SEGUNDAS OPORTUNIDADES
En 1890 el ingeniero y empresario Francisco Bonet construyó un vehículo autopropulsado de tres ruedas que había patentado el año anterior. Es considerado la primer automóvil fabricado en España, aunque haya otros referentes menos conocidos como el «locomóvil» Castilla de 1860. Pero esa es otra historia. En Alemania, Karl Benz había hecho lo propio en 1886 y, paradójicamente, con otro triciclo.
Había nacido el medio de transporte que revolucionaría y activaría el siglo XX. A partir de ahí, la explotación a la que dio lugar siguió caminos parecidos en los países avanzados, pero no coincidentes. Todas aquellas incipientes empresas surgieron de iniciativas privadas. En los albores del siglo, aquí vieron la luz marcas como La Cuadra, Castro, Anglada, Díaz y Grilló, David, Elizalde, Abadal, Nacional Pescara, Fénix, Ideal, Salamanca, Landa, Ricart, Loryc, Ceyc… y otras que dejo en el tintero. Por su cercanía con Francia y por su impulso industrial, Cataluña abanderó el sector.
Sin embargo, de todas aquellas iniciativas, solo La Hispano-Suiza prosperó y alcanzó cotas de producción elevadas. El resto fue desapareciendo poco a poco; o como Elizalde se transformó en fabricante de motores de aviación. «En general, se trataba de empresas familiares que construían pequeñas series usando métodos artesanales» ( La industria española en el automóvil en el primer tercio del siglo XX. Salvador Estapé, 2002). Ese planteamiento de manufactura primario, sumado a la falta de materias esenciales, la escasez de una industria auxiliar, una mano de obra cara y poco cualificada y, sobre todo, a una errónea política arancelaria por parte de los sucesivos gobiernos, dieron la puntilla a una tras otra.
Entre tanto, el sistema de producción en serie ideado por Henry Ford en el primer decenio del siglo pronto arraigó en las grandes marcas europeas como Citroën, Renault y Fiat, que lo imitaron y pudieron sostenerse económicamente. Aquí, en cambio, esa transformación no se produjo hasta la creación de Enasa (1946) y Seat (1950).
Con sus pros y contras, en la actualidad el automóvil representa un activo fundamental en la economía española: somos el 8º productor mundial, proporciona en torno al 10% del PIB, da trabajo a más del 9% de la población activa y exporta un 22%. Cierto es que en un momento dado perdimos el tren de la prosperidad, pero logramos levantar cabeza, con sus matices y muy dependientes de marcas extranjeras. Hoy el sector se tambalea y el futuro es incierto. Es el momento de afianzar lo conseguido. MC
«Hasta la puesta en marcha de Seat (1950), en España no se había implantado la producción en serie, casi medio siglo después que en los países desarrollados»