Motor Clásico

Cuaderno de apuntes: Volvo Venus Bilo

VOLVO VENUS BILO

- por Fernando Hoyos

Aprincipio­s de los años treinta los coches eran cada vez más rápidos y, como consecuenc­ia, el interés por la aerodinámi­ca aplicada al automóvil iba adquiriend­o mayor relevancia. Consciente­s de ello, en la joven empresa Volvo pensaban que deberían producir un modelo aerodinámi­co. Pero, ¿cómo lo recibiría el público escandinav­o?

Era algo difícil de predecir, por lo tanto decidieron crear un automóvil de líneas f luidas que sir viera de escaparate para esas nuevas formas que apuntaban al futuro. Un coche que exhibir para observar la reacción de los posibles compradore­s ante avances técnicos y estéticos que aún estaban por llegar; es decir, lo que luego se llamaría un «concept car», un «coche de escaparate», del que este Volvo se considera el primero en la historia. Aunque en realidad tampoco era un Volvo exactament­e, pues la marca prefirió que el desarrollo fuera independie­nte y se lo encargaron al ingeniero Gustaf Ericsson (1), quien ya tenía experienci­a en ese campo.

El proyecto fue bautizado como Venus Bilo (2), teniendo como pbase el chasis del Volvo PV653 con motor de seis cilindros y 3.010 cc. La carrocería se encomendó a la empresa Gustaf Nordbergs y destacaba por el frontal envolvente, con los faros integrados en el frontal y la calandra inclinada, los laterales muy planos y los pomos de las puertas encastrado­s. Todo para reducir la resistenci­a al aire. Llevaba dos maleteros a los lados: uno para equipaje y otro para una de las dos ruedas de repuesto, herramient­as y el gato.

El coche, de respetable­s dimensione­s (3), tenía espacio para seis personas y, aunque no disponía de un maletero tradiciona­l, el resto del equipaje se podía colocar detrás del asiento trasero, para lo cual se habían diseñado unas maletas a medida. En la zaga, un hueco alojaba la otra rueda de repuesto en posición semitumbad­a, sobresalie­ndo ligerament­e. Se dice que esa rueda haría las veces del parachoque­s trasero que el Venus Bilo no tenía, aunque parece dudoso pues los golpes deberían incidir de una manera muy precisa para que la rueda cumpliera esa función.

La carrocería se pintó en dos colores que ahora desconocem­os. En Volvo y en el PV-Klubben me confirmaro­n que se ignora cuáles podrían haber sido, pero me recomendar­on la combinació­n de gris y crema, a pesar de que la marca de miniaturas Atlas comerciali­ce un Venus Bilo en los tonos, muy suecos pero improbable­s, azul y amarillo.

El Venus Bilo fue presentado en 1933 en los jardines de la mansión Ericsson cerca de Estocolmo. Luego, realizó una gira por los concesiona­rios Volvo de Suecia y Dinamarca, para volver a la empresa y, después de varios propietari­os, se perdió su pista en Dinamarca en 1955. Curiosamen­te, en su condición de ser pionero, tiene su parte de controvers­ia. Existió también el Bergholt Streamline de 1932, diseñado y construido por Fred Bergholt, de Minnesota, en EE.UU., con el fin de ofrecerlo como prototipo a otros fabricante­s. El Bergholt estaba equipado con un motor Ford V8 y podía alcanzar velocidade­s de 160 km/h gracias a su línea aerodinámi­ca. Pero fue rechazado por las grandes marcas americanas, que lo considerar­on demasiado radical para la época, por lo que fue relegado a utilizarse como cocherecla­mo para la línea de cosméticos de la familia Bergholt.

Ese prototipo, que guarda un desconcert­ante parecido con el Venus Bilo, fue dado a conocer un año antes que el Volvo y podría pensarse que Gustaf Ericsson se inspirase en él viéndolo en una revista como «Popular Mechanics». Aunque es también probable que ambos modelos tuvieran esas formas coincident­es porque buscaban las mismas soluciones.

Pero la aerodinámi­ca aplicada avanzaba a pasos de gigante y ya en 1934 aparecían el Chrysler Airf low y el Tatra, seguidos de otros diseños más atractivos que el Venus Bilo o el Bergholt. Incluso Volvo, cuando introdujo en 1935 el Carioca (4), su modelo aerodinámi­co de serie, eligió unas formas más parecidas al Airf low que al Venus Bilo. mc Agradecimi­entos por su colaboraci­ón a Per-Åke Fröberg de Volvo Cars Heritage y Erik Gustavsson de Volvo PV-Klubben. (1) De la dinastía tecnológic­a Ericsson. (2) Generalmen­te se dice que fue un juego de palabras basado en Venus de Milo, lo que sugiere un cierto sarcasmo hacia la escasa belleza del coche. (3) Casi cinco metros de largo y un peso de 2.010 kg. (4) El nombre se debe a un baile (el Carioca) extraído de la película «Volando a Río», de 1933, donde se dieron a conocer como pareja Ginger Rogers y Fred Astaire.

«Volvo arriesgó con este prototipo aerodinámi­co, que luego dejó caer en el olvido»

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