SABER VENDERSE
El batacazo del Pegaso en la subasta de RM-Sotheby´s —decía en otro párrafo que pasó casi desapercibido y sin pujas—, en el que le acompañó un Hispano Suiza barcelonés, da que pensar. Ambos son coches de alta calidad, muy originales, de diseño indudablemente atractivo; en definitiva, de lo mejorcito de sus respectivas épocas. Sin embargo, no gozan actualmente del favor del público extranjero (en el caso del Hispano, podríamos decir que ni del público patrio).
El Z-102 Berlinetta Touring presente en Villa d´Este tenía en su contra que su propietario había cometido la torpeza de pintarlo bicolor y mate en su última restauración, pero por lo demás era una unidad estupenda. Al Hispano no se le puede poner otra pega que la falta de los tapacubos originales. En cuanto al Pegaso, parece que el mercado no acaba de digerir las altísimas estimaciones y expectativas de las casas de subastas, y a esto podrían dársele varias explicaciones. Quizá, su conocida fama de mecánica delicada y difícil de reparar haga mella en los posibles compradores, pero seguro que la inexistencia de un club de propietarios también. No hay salidas grupales, ni un boletín periódico sobre la marca, ni una guía real de recambios disponibles, por mucho que varias piezas mecánicas son actualmente refabricadas.
Todas estas iniciativas suelen partir del país de origen del vehículo, pero en el caso de los Pegasines, últimamente el mayor movimiento ha venido del extranjero. En USA varios se están restaurando y se les ve de vez en cuando en concursos de elegancia. El coleccionista holandés Lowmann ha llevado su recién restaurado Z-102 «Cúpula» por lo largo y ancho de este mundo, mientras que las últimas exposiciones temáticas Pegaso han tenido lugar en Bélgica.
Entonces, si ni siquiera nosotros nos preocupamos por la verdadera promoción y preservación de nuestros Pegasines, ¿cómo vamos a esperar que en otros países obtengan la repercusión que realmente merecen? Otro tanto ocurre con los Hispano-Suiza españoles, normalmente denostados frente a sus hermanos de fabricación francesa.
En el caso de la unidad subastada en Italia, el catálogo se esforzaba en resaltar la —indudable— calidad de su carrocería, obra del barcelonés Baltasar Fiol, diciendo literalmente que «fundada en 1914, era uno de los mejores carroceros españoles, y trabajaba con frecuencia sobre Rolls-Royce, Packard, etc». Es cierto, y las obras de Fiol no desmerecen ante las de los mejores carroceros europeos de su época. Para comprobarlo basta con ver las muchas fotos que se conservan del propio archivo del carrocero… aunque la mayoría no han sido publicadas con la calidad que debieran, ni se ha realizado estudio exhaustivo alguno. Así nos va.