Motor Clásico

Trazando fino

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Ya no habrá chicas en la parrilla de la F1. Estamos en un mundo en el que lo políticame­nte correcto prevalece sobre la lógica, en el que lo habitual puede llegar a convertirs­e en una ilegalidad y en el que las tradicione­s, si no cumplen los requisitos que demandan las minorías más escandalos­as, se deben prohibir. Me parece muy bien que le den a la F1 un toque más infantil al poner a niños en las parrillas. Es una buena iniciativa que seguro va a hacer muy feliz a más de uno. Personalme­nte en mi infancia me hubiese encantado sujetar el número 1 con un McLaren rojo y blanco a mi espalda y un señor con casco amarillo en su interior, con un tío inglés con bigote a su derecha y un francés bajito y de nariz grande detrás. Ahora bien, a la señorita a la que le hubiese quitado el puesto acudiendo ahí gratis, sólo cobrando millones de emociones que me habrían servido para ser muy feliz, pero no para comer, seguro que le habría sentado mal el tener que ir al paro por mi culpa. En toda esta rocamboles­ca historia no podemos olvidar que una azafata o modelo también tiene derecho a trabajar, a comer, y a ejercer su profesión que, precisamen­te es esa, la de ser imagen de una marca, un producto o, en el caso de la F1, la posición de un piloto. Pero no, parece ser que su trabajo degrada a las mujeres y hay que prohibirlo para que no se sientan ofendidas haciendo lo que desean. «Disculpe, señorita, que como hay que ser políticame­nte correcto la vamos a mandar al paro, para igualarla a los parados españoles, griegos o mandarines, y así no se sentirá denigrada por su trabajo». Seguro que en ese punto ella sonríe y pasa de ser una completa desgraciad­a y oprimida y se convierte en una mujer feliz.

Puede que no sea objetivo y que los vapores de la gasolina me hayan dejado la mente corrompida por el machismo más denigrante, pero a mí me gusta ver azafatas en los circuitos, y más en la parrilla. Por eso, tras la prohibició­n, hago mi propio estudio de mercado para ver si soy yo el que está fuera de la sociedad o¼ hablo con mi mujer, sus amigas, amigas mías, compañeras, todas trabajador­as y algunas de ellas azafatas, que no le deben nada a ningún hombre y se lo deben todo a su trabajo y esfuerzo diario y a día de hoy no he encontrado a ninguna a la que estar en una parrilla de F1 le parezca denigrante para la mujer. Y ahora pregunto ¿por qué está bien visto que los bomberos saquen un calendario solidario con medio, o todo, el cuerpo desnudo y a todo el mundo le parezca bien? Como hombre me debería sentir indignado ante un acto tan... «machista» . A nadie se le ha ocurrido pensar que, si esto era un problema tan grave, en lugar de quitar a bonitas señoritas podíamos haber puesto bonitos señoritos también. O ya puestos, a chinos cantoneses de más de dos metros, porque ellos se tienen que sentir discrimina­dos por no salir en una parrilla de F1. Nos hemos vuelto locos. Y esto no es sólo de la F1. En el cine ya no podremos ver al galante James Bond conduciend­o su precioso Aston Martin DB5 del 63 acompañado de una bella señorita a la que va piropeando, porque esto degrada al resto de las mujeres. En cambio, estamos viendo a 007 dar host¼ como panes, con multitud de sangre y fallecidos, pero eso no ofenda a nadie. Recuerdo la época en la que el galmour formaba parte de la competició­n automovilí­stica, en especial del gran circo de la Fórmula 1. Ves películas como Grand Prix o las 24 Horas de Le Mans y la parte femenina aporta mucho al guión, porque el mundo es de todos, ya seamos hombres o mujeres, y todos escribimos la historia desde el puesto que ocupamos en la vida. Si hay respeto, no veo por qué hay que romper una tradición tan arraigada como la de las chicas de la F1, que a mi juicio no son problema alguno. Si el grandioso e inimitable James Hunt se enterase de semejante espectácul­o, estoy seguro que volvía a continuar la fiesta en su tumba. mc

HUNT SE REVOLVERÍA EN SU TUMBA... ES MEJOR QUE NO SE ENTERE

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deja el volante de las últimas novedades (SUV y eléctricos) y se enreda entre carburador­es y «chiclés» de alta.
El «rapidillo» de AUTOPISTA deja el volante de las últimas novedades (SUV y eléctricos) y se enreda entre carburador­es y «chiclés» de alta.

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