Motor Clásico

Manuel Garriga nos relata su experienci­a de (mal ) copiloto en el Spain Classic Raid.

No se me había pasado por la cabeza tomar parte en esta prueba hasta que un buen amigo me pidió que le hiciera de copiloto, pese a mi escasa habilidad en estas lides. Una experienci­a imborrable y altamente recomendab­le, compartida con los otros 140 equipo

- MANUEL GARRIGA (TEXTO) M.G./SCR (FOTOS)

En su qu i nta ed ición esta temporada, el Spain Classic Raid es ya popular entre los aficionado­s españoles. Lo hemos tratado en varias ocasiones. Los participan­tes son bien variopinto­s: grupos de amigos en varios vehículos, parejas jóvenes y matrimonio­s consolidad­os, equipos padre-hijo, hermanos, compañeros de trabajo, jubilados... y con una buena química entre todos —no faltan los estirados, como en cualquier lado— pero en general el ambiente resulta formidable. El factor clave es una organizaci­ón que se vuelca en hacer funcionar la prueba con todos los medios disponible­s y una sonrisa en los labios, sea la hora que sea y aunque caigan chuzos de punta. Por otro lado, creo que no hay ninguna carrera de clásicos tan extenuante, que a lo largo de toda una semana permite recorrer media España por unas vías que muchos ni hubiéramos pisado en la vida.

DÍA 1: ANDORRA - HUESCA

El buen ambiente reinante en el parque cerrado a primera hora de la mañana templa los nervios de la salida. Nuestra inexperien­cia en esta prueba es absoluta y aunque estamos seguros de la fiabilidad del coche todavía andamos verdes en la navegación. Rodamos en convoy con un grupo de participan­tes por una pista de alta montaña. Piedras sueltas, fuertes bajadas, barrancos de vértigo... esto va en serio. Llega el momento de vadear un río. Jaume lo ataca con tal ímpetu que hinca la placa protectora del depósito de gasolina en el lecho y debemos detenernos a retirar los restos. El resto de la jornada transcurre con calma hasta que, al final de la etapa, llegamos a una cuesta enfangadís­ima. Los coches pequeños suben por su poco peso; los grandes por potencia y los 4x4 por capacidad de tracción. Nosotros nos quedamos encallados a la mitad; un Jeep de la organizaci­ón nos sacará del atolladero. Al poco todos recibimos un whatsapp de la dirección de carrera: el tramo queda anulado. Media vuelta y a enlazar con otro punto del rutómetro. La línea de escape del BX ha quedado tocada y vamos perdiéndol­a a cachitos, que nuestros gentiles rivales recogen por el camino. La pareja del Escort XR3i recupera un silencioso, y los navarros del Supercinco nos traen otra sección del tubo. En esta carrera hay gente realmente estupenda. Impera el espíritu deportivo, las ganas de pasarlo bien y el sentido del humor. Nuestra entrada en Huesca es, literalmen­te, estruendos­a y en la misma plaza donde se agrupan todos los coches podremos armar el escape e instalarlo. Iremos a la cama muy tarde, exhaustos pero contentos.

DÍA 2: HUESCA - SORIA

El día arranca con el primer tramo cronometra­do (TC) apenas salir de la ciudad, y a un par de km hay una cuesta de unos 50 metros con una profunda zanja en medio que pone el vello de punta. Meter una rueda ahí implica quedarse con la otra al aire. Primera y gas a fondo, afinando la trayectori­a pero con decisión. El BX trepa con fuerza y salimos airosos del lance. La ruta discurre por solitarios caminos de monte llenos de piedras afiladas que no hacen temer por la integridad de los neumáticos. Poco después de una breve parada en el castillo de Loarre para la foto !bingo! pinchazo al canto. Cambio de rueda y de nuevo en marcha. Llegamos con retraso a las Bárdenas Reales, donde nos impresiona­n esas formacione­s rocosas que parecen sacadas del desierto de Arizona. Constatamo­s que el eje delantero va muy bajo: la palanca de ajuste de altura se ha roto. Podemos rodar pero sería arriesgado meterse en zonas difíciles, así que vamos

CON EL COMPAÑERIS­MO QUE SE RESPIRA, UNO TIENE SENSACIÓN DE SER PARTÍCIPE DE UNA AVENTURA COLECTIVA Y DA LO MEJOR DE SÍ

Polvo y piedras. A veces no es nada sencillo, en áreas tan desérticas era habitual perderse. Alguna zanja podía tragarse medio Corsa si el piloto no afinaba. directos a Soria para repararlo después de que el amigo Lucas Caraba nos lleve a cenar a un sitio fantástico.

DÍA 3: SORIA - CUENCA

Tramo especial en el circuito de tierra de Alcolea, regularida­d a tres vueltas para desayunar. Ya vamos más sueltos, el coche se porta bien pero la navegación es tensa, no cabe despistars­e ni un segundo, si pierdes la concentrac­ión te saltas una casilla del rutómetro y el extravío está garantizad­o Algunas indicacion­es son confusas ¿Es este camino o el otro? ¿Es esto un camino o no? ¿Es cruce o bifurcació­n? El día se pasa en el coche sin parar, con unas galletas y algo de frutos secos. Atravesand­o los bosques de Guadalajar­a nos encontramo­s metidos en la Madre de Todos los Lodazales; el tramo de enlace será anulado por la organizaci­ón pero ya es demasiado tarde para nosotros. Vamos detrás de un Marbella de dos chavales que va pega saltos de un lado a otro. Son varios kilómetros en los que el BX navega más que rueda sobre auténticas piscinas de fango, con dirección errática y tratando de no perder tracción. Si se para nos hundimos. Llegamos con barro hasta las orejas. La tensión de esta jornada ha sido extenuante.

DÍA 4: CUENCA - ALICANTE

Piedras, piedras y más piedras, muchas y cortantes. Nos equivocamo­s de camino rodando junto a nuestros amigos navarros del Supercinco. Es fácil perderse, incluso en grupo. Hoy la ruta es especialme­nte dura y larga, aunque ya nos vamos acostumbra­ndo. Por la mañana uno se levanta se pone el traje de faena y se sienta en la oficina: para Jaume, el volante del BX, en mi caso, el libro de ruta, la tableta con el Rabbit y el móvil para atender los mensajes. Lo hago lo mejor que puedo pero a ratos me pone en cierta tensión. Soy un pésimo navegante, sin duda. Aún me estoy haciendo al asunto, y en vez de tener la nariz

EL ATRACÓN DE BARRO QUE TUVIMOS EN GUADALAJAR­A LLEVÓ A LA ORGANIZACI­ÓN A ANULAR EL TRAMO

metida en la pantalla me encantaría poder disfrutar del paisaje. Pasamos por las Hoces del Cabriel, un lugar fascinante, y entramos en la provincia de Valencia. Al llegar a Alicante nos concentram­os en el puerto. Nuestra clasificac­ión va cada vez peor: de salir el 31 hemos pasado a ir hacia atrás, y eso que ahora controlamo­s mejor, pero otros coches que se han saltado una etapa salen delante nuestro. No hay quien lo entienda...

DÍA 5: ALICANTE - ALMERÍA

Al dejar Alicante entramos en una zona montañosa que nos deja asombrados por su compleja orografía y fascinante paisaje de aires marcianos. Se diría que es la Capadocia turca pero no, aún estamos en "la millor terreta del món" según sus habitantes. Suelo arenoso, poco adherente, salpicado de torrentes y cañadas, y alguna cuesta en la que se forma una cola porque alguien ha metido la pata (o la rueda) donde no debía. Un día lleno de emociones pero que también se hace casi eterno. Un despiste verificand­o la ruta nos mete en una zona de ramblas y ríos secos de la saldremos cuando oscurezca, casi a tientas. Por fin, una autopista nos lleva directos a Almería. Bajamos del BX destrozado­s: hemos estado once horas y media conduciend­o. Vamos a dormir a Roquetas de Mar, en un hotel enorme lleno de jubilados y turistas. Me preguntó si andará Andrés Ruiz por aquí.

DÍA 6: ALMERÍA - CAZORLA

Salida espectacul­ar ascendiend­o por las estribacio­nes de Sierra Nevada. Este tramo de enlace atraviesa la zona desértica de Gorafe, paraje alucinante donde los haya. Podríamos estar rodando un western -de hecho, el desierto de Tabernas queda muy cerca- pero con clásicos en vez de carretas y caballos. Tal vez sea la etapa más espectacul­ar del raid, junto con la del primer día por el Pirineo. Pese al polvo omnipresen­te hoy son menos kilómetros y más relajados, hasta nos damos el lujo de una breve parada al mediodía para tomar unas cervezas y un pescaíto frito en un pueblecito de la sierra granadina. Al anochecer nos saltamos el último TC, y algo inquietos porque andamos apurando la reserva de gasolina tomamos la carretera de Quesada para ir hacia nuestro destino final, la singular villa de Cazorla. Nos sentimos cansados pero contentos. El BX resiste admirablem­ente bien.

DÍA 7: CAZORLA - CIUDAD REAL

Hoy cruzamos el llamado mar de olivos jienense, escenario del primer TC del día. Un nuevo error de navegación

nos mete en medio de un olivar, hundiéndon­os todavía más en la clasificac­ión. La ruta sigue una antigua línea férrea cerca de Linares, con muchos túneles abandonado­s; circular por ellos es toda una experienci­a. Al subir hacia Despeñaper­ros por el monte el terreno se hace más agreste. Es la frontera entre Andalucía y Castilla. Bajando, con Calzada de Calatrava ya a la vista, pinchamos de nuevo. La rueda de recambio ha perdido el aire. Un granjero nos indica un taller de confianza. "Decidle que os envía Enrique, de la Finca del Moral". Allí Pedro, mecánico enamorado de los rallys, nos saca del apuro, pero habrá que cambiar dos ruedas. En Ciudad Real aguarda Paco Carrión, que nos llevará a un taller de neumáticos de un conocido suyo. Nos ponen dos ruedas de asfalto en el eje trasero que servirán para terminar la última etapa.

DÍA 8: CIUDAD REAL - MADRID

La llanura castellana se nos antoja fácil, monótona incluso. Hoy hay otra especial de circuito en Toledo, mi única ocasión de sentarme al volante del BX -que Jaume solo suelta para dormir- y dar apenas tres vueltas. El cielo se va oscurecien­do y amenaza lluvia. El único punto crítico del día es un trecho embarrado en el que volvemos a deslizarno­s con nuestro trineo Citroën. Ahí se quedan atascados varios coches, rescatados por los 4x4 de otros participan­tes. Poco a poco nos vamos acercando a Madrid, adonde entramos por la carretera de Toledo para dirigirnos al Palacio Real y cruzar bajo el arco de llegada. Los vehículos ocupan toda la explanada despertand­o la curiosidad y la simpatía de la gente. Entre los competidor­es reina la euforia por haber alcanzado la meta después de ocho días y 2.400 km por caminos de tierra. Con más eficacia (gracias, BX!) que épica, también nosotros hemos sobrevivid­o a la Spain Classic Raid 2018. mc

TRAS PINCHAR DOS VECES, LLEGAMOS YA TARDE A CIUDAD REAL EN LA PENÚLTIMA ETAPA

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 ??  ?? Modestia aparte. Con su AKS 400, que se les rompio una y otra vez, Francesc Sala y Dani Sanchez dejaron claro que no se arredraban ante nada y pese a todos los sinsabores llegaron al final.
Modestia aparte. Con su AKS 400, que se les rompio una y otra vez, Francesc Sala y Dani Sanchez dejaron claro que no se arredraban ante nada y pese a todos los sinsabores llegaron al final.
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 ??  ?? Recompensa. El VW «Baja Bug» de Donatiu-Vilatarsan­a, uno de los coches mas espectacul­ares del raid, segundo absoluto pisando los talones al Mitsubishi Montero de Ricardo y Carlos Ferron.
Recompensa. El VW «Baja Bug» de Donatiu-Vilatarsan­a, uno de los coches mas espectacul­ares del raid, segundo absoluto pisando los talones al Mitsubishi Montero de Ricardo y Carlos Ferron.
 ??  ?? Marbellas y Pandas. Con tracción delantera o integral (Fiat), fueron los más empleados por muchos participan­tes, aunque su nivel de comodidad es de lo más precario...
Marbellas y Pandas. Con tracción delantera o integral (Fiat), fueron los más empleados por muchos participan­tes, aunque su nivel de comodidad es de lo más precario...
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 ??  ?? Armada Citroën. Ademas de nuestro BX y la C-15 -aqui embarranca­da-, estaba formada por una AKS, un Visa, un par de AX y este afinado GSA que Garmendia-Recio llevaron al sexto puesto.
Armada Citroën. Ademas de nuestro BX y la C-15 -aqui embarranca­da-, estaba formada por una AKS, un Visa, un par de AX y este afinado GSA que Garmendia-Recio llevaron al sexto puesto.
 ??  ?? A toda prueba. Buen número de Renault 4, cuya robustez está bien demostrada. El de Iván e Iker Solera terminó noveno tras haber rodado en los puestos de la cabeza.
A toda prueba. Buen número de Renault 4, cuya robustez está bien demostrada. El de Iván e Iker Solera terminó noveno tras haber rodado en los puestos de la cabeza.

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