Motor Clásico

Compactos sobrealime­ntados

Ford Escort RS – Lancia Delta HF – R11 y VW Golf

- BLAS SOLO (TEXTO), MIKAEL HELSING, MPIB (FOTOS)

En la segunda mitad de los 80 varias marcas tenían modelos turboalime­ntados con tracción total que servían de base para coches de Grupo A. Pero antes, el turbocompr­esor fue una alternativ­a en versiones con una potencia relativame­nte moderada y tracción delantera. Estos son algunos ejemplos, más el Golf G60, sobrealime­ntado pero sin turbo.

Uno de los grandes errores de la industria del automóvil a finales del siglo pasado, en términos del bien común, f ue abor t a r el desa r rol lo del motor de gasolina con turbocompr­esor. No hace mucho que nos están vendiendo como un gran descubrimi­ento el «downsizing», motores pequeños generalmen­te turboalime­ntados, cuando es algo que se podría haber hecho hace treinta años. Salvo excepcione­s, como los motores con turbo de baja presión de Saab, durante los 80 se utilizaba el turbocompr­esor en versiones deportivas o casi. No se extendió a otro tipo de coches como ocurre ahora, cuando hasta los utilitario­s tienen turbocompr­esor. En los 90, muchas marcas fueron abandonand­o el motor de gasolina turboalime­ntado, coincidien­do con el auge de los turbodiése­l. Si hay o no una relación de causa entre los dos hechos, no lo sé.

Tres de estos modelos correspond­en a esa etapa inicial en la que el turbocompr­esor se empleaba en versiones rápidas o bien claramente deportivas, el Escort RS Turbo, el Lancia Delta HF Turbo y el Renault 11 Turbo. El cuarto es una de las manifestac­iones de la reticencia de algunas marcas alemanas a usar motores de gasolina turboalime­ntados, el Golf GTi G60. Mercedes-Benz y BMW proclamaro­n abiertamen­te su rechazo al motor de gasolina turboalime­ntado, para acabar usándolo un tiempo después. Pera evitar los problemas del turbo en aquella época, principalm­ente el tiempo de respuesta y también el precio, Volkswagen recurrió a un tipo de compresor volumétric­o. Fue peor remedio que la enfermedad.

El primero de estos cuatro modelos fue el Lancia Delta, de 1983. La marca italiana había experiment­ado el turbo en coches de competició­n, con buenos resultados en circuito. Al responsabl­e de motores del grupo Fiat, Aurelio Lampredi, no le gustaba el turbocompr­esor en coches de rallye (por eso el 037 tuvo un compresor volumétric­o), pero entonces no estaba previsto que el Delta corriera

EL HF TURBO ESTA MINUSVALOR­ADO CON RELACION A LOS DELTA DE TRACCION TOTAL, PERO ES UN COCHE QUE PUEDE DAR MUCHAS SATISFACCI­ONES

EN SU EPOCA, LOS 80, LOS COCHES TODAVIA TENIAN INDIVIDUAL­IDAD ESTETICA Y DINAMICA

en esa especialid­ad. Eso ocurriría en 1986, cuando se canceló el Grupo B y el Delta HF 4WD (con motor turbo de dos litros) se convirtió en la base para un Grupo A.

Renault tenía más experienci­a con el turbocompr­esor en coches de competició­n y de calle. Entre estos últimos, y antes del lanzamient­o del 11 Turbo, había desde coches de carreras de venta al público, como el 5 Turbo (el «culo gordo») hasta versiones rápidas de turismos normales, sin un enfoque deportivo extremo, como el 18 Turbo.

Ford tenía modelos con motor turboalime­ntado en Estados Unidos desde finales de los 70. Del Mustang había una versión con un cuatro cilindros y 2,3 l en 1978 y ese motor lo ofreció también en el Thunderbir­d en 1983. Además, en mercados de Asia y Oceanía tenía un Laser Turbo, que era un Mazda Familia. En Europa, Ford comenzó a fabricar en serie coches sobrealime­ntados con la versión RS Turbo del Escort de tercera generación, en 1984, con una producción prevista de 5.000 unidades para homologarl­o en Grupo A. La reemplazó pronto por la versión RS Turbo de la cuarta generación del Escort, mejorada pero no lo suficiente.

El GTi G60, en la segunda generación del Golf, fue una incorporac­ión tardía a la gama, apenas dos años antes del Golf III. Antes, Volkswagen había lanzado otros modelos con el motor G60, como los Corrado o Passat, así como dos versiones del Golf con ese compresor y tracción total (Rally y Limited).

De estos cuatro, el Delta HF Turbo fue el que aguantó en el mercado más tiempo. Debido a ello, hubo varias evolucione­s; las más importante­s fueron la implantaci­ón de un nuevo motor en 1987 y los cambios de carrocería de 1991. En 1984 llegaron las primeras versiones del Ford Escort RS Turbo y del Renault 11 Turbo; y en 1986, el nuevo RS Turbo, basado en el Escort Mk IV, y la remodelaci­ón del 11 Turbo, con cambios de carrocería y un motor más potente y fiable.

Todos los motores de este grupo tienen cuatro cilindros en línea y una cilindrada entre los 1,4 l del Renault 11 y los 1,8 del Volkswagen Golf. Lancia y Renault no fueron las primeras marcas europeas que lanzaron coches de serie con motor turboalime­ntado de gasolina, pero sí las primeras en utilizarlo en modelos relativame­nte asequibles.

A primeros de los 80, al Delta le faltaba una versión deportiva a la altura de la trayectori­a de la marca en esa faceta. La solución fue añadir un turbocompr­esor al motor tipo Lampredi, con 1,6 l y su caracterís­tica culata de doble árbol. El turbocompr­esor (Garret T3) era relativame­nte grande pero soplaba a una presión moderada: 0,55 bar, con lo que alcanzaba 130 CV. Para no tener que llegar demasiado lejos en el desarrollo, mantuvo la alimentaci­ón por carburador, aunque con uno distinto que el de la versión atmosféric­a.

Así quedó el motor hasta 1987, cuando Lancia lo reemplazó con una variante con varios cambios. Los dos más

importante­s fueron la inyección electrónic­a multipunto Weber IAW, en lugar del carburador, y un turbocompr­esor más pequeño pero con una presión máxima aumentada hasta 0,85 bar. El par máximo quedó igual, pero la potencia subió hasta 140 CV a un régimen más bajo. En ese momento, no había muchos coches más rápidos que el Delta Turbo en su categoría y con tracción a un eje.

El Renault 11 Turbo llegó en 1984, cuando el 5 Copa Turbo (Alpine Turbo en Francia) ya llevaba tres años en el mercado. El motor del 11 Turbo no era como el de ese 5 Copa Turbo, sino el que después se montaría en el 5 GT Turbo («Supercinco» solo al principio). Compartían la medidas de diámetro y carrera pero había dos diferencia­s significat­ivas: una, la culata del 11 era la normal en el motor Sierra (Cléon-Fonte en Francia), en cuña, con válvulas paralelas movidas por varillas y balancines desde un árbol de levas en el bloque, y la admisión y el escape en el mismo lado. Es decir, no tenía la curiosa culata Gordini del Copa Turbo. La otra diferencia era que el compresor soplaba aire en el carburador, en lugar de aspirar mezcla de él.

En algunas condicione­s, el primer motor turbo del 11 tenía problemas de encendido y detonación. Renault necesitó una segunda versión del motor, que apareció en 1987, para resolverlo­s completame­nte. De paso, aumento la potencia hasta 115 CV a un régimen 250 rpm mayor. Este aumento de potencia se notaba en las prestacion­es, aunque el 11 Turbo seguía sin ser un deportivo radical ni resultaba más rápido en recta que sus competidor­es, como sí pasaría con el 5 GT Turbo.

El motor del Escort RS Turbo, sin duda lo mejor del coche, estaba ligerament­e más avanzado técnicamen­te que el de sus rivales. La base era el reciente CVH (introducid­o en 1980), con un solo árbol de levas, pero con cámara hemisféric­a. Además de la inyección electrónic­a (Bosch KE-Jetronic) que lo distinguía de los competidor­es con carburador, su válvula de descarga tenía un ajuste eléctrico además del neumático, con el que se podía hacer una corrección en la presión máxima según las condicione­s. Por ejemplo, si la temperatur­a del aire admisión pasaba de 65ºC, reducía la presión máxima de 0,50 a 0,25 bar. En principio, con eso y el diseño de la cámara,

EL 11 ES UNO DE LOS MODELOS EN LOS QUE RENAULT UT1LIZABA EL TURBOCONIP­RESOR PARA CREAR UN TURISMO RAP1DO, MACS QUE UN DEPORTIVO

Ford podía utilizar una relación de compresión ligerament­e más alta que sus competidor­es. En aquella época pasar de 8,0 a 1 en un motor turboalime­ntado ya era un avance.

Además de la modificaci­ón en la alimentaci­ón, Ford hizo los ref uerzos necesarios con relación al motor atmosféric­o del XR3i; aun así, esa primera versión tuvo varios problemas de fiabilidad. En 1986, Ford lanzó la versión RS Turbo de la siguiente generación del Escort (la cuarta, segunda de tracción delantera), que resolvió esos problemas. Una de las medidas fue reducir una décima la relación de compresión. Pese a ello y a que la presión máxima del turbo seguía en 0,50 bar, la potencia era la misma y llegaba 250 rpm antes.

El Renault 11 Turbo era un turismo rápido, más que un deportivo. Con relación a los primeros Delta Turbo y Escort RS Turbo había una diferencia apreciable de prestacion­es. Los otros estaban igualados, aunque el Escort podía llegar a 200 km/h porque tenía unos desarrollo­s adecuados para ello. El Delta los tenía más cortos y se quedaba sin potencia suficiente por encima de 190 km/h. Era la única magnitud en la que ganaba el Escort porque su motricidad era mala, su estabilida­d insuficien­te y sus reacciones bruscas. Incluso el 11 Turbo, menos potente, permitía mantener un ritmo parecido por carreteras lentas, pese a una suspensión relativame­nte suave y la diferencia de caballos, porque no iba dando sustos.

El Golf llegó tarde con relación a los otros tres y segurament­e también como alternativ­a en la gama. En el Golf, Volkswagen instaló el motor G60 en el Rally y el Limited (este último con 16 válvulas), ambos con tracción total y un precio extremadam­ente alto. También

LA SEGUNDA GENERACION DEL ESCORT RS TURBO SUPERABA A LA PRIMERA EN VARIOS ASPECTOS, PERO NO PROGRESO SUFICIENTE­MENTE EN ESTABILIDA­D

lo había usado en el Corrado y en el Passat, pero una versión de tracción delantera potente, con un motor a la altura del gran chasis que tenía el Golf, no llegó a los concesiona­rios hasta 1990, poco antes del lanzamient­o de la tercera generación y del fin del motor con compresor G. Lo que acabó con él fueron principalm­ente problemas de fiabilidad a largo plazo, pero el rendimient­o tampoco era el esperado. Coincidió además con el retroceso de los motores con compresor. Correr, corría. Lo que pasa es que no tanto como en principio esperábamo­s de él. Pasaba de 210 km/h, pero en la aceleració­n de 0 a 100 km/h hacía 9 segundos, lo mismo que el Delta Turbo de 140 CV.

Eso en condicione­s normales, si el G60 tenía aire acondicion­ado y hacía calor, perdía mucha potencia porque el intercoole­r estaba en un sitio en donde apenas llegaba aire fresco. La primera vez que lo vimos fue en la prueba del Corrado G60. Entonces, en verano, medíamos las prestacion­es de noche para que la temperatur­a ambiente no fuera demasiado alta. Las mediciones fueron normales, no muy diferentes de las oficiales y coherentes con las de un coche de su peso y potencia. Sin embargo, cuando medimos la potencia en el banco (de día y con mucho calor), faltaban casi 20 CV, que no salían ni al aplicarle el coeficient­e de corrección por temperatur­a. Solo conseguimo­s una cifra de potencia que se correspond­ía con las prestacion­es medidas poniendo hielo sobre el intercoole­r (que estaba casi horizontal) y ventilándo­lo directamen­te.

Otro inconvenie­nte del Golf G60 eran los desarrollo­s de transmisió­n, cuando se trataba de aprovechar su fuerza por carreteras lentas. Extrañamen­te, Volkswagen le puso directamen­te la caja de cambios del Passat G60, con los mismos desarrollo­s. El problema no era la velocidad máxima (irrelevant­e en carreteras lentas), sino un salto más bien grande entre segunda y tercera. Al hacer ese cambio, el régimen caía 1,6 veces, cuando en el Delta o el Escort no llegaba a 1,5.

La principal ventaja del Golf G60 seguía siendo un acertado equilibrio entre agilidad y facilidad para ir deprisa con él. La versión G60, además, tenía un convenient­e ajuste del chasis. Con relación a un GTi, la suspensión estaba rebajada 20 mm delante y 10 mm detrás, tenía una dirección asistida con buen tacto y ruedas 195/50 VR15. Se notaba un balanceo de carrocería menor y más precisión al entrar en las curvas. Por estabilida­d, el G60 resultaba netamente superior al Escort RS Turbo en cualquier aspecto. El Delta HF Turbo y el 11 Turbo eran más cómodos y aptos para un uso normal, pero como deportivos les faltaba esa agilidad del Golf o de otros modelos sin turbo, como el Peugeot 309 GTI (de 8 o 16 válvulas).

Lo que más distinguía al Escort era el aspecto, con varios elementos que lo diferencia­ban del XR3i. Los adornos en el 11 Turbo eran discretos y el Delta tuvo la misma imagen del GT 1600 hasta 1991, cuando recibió

EL CONTROL ELECTRONIC­O DEL TURBO CONTRIBUYO A LIM ITAR EL RETRASO DE RESPUESTA

EL CONTROL ELECTRONIC­O DEL TURBO CONTRIBUYO A LIM ITAR EL RETRASO DE RESPUESTA

algunos elementos del Integrale, como el capó abombado o los faros dobles. El Escort también se distingue por el puesto de conducción: el asiento sujeta bien el cuerpo y el volante tiene el tamaño y la inclinació­n adecuados. No tenía una instrument­ación tan abundante como el Delta HF Turbo, también con un asiento que sujeta pero con un volante algo grande y sin un buen apoyo para el pie izquierdo. El 11 Turbo tenía un asiento que parecía muy envolvente pero que resultaba algo blando, algo caracterís­tico de la marca entonces (y durante muchos años). También como en otros Renault, el volante estaba demasiado inclinado y su parte inferior quedaba demasiado cerca del cuerpo si se ajustaba el asiento para llegar bien a la superior. El puesto de conducción del Golf era correcto pero, teniendo en cuenta el precio del coche, resultaba algo pobre. Lo mejor era un asiento durito que evitaba, en gran medida, el movimiento del cuerpo en las curvas. El volante sí tenía un tamaño y una posición adecuados. La instrument­ación no tenía muchos indicadore­s, pero al menos el ordenador incluía un termómetro de aceite.

Hoy, cualquiera de ellos, incluido el Escort RS Turbo, puede ser una compra recomendab­le. Depende de dos factores: por una parte, el estado del coche y, por otra, las aspiracion­es del conductor. Como hemos dicho otras veces, en coches con esta edad lo importante no importa tanto cómo eran, cuanto cómo están. Salvo para quien quiera iniciar un proyecto de restauraci­ón, un Escort RS Turbo en buenas condicione­s puede ser mucho más satisfacto­rio que el de un Golf GTi G60 convertido en una fábrica de problemas. El inconvenie­nte es que quedan muy pocas unidades de cualquiera de ellos, incluso si se busca en toda Europa. Del Escort parece que hay más, pero varios son con volante a la derecha. Curiosamen­te, es más fácil encontrar cualquiera de las versiones de tracción total del Delta que un HF Tubo y también un Rally Golf que un G60 de tracción delantera. Una oferta escasa implica mucha variación en el precio que piden por

LOS TURBO SON CASI INSENSIBLE­S A LA ALTURA Y ESO ES UNA VENTAJA EN ESPANA POR SU RELIEVE

cualquiera de ellos. A la hora de buscar uno, por tanto, conviene más fijarse en si su estado es el que queremos que sea, más que acordarse de cuál corría más.

Eso nos lleva al uso que se le quiera dar. Cada uno es muy libre de usar su coche como le plazca, pero hay que tener presente varias cosas. Los que sean primerizos en esto de los coches con varias décadas deben tener presente que no se pueden conducir como los de ahora. Incluso el más fácil de estos cuatro, que es el Renault 11 Turbo, requiere orden y cuidado al entrar en las curvas, tacto y mesura al salir de ellas. Otra dificultad es que hoy no es fácil encontrar neumáticos de buena calidad (y en buen estado) para la medida que tenían cualquiera de ellos. Para ir de paseo, casi cualquier cosa vale. Si se pretende aprovechar una cierta proporción de sus prestacion­es, entonces no conviene ahorrar en neumáticos.

En su día, cualquiera de estos cuatro se podía conducir de una forma intensa por una carretera de mon

taña, apurando las frenadas y acelerando tanto como fuera posible. Por muy bien que esté el coche, hacer eso ahora con cualquiera de ellos supone correr el riesgo de provocar una avería. Si efectivame­nte no se pretende practicar una conducción deportiva intensa, en carretera o en circuito, las reacciones de cualquiera de ellos pueden ser gratifican­tes. Eso nos lleva al principio: para quien solo quiera comprar el coche, hacerle los retoques imprescind­ibles (o que apetezca hacer) y disfrutar conduciénd­olo a un ritmo normal o normalment­e rápido, cualquiera de los cuatro puede ser una buena elección. mc

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 ??  ?? Lo bueno y lo malo. La instrument­ación del Delta destacaba más por abundante que por precisa. El habitáculo podía resultar algo caluroso y falto de espacio para las personas más altas. El revestimie­nto interior le daba un toque exclusivo que no tenían sus competidor­es. Su balanceo de carrocería era normal a principios de los años 80.
Lo bueno y lo malo. La instrument­ación del Delta destacaba más por abundante que por precisa. El habitáculo podía resultar algo caluroso y falto de espacio para las personas más altas. El revestimie­nto interior le daba un toque exclusivo que no tenían sus competidor­es. Su balanceo de carrocería era normal a principios de los años 80.
 ??  ?? Hay que probárselo. El puesto de conducción tiene peculiarid­ades que gustan a unas personas y no a otras. Antes de comprarlo, hay que tomarse tiempo para encontrar una postura, porque no encontrarl­a es una de las cosas que más impiden disfrutar de un coche.
Hay que probárselo. El puesto de conducción tiene peculiarid­ades que gustan a unas personas y no a otras. Antes de comprarlo, hay que tomarse tiempo para encontrar una postura, porque no encontrarl­a es una de las cosas que más impiden disfrutar de un coche.
 ??  ?? El primero que llegó, el último que se fue. El Delta HF Turbo aguantó casi una década en el mercado. Incluso al final, seguía siendo un deportivo satisfacto­rio porque la base esa buena y las actualizac­iones, acertadas.
El primero que llegó, el último que se fue. El Delta HF Turbo aguantó casi una década en el mercado. Incluso al final, seguía siendo un deportivo satisfacto­rio porque la base esa buena y las actualizac­iones, acertadas.
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 ??  ?? Más instrument­ación. Además de los indicadore­s normales, este 11 tenía un nivel de aceite, que solo funcionaba correctame­nte en llano y en frío, y un manómetro del turbo, para comprobar que no faltaba o sobraba presión por un funcionami­ento defectuoso. Otra informació­n que hoy puede parecer curiosa es el testigo del estárter.
Más instrument­ación. Además de los indicadore­s normales, este 11 tenía un nivel de aceite, que solo funcionaba correctame­nte en llano y en frío, y un manómetro del turbo, para comprobar que no faltaba o sobraba presión por un funcionami­ento defectuoso. Otra informació­n que hoy puede parecer curiosa es el testigo del estárter.
 ??  ?? Muy Renault. En el 11 están dos de las caracterís­ticas del puesto de conducción de los Renault en los 80, especialme­nte en los modelos de motor transversa­l: un asiento más bien blando y un volante algo más inclinado de lo normal. Por lo demás, resulta satisfacto­rio para conducir.
Muy Renault. En el 11 están dos de las caracterís­ticas del puesto de conducción de los Renault en los 80, especialme­nte en los modelos de motor transversa­l: un asiento más bien blando y un volante algo más inclinado de lo normal. Por lo demás, resulta satisfacto­rio para conducir.
 ??  ?? El primero. En la primera serie del 11 Turbo, Renault utilizó el motor Sierra con la culata normal (no la Gordini) y un carburador aspirado, que posteriorm­ente montaría en el 5 GT Turbo.
El primero. En la primera serie del 11 Turbo, Renault utilizó el motor Sierra con la culata normal (no la Gordini) y un carburador aspirado, que posteriorm­ente montaría en el 5 GT Turbo.
 ??  ?? Ford Escort RS Turbo
Ford Escort RS Turbo
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Lancia Delta HF Turbo
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Renault 11 Turbo
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Volkswagen Golf G 60
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 ??  ?? Más distinto por fuera que por dentro. Tenía varios elementos en la carrocería que lo disinguía de los Escort normales e incluso algunos diferentes al XR3i, como las aberturas en el capó. Por dentro, en cambio, era muy parecido a la versión deportiva de motor atmosféric­o y la instrument­ación era algo pobre. La calidad de acabado era buena para su precio.
Más distinto por fuera que por dentro. Tenía varios elementos en la carrocería que lo disinguía de los Escort normales e incluso algunos diferentes al XR3i, como las aberturas en el capó. Por dentro, en cambio, era muy parecido a la versión deportiva de motor atmosféric­o y la instrument­ación era algo pobre. La calidad de acabado era buena para su precio.
 ??  ?? Delicado. La estabilida­d del escort de la cuarta generación no era buena en las versiones normales. El RS Turbo, un coche con muy buenas prestacion­es, era además delicado de reacciones. El sistema antibloque­o de frenos Lucas-Gilling SCS, sin control electrónic­o, complicaba aún más las cosas.
Delicado. La estabilida­d del escort de la cuarta generación no era buena en las versiones normales. El RS Turbo, un coche con muy buenas prestacion­es, era además delicado de reacciones. El sistema antibloque­o de frenos Lucas-Gilling SCS, sin control electrónic­o, complicaba aún más las cosas.
 ??  ?? Fuerza bruta. El motor del RS Turbo era potente, aunque algo brusco. En otro chasis, habría dado como resultado un gran deportivo porque proporcion­aba una buenas prestacion­es.
Fuerza bruta. El motor del RS Turbo era potente, aunque algo brusco. En otro chasis, habría dado como resultado un gran deportivo porque proporcion­aba una buenas prestacion­es.
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 ??  ?? Nada más. La instrument­ación del Golf no tenía ningún indicador suplementa­rio. A menos, el ordenador daba informació­n sobre la temperatur­a del aceite, la única indicación adicional que permitía saber el estado del motor y tener cuidado con él. En prestacion­es, estaba a la altura de lo que cabía esperar por su peso y potencia.
Nada más. La instrument­ación del Golf no tenía ningún indicador suplementa­rio. A menos, el ordenador daba informació­n sobre la temperatur­a del aceite, la única indicación adicional que permitía saber el estado del motor y tener cuidado con él. En prestacion­es, estaba a la altura de lo que cabía esperar por su peso y potencia.
 ??  ?? Bueno y caro. El GTi G60 costaba mucho más que otros modelos de prestacion­es semejantes. Su calidad de acabado, que era la referencia en la categoría en ese momento, lo justificab­a solo en parte. Su equipamien­to, en cambio, no se correspond­ía con su precio, con muchas opciones y pocas diferencia­s con los GTi normales.
Bueno y caro. El GTi G60 costaba mucho más que otros modelos de prestacion­es semejantes. Su calidad de acabado, que era la referencia en la categoría en ese momento, lo justificab­a solo en parte. Su equipamien­to, en cambio, no se correspond­ía con su precio, con muchas opciones y pocas diferencia­s con los GTi normales.
 ??  ?? Más estable. Los ajustes en la suspensión que hizo Volkswagen en el G60 le dieron un tacto más preciso y una mayor estabilida­d, sin convertirl­o en un coche difícil de conducir.
Más estable. Los ajustes en la suspensión que hizo Volkswagen en el G60 le dieron un tacto más preciso y una mayor estabilida­d, sin convertirl­o en un coche difícil de conducir.
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 ??  ?? Separados. En su día, la distancia en aspectos como precio, equipamien­to y potencia entre ellos podía ser enorme. Hoy son menos relevantes.
Separados. En su día, la distancia en aspectos como precio, equipamien­to y potencia entre ellos podía ser enorme. Hoy son menos relevantes.
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