Manivela de arranque
Me t e mo q u e l o s coches eléct r icos y/o autónomos, los límites en las emisiones, el fin de los motores de combustión, las «ordenanzas de movilidad», las prohibiciones de las «almendras», la reconversión de la industria automovilística tradicional y cuanto atañe y ataque al medio de locomoción más importante del siglo X X y lo que va de X XI, van a seguir haciendo correr ríos de tinta. Y esperemos que no, quizá hasta de sangre.
Acabo de leer hace unos minutos en las redes sociales que Uber y Audi ya están ensayando coches-drones voladores. ¡El X-34 Landspeeder de Luke Skywlaker ya está aquí! O más cerca.
Sin llegar a esos extremos, nuestro colega Christian Manz nos cuenta en un interesante artículo (pág. 50) cómo tras la guerra civil surgieron en España proyectos de vehículos eléctricos con más o menos fundamento. Intereses ocultos, como siempre, terminaron apagando aquellas luces. En la página invitada de este número (pág. 24), mi compañero Miguel García Puente, director técnico de la revista Autopista, nos presenta el V W e-Golf como el «último» automóvil construido de forma artesanal en una «Fábrica de cristal». Los robots recogerán el testigo, por no decir que ya lo han hecho.
Más ejemplos. Una marca tan tradicional como Jaguar se atrevió a presentar hace un año una versión eléctrica de un mito deportivo como el E-type (foto superior). Y en el último Salón Autoretro de Barcelona, una empresa comercializaba la electrificación de los Citroën 2CV y Mehari, privándolos de sus bicilíndricos bóxer de toda la vida.
Así están las cosas en este alocado mundo del que no se sabe bien dónde va. Para añadir más leña al fuego, el Ayuntamiento de Madrid acaba de lanzar una batería de restricciones para «regular» (léase, «prohibir») el acceso rodado al centro de la urbe (pág. 14).
La Federación Española de Vehículos Antiguos (FEVA) estrena directiva, capitaneada ahora por Raúl Aranda y un rejuvenecido equipo de trabajo. Se me antoja que tienen por delante una tarea delicada para continuar salvaguardando nuestro patrimonio automovilístico y pelear para que los vehículos históricos no caigan en el más vil y ruin ostracismo. Con esta tormenta que se ve venir, les deseo la mejor de las suertes. Por lo que a mí y al equipo de Motor Clásico respecta, nos tienen a su disposición para dar guerra. La emoción no es eléctrica ni separa la «e» con un guión, es visceral. mc
«El fin de los motores de combustión, ordenanzas de movilidad, prohibiciones a la circulación¼ ¡a dónde estamos llegando!»