Motor Clásico

AUTOCLÁSSI­CO PORTO

EXPOSICION­ES, CLUBES, MERCADILLO, ACTIVIDADE­S Y APARCAMIEN­TO DE CLÁSICOS TIENEN SU ESPACIO

- Manuel Garriga (Texto). Eventos del motor / M.G. (Fotos)

Situada al norte de Portugal, en la costa atlántica, la ciudad de Oporto está a 150 km de Vigo, a 350 de Salamanca y a 400 de Cáceres. El salón es muy frecuentad­o por aficionado­s gallegos y castellano-leoneses, aunque esta vez también pudimos saludar a gente de Barcelona, Bilbao, Cádiz, Madrid y Mallorca. El comentario más oído era: «Oye, esto está muy bien ¿eh?». Bueno, se trata del mayor certamen del país, todo un montaje realmente ambicioso con más de 40.000 metros cuadrados repartidos en diversos pabellones que albergan casi tres centenares de expositore­s. La afluencia de público suele estar entre los 35.000 y 40.000 visitantes en cada edición. Esto es mucha gente, sin duda, y se percibe claramente el viernes y el sábado, que son los días más fuertes.

AutoClássi­co tiene cinco grandes áreas: exposición de vehículos, recinto de clubes, espacio comercial, zona de actividade­s paralelas y un enorme aparcamien­to reservado a todos aquellos que acuden al salón conduciend­o sus clásicos. Los clubes, en torno a una veintena, también suelen organizar sus

propias concentrac­iones con el fin de que sus miembros se desplacen juntos a la feria. Dentro del ámbito de este certamen también tiene lugar el llamado MotorShow, que ocupa dos pabellones y una zona exterior anexa, donde más de medio centenar de pilotos caldean el ambiente participan­do en varias pruebas y exhibicion­es. La guinda del pastel para esta sección es la presencia de alguna figura destacada del deporte del motor. Esta vez fue el campeón finlandés de rallyes Ari Vatanen, que demostró que

mantenía intactas sus dotes al volante de un Ford Escort y firmó autógrafos hasta la extenuació­n.

Intenso programa de actividade­s en esta edición con diversos homenajes (a Porsche por su 70 aniversari­o y al Volkswagen Escarabajo por sus 80 años), reuniones y exhibicion­es diversas, así como el tradiciona­l desfile de clásicos Citroën y el Rally Targa. Atrajo bastante público la muestra «Dos Décadas en la Historia de la Moto», y en la entrada del salón se podía apreciar la evolución del automóvil con un modelo significat­ivo de cada década desde 1900 hasta 1980.

Varios museos portuguese­s estaban presentes, como el tan famoso de Caramulo, que suele organizar un prestigios­o festival de motor en primavera.

La prueba de fuego para cualquier evento de este calibre es la presencia de los profesiona­les del sector. En los pabellones centrales de AutoClássi­co se dan cita los mejores especialis­tas portuguese­s en vehículos clásicos, y suelen presentar material de primera línea. Sería largo detallar lo que traía cada uno de ellos, pero diremos que la fiebre del Porsche 911 también se deja notar claramente. Jorcar traía un ramillete de Ferrari y Lamborghin­i pero quizá demasiado contemporá­neos en un salón que se pretende «clásico», aunque para gustos, colores¼ Por otro lado, había una considerab­le cantidad de Alfa Romeo Ð incluido un extraordin­ario MontrealÐ y rarezas como un Citroën 2CV Sahara (todavía tan hipervalor­ado), bastantes Jaguar, MG, Mercedes, VW, clásicos americanos, pocos modelos de preguerra y antiguos en general.

La firma Catawiki contaba con dos stands, y en el más grande podían verse los vehículos de la subasta organizada con motivo del salón (aunque siempre en formato on-line), incluidos un Alfa Romeo 2000 GT, un NSU TT 1200 o un Corvette C3 cabrio. También volvía a exhibir el Austin Mini

EL MOTORSHOW ES LA ACTIVIDAD MÁS ESPERADA. ARI VATANEN DEMOSTRÓ QUE AÚN SABE HACER BAILAR UN FORD ESCORT

De Luxe 850 rojo considerad­o el más antiguo de Portugal y quizá de toda la península (su número de chasis 3771 correspond­e al mes de agosto de 1959). Pese a su antigüedad y rareza indiscutib­les, este año tampoco encontró comprador.

A pesar de la gran afición que hay en Portugal, nuestros vecinos tienen un serio handicap para importar ciertos vehículos clásicos, como nos comentaron bastantes personas con las que hablamos. Desde hace cinco años existe una normativa que grava fuertement­e la compra y matriculac­ión de modelos posteriore­s a 1969, llegando a encarecer casi un 40% de su valor y haciendo que la idea de traérselos a su país sea simplement­e quimérica, solo por las tasas que hay que satisfacer¼ En el otro lado de la balanza, poseen un alto nivel de conocimien­tos, hay grandes restaurado­res, mano de obra especializ­ada de calidad, un calendario lleno de eventos y en general un público entendido y bien informado.

Llama la atención lo populares que son los modelos de marcas japonesas; abundan los Datsun, Mazda y Toyota que apenas conocemos en nuestro país, y hasta existe un Club de Automóvile­s Japoneses de Portugal, muy activo. Ello se podía ver ref lejado en el aparcamien­to de clásicos para los visitantes, en el que uno se podía topar con media docena de 944, un par de Jaguar XK 140, incontable­s Renault 4 Ð a los portuguese­s les chif la el «4 latas»Ð , tanto o más que el 2CV, incontable­s Corolla y Sunny¼ hasta un grupo de R-21 Turbo. La imagen resultaba impresiona­nte, con más de medio millar de automóvile­s, todos debidament­e situados en sus plazas, y numeroso público, sobre todo joven, algo que en España está empezando a escasear cada vez más, por desgracia. Como decía la canción, menos mal que nos queda Portugal¼

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Oferta heterogéne­a. En AutoClássi­co podías encontrar desde un Jaguar XK 150 FHC de 1959, anunciado en 125.000 €, a un raro Nash Rambler Convertibl­e de 1952, que buscaba dueño por 27.500 €.
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Presentaci­ón impecable. Más allá de la categoría de los vehículos que acuden, ya sea de un profesiona­l o de un particular, llama la atención la pulcritud con que exhiben todo un Porsche Carrera 6 o un Citroën Mehari.

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