Carrocería e interior
Una de las primeras cosas que conviene hacer al examinar la carrocería es intentar determinar de qué versión se trata. No siempre es fácil porque, desde 1995, el número de bastidor no indicaba la fecha de fabricación. Distinguir un primera serie de un segunda es fácil por los faros. Después del segunda serie llegó el GT y, por en medio, varias versiones especiales. Esta unidad lleva las llantas de 17º OZ Racing Futura III, desmontables de tres piezas, características de la versión «Kit Sportivo» (que también tenía una suspensión con otros ajustes).
La protección contra el óxido no es ni tan mala como en los primeros Biturbo ni tan buena como en otros modelos de su época, con chapa totalmente galvanizada. También hubo un progreso notable en la instalación eléctrica aunque, de nuevo, no tenía el grado de perfeccionamiento de otros coches de su precio. Con los primeros Biturbo existía la seguridad de que la instalación eléctrica acabaría fallando, en el Ghibli II era incierto. Si finalmente ocurría, dos de los elementos más débiles eran el termómetro de temperatura exterior, que da lecturas erráticas, y el sistema para subir las ventanillas. El Ghibli II fue uno de los primeros modelos en los que empezó la nefasta tendencia a no poner rueda de repuesto. En su lugar tenía dos aerosoles de espuma, eso sí, en un elegante estuche.