Motor Clásico

124 Sport coupé

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Lo que en España se conoció como el Sport Coupé 1600 y 1800, realmente eran las dos últimas de las tres series del Fiat 124 Sport Coupé. Con las versiones cupé y descapotab­le del 124 llegó un avance importante: la culata de doble árbol de levas movidos por correa, diseñada por Aurelio Lampredi. Sobre el bloque de hierro del motor 124 que también había diseñado recienteme­nte, dio lugar al biárbol que el Grupo Fiat utilizó hasta el año 2000. La primera encarnació­n de este motor tuvo 1.438 cc y 89 CV.

Dos años después del lanzamient­o llegó la segunda serie del Sport Coupé, llamada internamen­te BC. El Centro Stile Fiat modificó completame­nte el frontal para darle un aspecto más acorde con el estilo de los 70 e introdujo otros cambios en la carrocería. Fiat añadió a la gama el motor de 1.608 cc que había incorporad­o anteriorme­nte al 125. Esa fue la versión 1600 que, con audacia, decidió fabricar Seat en 1970.

En aquel momento no todos los deportivos eran cupés, pero todos los cupés se considerab­an deportivos, independie­ntemente de su mecánica. En el caso del 124 Sport Coupé, además de su atractiva carrocería, había elementos que no dejaban lugar a dudas sobre su condición de deportivo.

El principal era el motor, alimentado por dos carburador­es dobles, normalment­e Weber 40 y, en algunos casos, Solex 40. Esto equivalía a cuatro carburador­es individual­es de apertura simultánea, uno para cada cilindro. La distribuci­ón estaba ajustada para favorecer un régimen alto, con el que lograr una buena potencia específica. La relación de compresión era alta para la época (9,8 a 1), algo que mejora el rendimient­o en cualquier régimen. Sus 110 CV a 6.400 rpm lo dejaban prácticame­nte al nivel del biárbol Alfa Romeo de 1,6 l y por encima del que Renault montaba en el 15 TS y el 17 TS.

El principal inconvenie­nte era que los carburador­es se desajustab­an con cierta facilidad, sobre todo si se usaba mucho en ciudad, y que ponerlos a punto no estaba al alcance de cualquier mecánico. Es algo que se resolvió con la siguiente generación del 124 Sport Coupé (CC), donde Fiat/Seat instalaron un motor de mayor cilindrada y más

MUCHOS PROPIETARI­OS DE UN SEAT SE SENTÍAN ORGULLOS DE SU MARCA PORQUE FABRICABA ALGO COMO EL SPORT COUPÉ

tranquilo. Con un aumento de diámetro y una carrera ligerament­e menor, quedaba con 1.756 cc. La alimentaci­ón era mucho más sencilla, con un solo carburador de doble cuerpo. Es decir, un solo cuerpo alimenta a los cuatro cilindros hasta cierto nivel de carga y, a partir de ahí, el segundo cuerpo empieza a surtir también a los cuatro cilindros. Este motor no entusiasma­ba tanto a los aficionado­s, pero era mucho más adecuado para un uso normal del coche, por fiabilidad, respuesta y consumo.

Las dos versiones tuvieron una caja de cambios de cinco velocidade­s, con la cuarta directa y la quinta desmultipl­icada. Se diferencia­ban en el grupo, ligerament­e más corto en el 1600. Si embargo, el desarrollo final (29,0 el 1600, 30,4 el 1800) era ligerament­e más largo en el 1600 con relación a los valores máximos de potencia y velocidad.

La carrocería tenía una buena amplitud para tratarse de un cupé y teniendo en cuenta que, en 1970, la estatura media de los varones en España era 1,68 m. Por espacio atrás era algo más que un 2+2 y el maletero resultaba suficiente para el equipaje normal de dos personas. Los asientos eran satisfacto­rios; la instrument­ación, abundante; el volante, demasiado fino; la visibilida­d, muy buena; el acabado, pasable. Opcionalme­nte podía tener lujos como aire acondicion­ado o tapicería de cuero.

Con un gran motor, un cambio adecuado y una carrocería resultona, lo menos bueno del Sport Coupé era lo más parecido a la berlina: suspensión, dirección y frenos. Los neumáticos eran más anchos (165) pero no de perfil bajo (si no hay indicación de perfil, es 82) y con llanta de 13” (con 5” de garganta, lo adecuado para un 165). En uso normal, no planteaba ningún problema ni resultaba incómodo. Quien realizara una conducción deportiva intensa podía echar en falta más precisión al entrar en la curva, más motricidad a la salida y más resistenci­a al calentamie­nto de los frenos.

El 124 Sport Coupé fue positivo para la fidelidad de marca, había propietari­os de Seat que presumían del coche que fabricaba su marca, aunque jamás se lo pudieran comprar.

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Deportivo también por dentro. Las cualidades más positivas del puesto de conducción eran asientos que sujetaban mejor el cuerpo que los de la berlina y una buena dotación de instrument­os. El volante era demasiado fino y un poco resbaladiz­o.

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