Motor Clásico

124 1ãSerie (FA y FB)

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El Seat 600 fue el primer coche de muchas familias españolas. Para aquellas en las que el 124 fue el segundo, el progreso en todos los aspectos fue descomunal. Seat ya había vendido el 1400 y el 1400 C/1500, pero no estaban al alcance de la mayoría. Menos aún los coches de importació­n o el Dodge Dart que fabricaba Barreiros. Para una gran parte de las familias, el espacio, el confort y las prestacion­es de un 124 fue una experienci­a nueva.

Incluso para las que habían dado un paso intermedio entre el 600 y el 124, por ejemplo con un Renault 8 o un Simca 1000, poder acceder al último modelo de Seat suponía viajar con más rapidez, seguridad y confort. Y, entonces, las diferencia­s en esas tres variables eran mucho más significat­ivas que las que puede haber hoy entre coches de distintos segmentos.

En un trayecto largo (digamos 500 km), con un 124 se podía ahorrar incluso horas, en relación a un 600. Ese cálculo puede parecer exagerado si solamente se tiene en cuenta la velocidad que podían sostener uno y otro, pero el tiempo de viaje entonces no dependía solamente del crucero. Por una parte, con un 124 era posible adelantar a los camiones con cierta facilidad en sitios donde con el 600 era imposible. Por otra, las ventajas de espacio para los pasajeros, suspensión, ventilació­n y ruido hacían el viaje más tolerable. Había que parar para descansar menos veces y menos tiempo. Eso, sin contar que en el 124 no se calentaba. Quien cambiaba a un 124, además, ganaba mucho en maletero en términos absolutos. En términos relativos no tanto porque, en los viajes de vacaciones, lo más normal era llenarlo hasta los topes fuera el coche que fuera.

Técnicamen­te, Fiat tuvo un planteamie­nto conservado­r con el 124. Además de la tracción trasera, tenía un eje rígido con tirantes longitudin­ales y barra Panhard. La dirección era de tornillo y rodillo; el generador eléctrico, una dinamo; los neumáticos, diagonales (no radiales). Eso sí, tenía cuatro buenos frenos de disco, aunque sin servo. El motor del primer Seat 124 era un cuatro cilindros en línea de reciente desarrollo, con cinco apoyos del cigüeñal (menos vibracione­s que los de tres apoyos que hacía Seat hasta ese momento), árbol

de levas lateral en el bloque y válvulas paralelas inclinadas (cámara de cuña). El carburador de doble cuerpo podía ser un Solex 32 o un Bressel 32 (por diseño, un Weber). Con una relación de compresión de 8,8 a 1, daba 60 CV DIN a 5.600 rpm. En la publicidad, Seat anunciaba para este motor 65 CV con el método SAE, más apartado de las condicione­s reales de utilizació­n que la norma DIN.

Al margen de las modificaci­ones funcionale­s y estéticas de la carrocería, en esta primera serie hubo evolucione­s mecánicas significat­ivas. Una de ellas es el aumento de potencia de 60 a 65 CV DIN (70 SAE). No era una diferencia despreciab­le, esa potencia extra venía bien porque, aunque el 124 pesaba alrededor de 900 kg (según la carrocería y la versión), a veces iba muy cargado. El aumento vino de versiones distintas de los carburador­es Solex o Bressel y de un ajuste en la distribuci­ón. La forma de la curva de potencia no era sustancial­mente distinta, los valores máximos de potencia y par seguían en el mismo régimen.

Las relaciones de cambio y el grupo no cambiaron en esta versión con carrocería berlina, el familiar tenía un grupo un 2% más corto. Con los neumáticos 155 S - 13”, quedaba un desarrollo en directa de 24,9 km/h cada 1.000 rpm. Seat anunciaba una velocidad máxima de «más de 140 km/h» en la versión de 60 CV y 150 km/h en la de 65 CV. Con ese desarrollo, a régimen de potencia máxima no alcanzaba 140 km/h; es decir, era tirando a corto. Aunque en esa época no era un crimen ir a 140 km/h por la carretera, normalment­e venía bien ese desarrollo más apropiado para velocidade­s más bajas, que eran las normales en el uso familiar que se le daba al coche.

Otra de las modificaci­ones que más afectó a las cualidades dinámicas fue el cambio del eje trasero. Inicialmen­te, tenía dos brazos longitudin­ales y, para evitar el efecto

LAS MEJORAS MECÁNICAS COMENZARON POCO DESPUÉS DEL LANZAMIENT­O

SOBRE LA MISMA BASE HUBO DESDE MODELOS SENCILLOS HASTA BERLINAS DEPORTIVAS

de giro del eje en aceleració­n y frenada, la propia unión entre la campana del árbol de transmisió­n y el diferencia­l. Cuando salió el 1430, ese movimiento se suprimía añadiendo dos brazos longitudin­ales más, articulado­s en una altura mayor que los otros dos, de manera que formaban sendos cuadriláte­ros. En los dos casos la sujeción transversa­l la hacía una barra Panhard y, con la suspensión trasera nueva, se eliminaba la barra estabiliza­dora. Desde el lanzamient­o del 124 D, en 1971, se adoptó ese nuevo eje trasero estrenado por el 1430. Junto con los neumáticos radiales, de serie o como extra, la mejora de los amortiguad­ores en calidad y ajuste, el 124 acabó teniendo una estabilida­d buena, dentro de lo posible con este tipo de suspensión. No obstante, incluso en el mejor de los casos (eje trasero de cuatro brazos longitudin­ales y neumáticos radiales) la motricidad era limitada. Y, por supuesto, en ciertas situacione­s su condición de tracción trasera podía poner las cosas más difíciles al conductor de un 124 que al de un Simca 1200 o un Renault 12. Un 124 entraba mejor en las curvas pero, con suelo deslizante, podía salir peor. En su día se argumentab­a que, con un tracción trasera, la conducción era más «pura» y la preferían los que dominaban mejor las reacciones del coche. Además, los tracción delantera que rivalizaba­n con el 124 eran más subvirador­es en la entrada de la curva. Pero el conductor medio español estaba lejos de ese volantista ideal que a veces tenían en mente quienes escribían sobre coches y esta primera serie del 124 era un modelo de gran difusión para uso familiar, no la berlina deportiva que llegó a ser posteriorm­ente. No hemos hablado del 1430 que, bajo ciertos criterios, se puede considerar un modelo aparte. De hecho, algún orgulloso comprador de un 1430 se lo tomaba a mal si le decían que tenía un 124. En 2019 lo veremos con detalle, junto con las versiones FU y Ddauto, cuando cumpla 50 años.

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 ??  ?? El primero. Esta bonita unidad, de 1968, ilustra cómo era el 124 cuando llegó al mercado. Se trata de la versión básica, sin bandeja para la radio, moqueta en el suelo, tacómetro en la instrument­ación o llave en el depósito. Tampoco tenía servofreno.
El primero. Esta bonita unidad, de 1968, ilustra cómo era el 124 cuando llegó al mercado. Se trata de la versión básica, sin bandeja para la radio, moqueta en el suelo, tacómetro en la instrument­ación o llave en el depósito. Tampoco tenía servofreno.
 ??  ?? Más equipamien­to y otro acabado. Un LS de 1974, ya con los pilotos dobles y distinta tapicería, entre otros cambios. Seat tuvo el acierto de segmentar bien la gama con distintas opciones de precio.
Más equipamien­to y otro acabado. Un LS de 1974, ya con los pilotos dobles y distinta tapicería, entre otros cambios. Seat tuvo el acierto de segmentar bien la gama con distintas opciones de precio.
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