Volvo 850 T-5R
En Europa, hay muchos 850 T-5 y T-5R con más de doscientos o trescientos mil kilómetros. Dado que la producción no fue muy grande, eso indica dos cosas: una, que sus propietarios estaban satisfechos y los han usado hasta ahora; y dos, que el coche es muy
Cuando, a finales de los 70, Volvo decidió que cambiaría radicalmente sus coches, comenzó un proceso de desarrollo largo y riguroso. Empleó el tiempo y los recursos necesarios para conseguir el resultado que deseaba, algo impensable hoy en que el plazo y el presupuesto son prácticamente intocables. Creó una generación de motores modulares en línea, colocados transversalmente en coches de tracción delantera. Para conservar la buena maniobrabilidad que distinguía a los Volvo de propulsión trasera, tuvieron que desarrollar una caja de cambios nueva, con dos ejes secundarios en lugar de uno. La carrocería fue la última obra de Jan Wilsgaard para Volvo, después de haber creado casi todos los coches de la marca desde los años 50. Hasta 1991 no salió el primer 850 de la fábrica de Gante (Bélgica) en su forma final; un año después llegó el familiar.
Una de las decisiones fue tener una versión con una cierta faceta deportiva, sin perder el confort que esperaban los clientes. El producto de esa decisión fue el T-5, que llegó al mercado en octubre de 1993. Para aprovechar la presencia en competición del 850, Volvo llegó más lejos con el T-5R, que alcanzaba 240 CV mediante un overboost que duraba 30 segundos. La suspensión rebajada y más dura le daba ese carácter más deportivo buscado. El 850 T-5R iba a ser una serie limitada de 2.500 unidades, pero la respuesta del mercado fue tan buena que finalmente fabricaron 5.500, casi la mitad de color amarillo crema (el de las fotos). Cuando finalizó la producción del T-5R, Volvo hizo modificaciones significativas en el motor en la versión 850R, un modelo más escaso y hoy difícil de encontrar.