Motor Clásico

RAFA MARSANS, EL HOMBRE CLAVE

- por Manuel Garriga

Si es bien cierto que Oriol Regàs fue el instigador y cerebro de la célebre Operación Impala, no lo es menos que Rafa Marsans (el primero por la derecha en la foto) se convirtió en su motor y corazón. Hombre de confianza de Leopoldo Milà, convenció a Pere Permanyer de que les cediera los tres prototipos de Impala y junto con sus amigos Tei Elizalde, Enric Vernis y Manolo Maristany llevaron a cabo durante los tres primeros meses de 1962 aquella singular travesía africana que hoy forma parte de nuestra historia motociclis­ta. Oriol falleció en 2011, cinco años después lo haría Manolo y este mes de agosto nos ha dejado Rafa, recién cumplidos los 84 años.

Rafael Marsans Rocamora —«el hombre ideal para entrevista­rse con un jefe caníbal», lo definió Maristany— fue muchas cosas en su vida, entre ellas piloto Montesa, pero sobre todo montesista acérrimo, de los que llevaban la «M» gótica grabada en el ventrículo. Loco por las motos desde crío, era amigo de infancia de los hermanos Elizalde y con ellos aprendió a montar por los caminos de Castellter­çol. Para sacarle la idea de la cabeza, su familia le compró un 2CV al empezar la carrera de Derecho, y lo primero que hizo fue apuntarse al Rally Costa Brava... Al final logró hacerse con una Ducati 98 y en 1957 se lanzó a correr. Ganó la Subida a la Rabasada con una Brío 125 y disputó varias veces las 24 Horas de Montjuïc haciendo pareja con Eduardo Werring, Tei Elizalde y Oriol Regás. Hasta compitió con la Fopi en el campeonato de España. «Me pegué unas cuantas castañas, pero lo pasé muy bien… ¡y aprendí mucho!»

Marsans no solo corrió con Montesa, también ejerció de director deportivo del equipo —fue él quien fichó a Pere Pi y era probador del departamen­to técnico, a las órdenes de Milà. «Me harté de rodar con los prototipos de Brío y luego Impala. En aquella época se gestaba la 175 cc y hacíamos muchos km; un día íbamos a Cadaqués, otro a Zaragoza, pero la oportunida­d de hacer un ensayo en profundida­d como el que suponía el viaje por África era única. Oriol montó el tinglado y supo venderlo muy bien. Leopoldo apoyó la idea y yo solo organicé el equipo».

En 1969 dejó Montesa, terminó la carrera de Derecho y montó un parvulario estilo Montessori, que dirigirá durante siete años subvencion­ado por mecenas como el empresario Alberto Folch Rusiñol. Pero el gusanillo de las carreras seguía ahí: ganó el Costa Brava con un Porshe 911 (ya lo había hecho con una Brío 110), probó un F-3 en Montjuïc y disputó varias pruebas de circuito sobre un Ford Cortina Lotus. «No lo hice mal del todo, hasta me propusiero­n ir a correr a Brands Hatch, pero mi mujer estaba embarazada y la cosa no siguió». Los CV de vapor dejaban lugar a los caballos de sangre y hasta a los toros... ¡Sí, Rafa Marsans se vistió el traje de luces e hizo una temporada toreando por varias plazas de España! Lo que no hiciera este hombre…

Si se trataba de Montesa, Rafa siempre estaba dispuesto a lo que fuera. Vital y extroverti­do, fue esencial para mantener la cohesión del grupo ante los constantes aplazamien­tos del documental sobre la Operación Impala que me empeñé en rodar, sin tener ni idea de cómo se hacía una película. Si al final salió adelante se debió a su empeño (y al del inefable David Fernández de Castro, que llevó la producción a Bausan Films y la dotó de un guión coherente).

Después apadrinarí­a la salida de Edu Cots y Carles Humet en su aventura Barcelona-Tokyo en Impala y, hace un par de años, fue el invitado de honor en la Impalada 2017.

Pero sobre todo siempre le estaré agradecido por haberme llevado a conocer a su maestro y amigo Leopoldo Milà. Quedamos un día ante la puerta de mi casa, llegó en su Porsche 964 blanco y nos fuimos a Esplugues. Fue la primera vez que entré en el «Milanesado», y allí nos esperaba el legendario diseñador. Un tipo afable, cultísimo y con profundo sentido del humor. Estuvimos hablando durante horas, hasta que se hizo de noche. Estaba tan absorto y emocionado que ni siquiera me di cuenta de que se me había parado la grabadora. Aún así, conseguí hilvanar la entrevista que salió publicada en el suplemento «Quadern» del diario «El País». Aquella tarde en casa de Polín valió, para mí, más que mil horas de lectura. Y todo gracias a ti, Rafa. mc

«Rafa fue corazón y motor de la Operación Impala africana en 1962»

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