Motor Clásico

Sin ambages ni firuletes

-

Aunque quizá me equivoque, para mí estar cautivo es tener preso el cuerpo, y estar cautivado es tener presos los afectos o el ánimo; ambas cosas son cautiverio­s, pero físico el primero y espiritual el segundo, y con ese criterio voy a analizar lo incurablem­ente autocautiv­ados que estamos.

¿Qué hace tan cautivador al automóvil? ¿Por qué sigue cautivándo­nos pese al afán Administra­tivo por demonizarl­o, restarle utilidad y hacer caro y desagradab­le tenerlo y usarlo? ¿Cómo es posible que sigamos deseándolo Ð y comprándol­oÐ sin echar cuentas de su coste, rentabilid­ad y futuro, y no por pura necesidad y con estricto criterio económicop­ráctico, sino por «placer» de cambiar siguiendo modas impuestas? Lo dicho: ¿qué tiene el automóvil para tenernos tan auto-cautivados?

En la actualidad no lo sé, pero recuerdo tiempos en que sí lo sabía, tiempos en los que tenía¼ ¡que servía para todo! Para uso diario y dominguero; para pasear o corretear; para ir al centro, al campo, de vacaciones, a trabajar, a visitar amigos, etc. ¡Si hasta de «polvera» servía!

El coche daba acceso a un paraíso de comodidad, disfrute, independen­cia y libertad. Caro, sí, eso siempre, pero con compensaci­ones que hoy ya no se dan porque los responsabl­es del urbanismo y del tráfico nunca se han anticipado a los problemas; como mucho han ido a remolque «mitigándol­os» mediante restriccio­nes y tributos, y no creo que porque fueran y sean ineptos o zotes, pues tras más de medio siglo haciendo lo mismo con idénticos resultados («campañitas seudoeduca­tivas» y urbanizar sin prever aparcamien­tos y viales acordes con la atracción y generación zonal), hasta el inepto más zote sospecharí­a que quizá eso no sea lo más acertado, así que debe haber otras razones.

Ahora, vayas donde vayas, si las discrimina­ciones lo permiten¼ tienes dos opciones: aflojar el bolsillo u olvidar el coche. Vedan el centro de las ciudades, y tragamos; y como tragamos tienen la deferencia ±o se chotean, vete a saber± de llamarlo «almendra central» (quizá para hacerlo más tragable) y lo extienden hasta periferias a las que según cuándo, sólo puedes ir en taxi porque el transporte colectivo (que «por supuesto» carece de aparcamien­tos «disuasorio­s» gratuitos, seguros y suficiente­s) tiene horarios limitados e itinerario­s que no a todos dejan cerca de casa. ¡Vivan las ciudades humanas y sostenible­s!

Un amigo médico diagnostic­a así nuestra auto-cautividad: «Han logrado que tener coche sea como padecer un mal que podríamos llamar cochitis: sólo tenerlo, sin usarlo, equivale a un padecimien­to que cuando cursa normal provoca gastos, limitacion­es y molestias más o menos soportable­s, pero cuando se exacerba Ð es decir, cuando lo usamosÐ puede ser desde carísimo y molestísim­o, hasta letal».

Si los ayuntamien­tos avisan que prohibirán los diésel, pero siguen fabricándo­se y seguimos comprándol­os, luego no nos lamentemos, almas de cántaro. Yo Ð perdón por citarme como humilde ejemploÐ desde que empecé a ver venir lo que ha venido¼ y a temer lo que vendrá, decidí tener coches lo más pequeños posible para que cuando las autoridade­s ya nos ordenen sin ambages ni firuletes ingerirlos por vía anal, el «trago» sea lo menos desgarrado­r posible.

Temo que o los cochistas (marcas, usuarios¼ ¡y medios de comunicaci­ón!) empezamos cuanto antes a hacer algo (al menos, piar) para reivindica­r nuestra imagen y nuestros derechos, o el futuro del coche particular es muy negro, y el de nuestro mundillo será¼ ¡negrísimo!

Claro que si un día te preguntas: «¿comprar coche¼?» y te respondes «¿pa qué; pa na o pa cada vez menos¼?», igual decides ahorrarte su coste y sus gastos inherentes, no vas al centro tanto como quizá te apetecería (con el consiguien­te ahorro en espectácul­os y demás cosas cuya oferta escasea en los extrarradi­os), y descubres que no es más rico quien más tiene y gasta, sino quien sabe necesitar menos o prescindir de más. Y para remate, como llevarás una vida de mierda, se te hará larguísima y tendrás la sensación de vivir mucho más¼ tiempo. mc

O HACEMOS ALGO CUANTO ANTES, O EL FUTURO DE NUESTRO MUNDILLO SERÁ¼ ¡NEGRÍSIMO!

 ??  ??
 ??  ?? Desde niño sobre ruedas.
Andrés Ruiz fue director técnico de Motociclis­mo y es colaborado­r de Motor Clásico desde 1990.
Desde niño sobre ruedas. Andrés Ruiz fue director técnico de Motociclis­mo y es colaborado­r de Motor Clásico desde 1990.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain