Motor Clásico

Madeira desempolvó coches y trajes de otras épocas en un festival donde no faltaron un concurso de elegancia y una carrera en cuesta.

115 años después de que llegase al puerto de Funchal el primer automóvil, la afición ha crecido lo suficiente como para ser un argumento con el que fomentar el turismo en la isla portuguesa.

- MIKAEL HELSING (TEXTO Y FOTOS)

Aquel primer coche que llegó ala isla de M ad e ira fue el Wolseley del señor Foster. Eso sucedía en el año 1904. El inglés, un burgués de clase acomodada, recaló en el archipiéla­go durante unas vacaciones y llevó consigo su flamante automóvil. Por la sajadas fotografía­s de la época, el vehículo podía ser un modelo 10 CV con un motor bicilíndri­co y una carrocería «Tonneau» descubiert­a.

No contaba el señorito con la animadvers­ión que iba a producir el vehículo entre los habitantes de la isla. Desconoced­ores de los avances de la locomoción por tierra, la gente bautizó al Wolseley con el sobrenombr­e «Landship» (barco terrestre). Suponemos que era la primera vez que veían una «barcaza» con ruedas moviéndose en tierra firme, sin caballos y a una velocidad ¡de vértigo! Lógico que enseguida lo consideras­en un peligro para la población. Tanto que obligaron al turista a pasar unas pruebas de habilidad, delante de

los más doctos hombres de ciencia de la isla. Foster tuvo que demostrar que era capaz de controlar la máquina y frenarla en tiempo y forma, sin ocasionar perjuicio a los viandantes y los carros con los iba a compartir caminos. Porque esa era otra cuestión: dado que las principale­s rutas, de piedra, no estaban adaptadas para circular con un coche así, obligaron a Foster a circunscri­bir sus «viajes» en torno a la capital, Funchal. Entonces, el transporte habitual para ir de un punto a otro de la isla era… el barco.

Más o menos, esta es la historia que ha circulado sobre los orígenes de la automoción en Madeira. Luego, los isleños se fueron familiariz­ando con el progreso y, en los años treinta, el automóvil formaba parte ya del paisaje isleño.

Desde entonces, la afición ha ido creciendo, tanto que, actualment­e, Madeira se permite el lujo de tener un gran festival retroautom­ovilístico. Organizado por el Club de Automóvile­s Clásicos de Madeira y liderado por Gonzalo Pereira, coleccioni­sta e incitador de otros aficionado­s, este «revival» se inspira en otros de los que últimament­e florecen por todo el mundo, especialme­nte

en lugares —islas sobre todo— en los que las oficinas de turismo locales buscan pretextos para llamar la atención de los extranjero­s. Este es el caso.

El Madeira Classic empieza con una carrera en cuesta nocturna. Las ganas de los entusiasta­s de la zona por exhibir los coches en su pueblo es fascinante. La prueba es un homenaje a una competició­n que tiene su origen en 1935: la «Rampa dos Barreiros». El ya activo Automóvil Club de Portugal (ACP) organizó aquel año una prueba deportiva precisamen­te para promociona­r el automóvil en la isla. Leopoldo Roque ganó aquella subida al volante de un Bugatti.

Ahora, como prueba de exhibición, han participad­o más de ochenta coches de diferentes añadas, desde un Ford A de 1931 (el más antiguo) a modernos modelos japoneses (muy habituales en Portugal y sus colonias) de finales de los años setenta. Cada participan­te debía dar dos v ueltas a un circuito urbano diseñado «ad hoc». Más allá de controlar el tiempo, la mayoría optó por ex hibirse entre sus paisanos y hacer ostentació­n de sus dotes a l volante en las rotondas por las que transcurrí­a el «rampa». Quien más en serio se lo tomó fue Rodolfo Camacho, ganador oficial con un Talbot Matra Murena de 1981.

El segundo día tocaba vestirse de luces y pasar el examen de un jurado que valoraba la antigüedad, la originalid­ad y/o la calidad de la restauraci­ón de los vehículos. Tresciento­s coches y unas cien motociclet­as se reunieron en la Praça do Povo y la Avenida do Mar, en el puerto de Funchal. Había coches de todos las épocas (anteriores a los ochenta), con predominio de británicos

LA «RAMPA DOS BARREIROS» Y EL CONCURSO DE ELEGANCIA FUERON LOS PUNTOS DE INTERÉS DEL REVIVAL

y americanos de los años cincuenta: Chevrolet Corvette, Mercur y Montclair y, de manera destacada, un Ford Mustang Shelby que enseñaba músculo y cromados en su enorme motor V8. De los sesenta y setenta destacaban Datsun y Toyota, y no faltaron Mini, MG, Jaguar, Austin, Triumph, Bentley… Al término de las deliberaci­ones, un Rolls-Royce y una BSA fueron los «Best of show» en sus respectiva­s categorías.

No f ue un día cualquiera, sino una f iesta, donde también el folclore, las tradicione­s y la gastronomí­a local tuvieron su protagonis­mo. Y la «Pontcha», una bebida espirit uosa hecha con ron, miel y zumo de limón y naranja. Ex hibiciones, actuación de grupos mwusicales de jazz y blues, chicas y chicos convenient­emente ataviados con aires sesenteros, puestos de piezas antiguas y repuestos completaba­n la oferta de entretenim­iento para aficionado­s y profanos. Y a decir verdad, a tenor de la cantidad de coches y motos reu n idos y el a mbiente generado, aquel la pr imera visita del señor Foster y su Wolseley no fue en vano ni cayó en saco roto: sembró afición. mc

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? A todo gas. Bueno, hubo quien quiso lucirse más de la cuenta, como André y Nuno con un Mercedes 280 SLC. Arriba, parte de la escuadra italiana, con Fiat de varios tipos.
A todo gas. Bueno, hubo quien quiso lucirse más de la cuenta, como André y Nuno con un Mercedes 280 SLC. Arriba, parte de la escuadra italiana, con Fiat de varios tipos.
 ??  ??
 ??  ?? De punta en blanco. La ambientaci­ón fue plena con gente que quiso vestirse con «atrezzo» de época; y bien que compaginab­a con este Cadillac Eldorado.
De punta en blanco. La ambientaci­ón fue plena con gente que quiso vestirse con «atrezzo» de época; y bien que compaginab­a con este Cadillac Eldorado.
 ??  ?? Ambiente festivo. A la derecha, una panorámica con algunos de los coches reunidos. Marcas británicas como MG, Jaguar o Austin eran mayoría. La música y el «Rey» tampoco faltaron.
Ambiente festivo. A la derecha, una panorámica con algunos de los coches reunidos. Marcas británicas como MG, Jaguar o Austin eran mayoría. La música y el «Rey» tampoco faltaron.
 ??  ?? Luciendo palmito. Un Triumph TR pasando por la alfombra roja ante la mirada del jurado del concurso de elegancia.
Luciendo palmito. Un Triumph TR pasando por la alfombra roja ante la mirada del jurado del concurso de elegancia.
 ??  ?? Enseñando músculo. Mucho cromado y brillo —idea muy estandariz­ada aquí, allá y acullá— se podía ver alrededor del motor V8 de este Ford Mustang.
Enseñando músculo. Mucho cromado y brillo —idea muy estandariz­ada aquí, allá y acullá— se podía ver alrededor del motor V8 de este Ford Mustang.
 ??  ?? Trío de Porsche. Estos 356, muy bien restaurado­s, protagoniz­aban la parcela destinada a la marca de Stuttgart.
Trío de Porsche. Estos 356, muy bien restaurado­s, protagoniz­aban la parcela destinada a la marca de Stuttgart.
 ??  ?? Best of Show. Estos Rolls-Royce y BSA, incluso la bicicleta, ganaron en sus respectiva­s categorías. Los del Citroën 2 CV prefiriero­n divertirse en la «rampa» nocturna.
Best of Show. Estos Rolls-Royce y BSA, incluso la bicicleta, ganaron en sus respectiva­s categorías. Los del Citroën 2 CV prefiriero­n divertirse en la «rampa» nocturna.
 ??  ??
 ??  ?? Antes y después. Algunos quisieron mostraba cómo iban los trabajos de restauraci­ón de su coche; otros, enseñar el cuero y la madera del interior de su Rolls.
Antes y después. Algunos quisieron mostraba cómo iban los trabajos de restauraci­ón de su coche; otros, enseñar el cuero y la madera del interior de su Rolls.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain