Caricias del aire
Una tarde soleada de febrero, ideal para rodar a bordo de este veterano roadster. Su motor de seis cilindros y abundante par permite mantener un crucero cómodo de 70-80 km/h en carreteras de escaso tráfico. ¡Suban!
Cuando el Hupmobile que aparece en estas páginas salió de la factoría de Detroit, los Estados Unidos tenían una población que superaba los 120 millones de habitantes y por sus calles y carreteras rodaban más de ocho millones de automóv iles. Por entonces, en España vivían alrededor de 23 millones de personas y el parque de vehículos motorizados no llegaba todavía a los 200.000 vehículos, incluidos camiones, autocares y motocicletas. Este contraste entre nuestro país y la que despuntaba como primera potencia mundial, además de indicar el superior poder adquisitivo de los estadounidenses, expresa también la importancia que poseía su mercado interno, que incluía una masa ingente de consumidores dispuestos a gastar sus dólares.
Gracias a ello, la industria norteamericana del automóvil cobró un auge imparable, favorecida por el precio asequible de la gasolina y un tamaño creciente de las ciudades que inv itaba a moverse en el auto propio. Dentro del sector automovilístico, el ingeniero Robert Hupp trabajó en las compañías Oldsmobile y Ford junto a sus creadores, Ransom Olds y Henry Ford, hasta que en 1908 fundó con su hermano Louis y un grupo de accionistas la sociedad Hupp Motor Car Company. Esta nueva empresa lanzó en 1909 su primer automóvil, el Model 20, un runabout biplaza propulsado por un motor de cuatro cilindros y que tenía un precio de 750 dólares. Dicha cifra era inferior en 75 dólares a lo que costaba la versión más barata del recién aparecido Ford T, lo que permitió a la joven empresa vender en los años siguientes varios millares de unidades.
En 1911, esta empresa de Detroit cobró renombre por construir el modelo 32 con una carrocería integral de acero. Aquello fue posible gracias a la llegada del ingeniero británico Nelson, que anteriormente había traba-
DESDE 1927, AMOS NORTHUP CREÓ CARROCERÍAS VISTOSAS QUE AUMENTARON LAS VENTAS
jado en BSA y en unión a los técnicos Budd y Ledwinka crearon una carrocería elaborada con piezas de acero soldadas entre sí. Gracias a aquella novedad, la carrocería era más resistente, además de tener mayor rapidez de montaje y la posibilidad de prefabricarla. Sin embargo, se olvidaron por completo de patentar su creación.
La empresa siguió creciendo en producción y a partir de 1924, el nuevo presidente de la compañía se comprometió a aumentar la categoría de la marca. Así, en 1925 salió al mercado el Hupmobile Eight, que disponía de cuatro frenos hidráulicos y cuyos ocho cilindros tenían 4 litros de cubicaje. Para reafirmar esta decisión, los Hupmobile de cuatro cilindros desaparecían en 1926, sustituidos por un nuevo modelo de seis cilindros. Aun con todo, el éxito se resistió hasta 1927, cuando la empresa Murray Body Corporation se encargó del diseño de las carrocerías. Bajo la dirección del jefe de diseño Amos Northup, la gama de 1928 llegó con un estilo refinado, algo que se notó en el incremento de ventas que alcanzaron en esa temporada las 55.000 unidades, la mayor cifra anual que registró la marca en toda su historia.
Este descapotable de 1929 que hemos tenido ocasión de probar lo compró su actual dueño en marzo de 2007.
Para ello viajó a los Estados Unidos, país que conoce por haber residido y trabajado allí durante más de dos décadas. Según visitaba a un compraventa, entre los doscientos ejemplares que mostraba en su edificio de Saint-Louis, Missouri, le entusiasmó esta unidad, que respondía a la perfección a lo que estaba buscando. Tras efectuar el pago, hacerse con la documentación y gestionar el transporte del Hupmobile a España, sólo quedaba esperar su llegada un mes después e iniciar los trámites para su matriculación como vehículo histórico, completados ese mismo año.
Mirado de frente y a coche parado, en este roadster que la marca denominaba ªsportsterº llama la atención el estilo de los faros principales y de los paragolpes, que aportan refinamiento a este auto cuyo precio era de 1.435 dólares. También sobresale el brillo de la coraza del radiador y de los marcos del parabrisas abatible, así como el de las luces auxiliares y de ambos retrovisores laterales, tan necesarios en el tráfico actual. Por su parte, al pasear a su alrededor queda patente el contraste acertado entre los dos colores de la carrocería, a los que se añaden las vistosas llantas de radios y los tonos blanco y arena visibles en las bandas de los neumáticos y en la capota.
En el costado derecho de la carrocería, se encuentra la portezuela que da acceso al lugar reservado a los palos de golf. Y en la zona trasera, delante del baúl portaequipajes va situada la tapa del ahítepudras, que al abrirla permite observar el asiento adicional de dos plazas, cuyos pasajeros viajarán aislados mientras se circule con la capota extendida. A continuación levantamos el capó derecho y podemos ver los colectores de admisión y escape, ambos situados a la derecha de los seis cilindros y encima del carburador Stromberg. En la misma operación con el capó izquierdo, observamos la columna de la dirección, la nodriza de vacío, el distribuidor de encendido y el claxon.
Antes de ponernos en marcha, la temperatura cálida de aquella tarde invitaba a plegar la capota, labor sencilla que sólo requiere soltar los enganches que la fijan al parabrisas e ir atrasándola y doblándola desde ambos lados. Una vez recogida, Jesús se instala sobre el asiento corrido de cuero, activa el contacto y tira del mando que acciona el motor de arranque, ya con el encendido atrasado y la mezcla enriquecida. Gracias a una relación de compresión tan baja, el propulsor se despierta al instante y mantiene un ralentí acelerado. Tres minutos bastan para que alcance su temperatura de servicio, momento en que subimos a bordo. Comenzamos a rodar tras engranar primera con el correspondiente crujido de piñones y soltar el freno de mano.
El paso a segunda, con maniobra de doble embrague, se puede realizar a sólo 5 km/h ya que hay par motor en abundancia. Y lo mismo sucede al mover la palanca del cambio para introducir la tercera, relación que dispone de suficiente v igor siempre que se superen en llano los 30 km/h. A partir de esta velocidad, sentimos los suaves remolinos de aire, que han pasado por encima del parabrisas y que también llegan desde los lados. En la carretera desierta, continuamos el recorrido a 60-70 km/h, cadencia deliciosa que permite disfrutar con las caricias del aire y los paisajes cambiantes. De repente, un bache visible de lejos obliga a frenar, cometido que exige fuerza sobre el pedal y se obtiene a cambio una deceleración equilibrada, acorde a las prestaciones del
AUNQUE PARECE UN BIPLAZA, OCULTA UN AHÍTEPUDRAS PARA DOS PERSONAS
auto, seguida de una reducción a segunda, superar el bache sin que la suspensión proteste y seguir la ruta.
El Hupmobile apenas se inclina al tomar las curvas y la suspensión resulta cómoda, con un reglaje blando en firmes asfaltados que se vuelve brusco cuando hay que pasar zonas irregulares. El asiento carece de diseño anatómico y es fácil deslizarse sobre la tapicería de cuero en las curvas, lo que obliga al acompañante a agarrarse como pueda si se rueda a ritmo vivo, mientras el conductor se sujeta gracias a la cercanía de la puerta, el enorme volante de 43,5 cm de diámetro y tener los pies afirmados sobre el piso.
De hecho, en un descenso largo tuvimos ocasión de ver el velocímetro de tambor llegando a las 60 millas por hora, aunque el sonido del aire era ya molesto y era preciso sujetar el volante con firmeza para evitar cualquier desvío en la trayectoria. Por eso, es más llevadera una marcha suave, en la que el motor hace gala de su baja sonoridad y el recorrido se convierte en un paseo delicioso. En una nueva parada con el sol oculto, extendimos la capota con la misma facilidad que la plegamos, y cubrimos los últimos kilómetros sin la luz de las horas anteriores, pero con la satisfacción de haber gozado con este auto.
En conclusión, este roadster no sólo posee una estética vistosa y representativa de su época, sino que permite disfrutar con su conducción a crucero turístico. Descapotado, con el parabrisas tumbado y cuatro personas a bordo, cualquier excursión se puede convertir en una experiencia reconfortante. mc