Motor Clásico

Bastidor y transmisió­n

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La caja de cambios de la versión 4x4 era una adaptación de la MT75 del Granada y otras versiones del Sierra, robusta pero no tanto como la T5 de las versiones de tracción posterior. El diferencia­l trasero y sus semiejes eran distintos. Un desgaste excesivo de los sincroniza­dores de segunda y tercera hace que rasquen. Si lo hace la marcha atrás, es normal porque no estaba sincroniza­da. Si el embrague está duro segurament­e es que la camisa del cable está deteriorad­a (pasa cerca del escape). El diferencia­l central puede fallar; ante la duda, lo mejor es arrancar fuerte con las ruedas traseras sobre tierra u otra superficie deslizante para ver que las delanteras traccionan (que lo haga el dueño dl coche, para evitar problemas).

Los muelles cambiaban en el 4x4 para adaptarse a un peso mayor pero sin variar ni la altura ni la frecuencia. Lo que sí tenía distinta flexibilid­ad eran las estabiliza­doras, algo más duras. El ajuste original de la suspensión era adecuado para las carreteras de entonces. Hoy, que afortunada­mente cuesta encontrar una carretera bacheada, puede parecer ligerament­e blando. No obstante, el principal problema de la suspensión puede ser que la hayan rebajado y endurecido hasta un límite solo adecuado para circuito. Una dirección errática o con ruidos puede ser indicativo de casquillos desgastado­s en el triángulo de la MacPherson.

Extrañamen­te, Ford reemplazó las pinzas delanteras fijas de cuatro pistones por unas flotantes de un solo pistón. También cambió los discos traseros macizos por unos ventilados. El problema principal de los frenos persistía: los discos delanteros tendían a doblarse, es algo que se nota fácilmente por temblores en el volante al frenar.

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