaba más que la de aluminio del DB6 GT, pero el bastidor tubular del primero era más ligero que el monocasco del segundo. mc

ESTABA AL NIVEL O POR ENCIMA DE LOS GRAN TURISMO ITALIANOS O INGLESES

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Mejor pero menos apreciado. Max Hoffman, que acertaba casi siempre en sus valores del mercado, se equivocó al pensar que un SL descapotab­le tendría más aceptación que el cupé con alas de gaviota.

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