Ford Escort RS Turbo
El encanto actual
En su día no fue el mejor. Vamos, en algún aspecto, fue el peor. El motor daba mucho empuje, aunque a veces eso era más un problema que una ventaja. Pero hoy, bien entendido y bien conducido, tiene el encanto especial de aquellos deportivos turbo de los 80.
Como hemos dicho otras muchas veces, lo importante en este tipo de coche es como están, no cómo eran. En su día, no se lo habría recomendado a nadie. Hoy, una buena unidad puede ser interesante, salvo para quien lo quiera para realizar una conducción verdaderamente deportiva (en tandas o rallyes). Los defectos que tenía no se han solucionado (aunque los neumáticos y las carreteras son mejores), pero no son tan decisivos para un usuario que, en vez de ir buscando los límites del coche, prefiera ir evitando encontrarse con ellos. Ni la estabilidad ni la frenada eran particularmente buenas comparadas con las de otros deportivos de sus días. Así que hoy tiene poco sentido ir por carreteras lentas apurando frenada, hay otras formas de disfrutar con él.
Del Escort RS hubo dos series, la primera corresponde a la tercera generación del Escort (la primera de tracción delantera) y la segunda, a la cuarta generación. La inicial no se trajo regularmente a España, tuvo una producción muy limitada y ahora es difícil encontrar una unidad. Cuando aparecen, alguno de los que la vende cree que tiene una joya y pide una cantidad absurda. La segunda ya es más frecuente, aunque hay que buscar por Europa para poder comparar precios y estado. Desde todo punto de vista es mejor esta segunda serie, especialmente en seguridad activa y fiabilidad.
Como en otros coches de este tipo, uno de los problemas son las transformaciones hechas con poco criterio o con un criterio completamente distinto al que se busca. Ahora bien, que el coche tenga unos buenos amortiguadores, unos casquillos de suspensión algo menos f lexibles o elementos rígidos en el trayecto del aire comprimido, no es una razón para rechazarlo, más bien al contrario.