Gerardo Oliveras nos cuenta en primera persona cómo se le ocurrió rodar la película «4 Latas» con este coche de protagonista y en pleno desierto.
De ent rada, el aspec to y la decoración del coche me recordaban mucho a uno en part icular, pero no estaba del todo seg u ro. Gera rdo me lo aclaró enseguida: se trataba de una réplica —con ot ro esquema de colores; más bien homenaje entonces— del R4 Sinpar de los hermanos Marreau, pioneros de las primeras ediciones del París-Dakar. Esto sí que es un buen comienzo… Y este otro también: viajar es una de las formas más empíricas del conocimiento, algo constatado por cualquiera que se haya aventurado más allá de sus propias
fronteras geográficas o mentales. No es una mera opinión personal. Sucede, y suele estimular al viajero a compartir de una u otra forma las experiencias que inevitablemente extrae de ello. De ahí vienen ciertas vocaciones, como la que debió convertir a Gerardo Olivares (Córdoba, 1964) de periodista en cineasta.
Todo empezó en 1990, cuando salió de Madrid hacia el sur en un Seat Panda acompañado de un amigo, cruzó el desierto del Sahara y, bajando por Argelia, llegó hasta la frontera con Malí. El año siguiente se lio la manta a la cabeza y emprendió la vuelta al mundo junto con todo un equipo en dos Land Rover y un camión, que irían haciendo por etapas a lo largo de ocho años (1991-1999), y de la que saldría series como «La ruta de Samarkanda», emitida por TVE.
Esto le h i zo ent ra r de l leno en la rea l i zación de documentales, casi siempre con la ruta, el viaje y los mundos exóticos como tema. No fue hasta más tarde que se lanzó al cine de ficción. «Fue en 2005 cuando empecé a hacer f icción —ex plica Gera rdo—, pero más bien documental ‘ficcionado’. De hecho, mis dos primeras películas de ficción mucha gente piensa que son documentales. Rodé la primera en Mongolia, el
TODO EMPEZÓ CON SU PRIMER VIAJE A AFRICA Y LLEGÓ HASTA MALÍ EN UN SEAT PANDA...
Amazonas y el Sahara, y luego la segunda en Malí, Niger y Marruecos.» Tal vez porque la temática gira en torno a los sitios exóticos y al desplazamiento hasta allí... «Efectivamente, en mis películas de ficción un personaje muy importante es la naturaleza y sobre todo el entorno, los lugares remotos…» ...donde a veces ocurren cosas sorprendentes. Los largos viajes suelen dar pie a ello ¿no? «Mira, en mi primer viaje conocí a esos franceses que se dedicaban a comprar coches de segunda mano, sobre todo Peugeot 504, los bajaban hasta Malí y Niger y con el dinero que sacaban —si llegaban (risas)— se pagaban el viaje de vuelta en avión. Los 504, especialmente las versiones tipo ranchera, eran muy apreciados allí desde la época en que habían sido colonias francesas. Era un coche muy duro, no se rompía nunca —además había bastantes repuestos—, iba bien por el desierto y era espacioso; entonces lo usaban mucho como taxi.» Vamos de Peugeot a Renault ¿Cómo surge la idea de hacer esta película y por qué eliges el 4L? «Eso viene de lo del Panda, cuando conocí a esos tíos que me contaron sus aventuras. Quería llevar mis viven
cias a la ficción y elegí hacerlo de esta manera. Por mi trabajo he viajado mucho por el Sahara y me han ocurrido muchas situaciones, y de algún modo quería llevar todo esas experiencias personales a la pantalla. El guion lo escribimos entre Chema Rodriguez y yo. Es casi una autobiografía de mis viajes por el desierto. La elección de los personajes la tenía muy clara. En 2014, cuando estábamos en Italia rodando “Hermanos del viento”, le había contado esta historia a Jean Reno. Ahí nos hicimos bastante amigos, y un día me dijo: “Pues si las escribes, yo te la hago”. De modo que el personaje fue escrito para él. Igual que el de Arturo Valls, también lo hice para él. Rodamos en Marruecos por la zona de Merzouga, Erfoud y Rizani, y en Canarias (Fuerteventura y Gran Canaria). Y elegí el 4 latas porque es el coche con el que aprendí a conducir, le tengo mucho cariño, me parece todo un icono de la época para los que tenemos más de 50 años.» ¿De dónde salieron los coches que utilizaste en el rodaje? «Los compramos en Alicante. Tres, exactamente iguales, blancos y con la misma tapicería, uno con matrícula de Alicante, otro de Barcelona y el tercero de Valladolild. La placa francesa solo es para la película, forma parte del disfraz. Para prepararlo tomé de modelo el de los hermanos Marreau del primer Dakar. Sí, ya sé que el suyo era rojo y amarillo, pero nosotros lo hicimos azul y rojo ya que así destacaba más en el desierto. Pero si ves todas las pegatinas, la publicidad, etc, es la que llevaban ellos. De hecho, les conocimos durante el rodaje. Estábamos en Merzouga, que es como si dijéramos la puerta del desierto, y todos los europeos que bajan allí suelen hospedarse en el mismo hotel que regenta un catalán, el Xaluca. Se ve que los Marreau andan metidos en raids de 4x4 clásicos.
TOMÉ DE MODELO EL 4L DE LOS HERMANOS MARREAU EN EL PRIMER DAKAR PERO CON OTROS COLORES
Les enseñamos el coche que habíamos preparado y se quedaron pasmados…» ¿Cómo fue el rodaje con los coches? «De los tres coches uno acabó muy destrozado, y es que les dimos mucha caña. Eso que teníamos dos mecánicos en el rodaje, y los tíos estaban todo el día encima... Todos los planos y secuencias interiores del 4L los rodamos con el coche sobre un “cámara-car”, solo lo usábamos para interior. Los otros dos para exteriores. Lo único que le hicimos fue ponerles ruedas de tacos, y al que más utilizamos le pusimos dos baterías y un electroventilador doble para aguantar el trote, pero a nivel de mecánica y suspensiones, estricta serie. Y luego claro, la baca y toda la decoración, pero como te digo, de motor y chasis nada. De hecho, ese mismo 4 Latas —el de este reportaje— me lo he quedado yo para hacer raids de clásicos. Lo voy a levantar un poquito, voy a ponerle una buena suspensión y protección en los bajos y a hacerle una buena preparación de motor. El satélite no se lo quitaré, se lo voy a dejar siempre puesto… (risas)» Pues apúntate a la próxima edición de la Spain Classic Raid. De hecho, suele haber varios R4… «Ese lo quiero hacer. ¿Es el que te cruzas España por toda clase de caminos de monte, no?» Ese mismo. Volviendo al cine ¿tienes en mente dirigir alguna película más con esta temática? «Bueno, ahora estoy con un par de documentales en marcha, quizás la próxima que haga sea de motos pero todavía no lo tengo muy claro. De hecho yo he sido muy motero, he tenido muchas, la última fue una Honda Transalp 600 de 1992. Antes tuve varias Bultaco Junior, por lo menos tres, y luego la mejor de todas fue la Ossa Explorer, la que más me gustaba, eso sí que era un bicho…» Gerardo, está claro que te van los aparatos con ruedas y motor; eres todo un motorhead... «Bueno, la película también es un poco para reivindicar esa época, de cuando los coches formaban parte de tu familia y duraban diez o doce años. No se cambiaba de coche como ahora, y la gente los arreglaba con una cuerda y un alambre. Con los coches clásicos pasa eso: de alguna manera la gente tiene aquellos que les recuerdan los mejores años de su vida, en los que te lo pasabas de p... madre y no tenían compromisos ni nada.» mc