Audi 90 B3 Una berlina con pocos peros
Generalmente, quienes ha tenido o conducido este Audi 90 guardan un recuerdo muy bueno de él. En España, para muchos de sus usuarios supuso descubrir gratamente una marca de coches de gran calidad, hasta ese momento casi desconocida.
La segunda generación de los Audi modernos, el 100 C2 de 1976 y los 80/90 B2 de 1978, ya tenía un nivel de prestaciones y calidad a la altura de sus competidores de BMW y Mercedes-Benz. También alcanzó una difusión notable, pero principalmente en Alemania. Con la siguiente familia del modelo, el 100 C3 de 1982 y el B3 de 1986, aquí en versión 90, Audi comenzó a ganar cuota de mercado en países como Francia, Italia y, sobre todo, en España.
Era un producto muy bueno y, además, la dirección de Audi en España en aquel momento hizo muy bien las cosas. Supo atraer a un tipo de usuario que buscaba una berlina de calidad, pero distinguirse de los que compraban un BMW o un Mercedes-Benz. Quería el prestigio de una berlina alemana, pero con una imagen más fresca. El despegue definitivo llegó con la siguiente generación, el 100 C4 de 1990 y el A4 de 1994, pero se construyó sobre la buena reputación que cosecharon sus antecesores por sus cualidades y también por el funcionamiento de la marca en otros aspectos, como la posventa.
Parte de esa imagen tan favorable a Audi se debía a innovaciones muy visibles como la aerodinámica, a la tracción total (aunque la proporción de versiones quattro era muy pequeña) y a los éxitos en competición. Y quien compraba uno de estos Audi, normalmente no quedaba decepcionado. Con excepciones, claro está. En una ocasión, un usuario se puso en contacto con la redacción, desolado, porque le parecía que su f lamante Coupé 20 válvulas quattro tenía una prestaciones muy insatisfactorias, comparadas con las su anterior 90 de tracción delantera. Fue inútil explicarle que la tracción total no mejoraba las prestaciones, sino al contrario, y que el motor de 20 válvulas era más potente pero menos elástico que el de 10.