Segunda juventud
El renacido salón madrileño ha tenido encanto. En esta ocasión, ha logrado reunir un poco de todo lo que se espera de la afición en España. Las lecturas pueden ser múltiples, tantas como los visitantes que pasaron por él. Esta ha sido la nuestra.
Retromóvil de Madrid Segundo asalto
No había pasado una semana de la puesta en marcha de la nueva ordenanza de movilidad de Madrid, cuyo objetivo consiste en desterrar a los vehículos «viejos y contaminantes» de la capital, y en el recinto ferial de IFEMA se celebraba el XVI Salón Retromóvil. Paradojas del destino. Mientras la situación de los vehículos históricos está aún por definir, la afición de los madrileños parece crecer. Hubo mucho público e incluso se incrementó la afluencia con respecto al año pasado, con una cifra final cercana a los 30.000 visitantes según la organización. Todo un éxito para Eventos del Motor que organizaba el salón por segundo año consecutivo.
Pero para ganar, algunas veces hay que sacrificar algo, una regla que aplicada a esta edición de Retromóvil, se verificaba con el cambio de pabellón de exposición. El precioso «hall» número 12 de Ifema, circular, alto de techo y bien iluminado del año pasado, cambiaba por el número 3, más rectangular y bajo, que luce Ð en el doble sentido de la palabraÐ mucho menos, pero ofrece mayor superficie de exposición.
Salvo esta diferencia estética, bien es cierto que el cambio ha sido para mejor, con más expositores que el año pasado (unos 190 en total) y una impresión general de tamaño incrementado con respecto a la precedente edición. Al parecer esta mejora también se ha reflejado en cuanto a transacciones según dejaban entender algunos profesionales y compraventas privados presentes en Retromóvil. Los coches en venta en el espacio del Cover Garage eran unos ochenta y se repartían en los extremos del pabellón. Muy interesante ver lo que se vende y comprobar que en materia de clásicos y «youngtimers», ya casi nada es barato, pero que hay mucho movimiento e interés por cosas muy diferentes. Algunos Mercedes altos de gama de los 90 a precios realmente interesantes (entre 6.000 y 8.000 €), pequeños deportivos GTI como un raro y bien conservado Peugeot 205 SEVE Ð Severiano BallesterosÐ o asimilados de los años 80 a precios cuestionables, incluso más caros que nuevos (9.000-15.000 €).
Los profesionales del sector enseñaban clásicos de buen nivel, incluso algunos venidos de Portugal en impecable
LO MÁS LLAMATIVO, SIN DUDA, LA EXPOSICIÓN DE PROTOTIPOS ESPAÑOLES
estado. La lusa Jorcar, por ejemplo, proponía un Porsche 930 Turbo en torno a los 100.000 €, aunque a escasos metros un particular anunciaba otro similar por 85.000 €. En los extremos encontrábamos un Aston Martin DB 2/4 MkI, también portugués, cuyo trato debía de negociarse alrededor de los 345.000 €; o un BMW M3 E30 en 57.500. Aunque más pretenciosos eran los tres millones de los que hablaba el especialista marbellí Rosso Corsa por un Ferrari 330 GTS Spider. En contraste, o como se quiera contextualizar, en uno de los extremos del pabellón se podía ver un Land Rover de 1951 para restaurar entero, cuyo cartel lo anunciaba en 25.000 €, mientras que por uno restaurado de pe a pa pedían 45.000 €. Otra pieza rara por estos lares, un Chevrolet Corvair, con unas dudosas llantas que en nada le favorecían, tenía en el parabrisas la cifra de 14.500 €.
Entre lo más interesante que ver este año estaban dos exposiciones consagradas a leyendas del deporte del motor español como han sido, en sus respectivos ámbitos, Angel Nieto y Santiago Martin Cantero. Entre las motos del «12+1» estaban sus Derbi, Kreidler, Minarelli y Bultado de gran premio, y del piloto-preparador madrileño, uno de sus Ford Sierra Cosworth o el siempre espectacular Seat 131 Grupo 5 de circuito.
La casa de subastas «online» Catawiki presentaba algunos de los vehículos que se estaban subastando en esos días, con
la coincidencia de dos vehículos absolutamente antitéticos: la Vespa 150 Sprint que robó «El Lute» para fugarse en 1966 y el Mercedes-Benz 300 SEL de 1971 que usaran los Reyes de España eméritos (ambos «en su salsa»), estimados en 6.450 y 17.000 € respectivamente.
Pero lo más llamativo, sin duda, fue la exposición de «descubrimientos españoles», nueve prototipos en diversos estados de conservación, desde un Invader GT y el Renault 8 TS Coupé realizado por José Alvarez, hasta la carrocería destartalada de un ARH Condor de los 60 de la empresa Albisa Hugar. Uno de los más singulares era el Vahuert de los años 50, un monoplaza ideado y construido por Félix Varona y Antonio Rodríguez Huerta, con carrocería de aluminio remachada y actualmente conservado por la Fundación RACE.
Algunos aniversarios estaban a la orden del día, los 70 años del Citroën 2CV y de la marca Porsche, los 50 del Citroën Mehari y de los Mini españoles, y también los 50 que el año que viene cumplirá el Seat 1430 (el stand del Club Nacional Seat 1430 y 124 siempre originalmente ambientado), sin hablar del Concurso de Elegancia que presentaba algunos magníficos ejemplares de preguerra, Brush Runnabout de 1907 en cabeza, acompañado por unos Buick, Chevrolet, Packard o Studebaker rutilantes. El jurado eligió «Best of show» el Allard J2X de 1952, mientras que el público, por votación popular, se decantó por el Buick 8 Especial de 1938.
En paralelo a todos estos coches y motos, la zona reservada para recambios, libros, automobilia y otros comerciantes ocupaba un 60% de los 14.000 m2 del recito y, como siempre, atrajo la atención de los aficionados practicantes.
En general, Retromóvil tuvo este año más vida, con un animado trasiego y bullicio de aficionados y muchos vehículos de los que disfrutar y/o negociar. Para muchos de nosotros estos clásicos están muy vivos y las sensaciones se divididen entre modelos que siempre nos encantaron, otros que redescubrimos tras unos años a medio olvidar y los que siempre desearemos. mc