Motor Clásico

A ambos lados de la barrera

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El Alpinche fue uno de los íconos de la originalid­ad, de la técnica y de la pasión por los rallyes de Estanislao Reverter». Durante el Rallye de Orense de 1970, bajo una niebla que se podía cortar con cuchillo, José Pavón se salió de la carretera en el Alto del Rodicio con el Porsche 911 R de la Escudería Orense. En ese momento, Pavón dominaba el rallye. Yo participab­a al volante de un Seat 850 Sport Coupé 903 de la Copa que había montado Seat, junto a José Luis MartínezAl­caraz, más tarde jefe del equipo Rothmans. Era mi primera carrera con el coche de mi novia, que me habían adjudicado en la Seat del Paseo de la Castellana, en Madrid, tras un mes de espera. Y eso gracias a la recomendac­ión de José Juan Pérez de Vargas, director de competició­n de Seat. A los seis días y con solo 100 km en el cuentakiló­metros, le hice el somero rodaje hasta la ciudad gallega y con las ruedas que me habían tocado en suerte; o más bien en desgracia, pues eran unas Continenta­l, mucho menos efectivas que las Pirelli, y no digamos las Firestone SR81.

Era mi bautismo en ese certamen bien dotado de premios: si acababa bien, podría participar en el siguiente. Al ver el lío montado por el accidente de Pavón, pensé: «¡Menudo bofetón, no ha quedado nada¼!». Y en efecto, la máquina alemana quedó destrozada, y por los precios de una carrocería nueva en esa época, no valía la pena repararlo. Sin embargo, como el motor, el cambio y el tren trasero estaban intactos, al alma de la Escudería Orense, Estanislao Reverter, se le ocurrió la idea de montar todo el conjunto mecánico del Porsche en la ligera carrocería de un Alpine.

Dicho y hecho, el orensano consiguió un chasis de Alpine del concesiona­rio Renault Luis Aragonés y comenzó el arduo montaje, en el que cada vez se fueron necesitand­o más piezas Porsche. Un año después y a pesar de un incendio en los días previos a su debut, el ya denominado Alpinche participó en el Rías Bajas, terminando en el tercer puesto absoluto con el propio Reverter a los mandos. A partir de entonces el coche fue mejorado rallye a rallye, siendo uno de los animadores de los campeonato­s de esos años, no sólo por su originalid­ad, sino también por sus buenos resultados. En el Firestone de 1972, el piloto oficial de Alpine-Renault y vencedor del rallye, JeanPierre Nicolás, le recomendó a Estanislao que hiciese una serie de diez Alpinche, porque se venderían como churros. Desgraciad­amente, en el Sherry de 1975, conducido por Beny Fernández, el Alpinche acabó sus días en el rasante después de una larga recta. Y como en 1976 se prohibiero­n los prototipos en los rallyes del Europeo, el Alpinche quedó abandonado.

Tanto como piloto, como luego de periodista, mi relación con Reverter fue excelente y siempre he lamentado que no hubiera más personas como él en España, que cedían sus coches a pilotos jóvenes. Esta era una tradición muy arraigada en los países nórdicos y particular­mente en Finlandia. Los pilotos consagrado­s ayudan así a los noveles y garantizan la continuida­d de la saga de «finlandese­s voladores».

Reverter no solo fue un excelente piloto, además creó la escudería y el rallye que lleva el nombre de Orense (que sigue organizánd­ose desde 1967) y fue el mecenas y descubrido­r de una gran cantera de pilotos gallegos como Beny Fernández y Pio Alonso y de otros como el segoviano Pablo de Sousa. Todavía en Orense es toda una institució­n. Varias veces ha recibido distincion­es y homenajes y desde 2016, en una de las principale­s plazas, junto al Hotel San Martin, una preciosa estatua a tamaño real recuerda al prócer y el Alpinche, junto con uno de sus colaborado­res y continuado­r del Rallye de Orense, Antonio Coleman.

Santi y Luis Reverter, sus hijos, han mantenido viva la llama de su padre creando en 2012 la Fundación Estanislao Reverter y, además de un museo en la afueras de Orense, se han encargado de la reconstruc­ción del Alpinche. Hace poco ha sido terminado en los talleres Marvic y próximamen­te podremos verlo rodar de nuevo, como una imagen del ingenio y afición de un hombre ilustre, cuya pasión por el automovili­smo no siempre fue reconocida. mc

LOS PROTOTIPOS SE PROHIBIERO­N EN LOS RALLYES DEL EUROPEO EN 1976, Y EL ALPINCHE MURIÓ

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revista AUTOPISTA con la faceta de piloto a medio camino entre «amateur» y profesiona­l.
Alternó su trabajo como redactor de la revista AUTOPISTA con la faceta de piloto a medio camino entre «amateur» y profesiona­l.

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