Motor Clásico

Trazando fino

- Trazando fino por Dani Cuadrado

«La velocidad no es un asesino a lo Freddy Krueger que mata indiscrimi­nadamente: lo hace la imprudenci­a o la inexperien­cia»

Que me perdonen Bonilla y los lectores pero hoy no voy a hablar de nada relacionad­o con los clásicos, al menos directamen­te, aunque en el fondo también les afecte. Estas l í neas va n ded icadas a nuest ro querido director general de Tráfico Pere Navarro. La idea de escribirla­s surge tras escucharle esta frase: «En seguridad vial, lo que mata es la velocidad». Y es cuando directamen­te me he «acongojado», porque si esa afirmación es tal, estamos rodeados de peligros. Estimado señor Navarro, la velocidad no mata, ni en la seguridad vial ni en los distintos ámbitos de la vida. Voy a tratar de explicárse­lo. La velocidad es un componente del movimiento, como también lo es la aceleració­n, por ejemplo. Velocidad es la distancia recorrida en una unidad de tiempo, no un asesino a lo Freddy Krueger, que va matando indiscrimi­nadamente por ahí a todo el que pilla por delante.

Le pongo un ejemplo. Imagínese que está usted en el sofá de su casa sentado tranquilam­ente viendo el programa de corazón de turno. Está usted comiendo unas ricas ciruelas que le ha mandado su primo el del pueblo, por recrear una escena típica española. Pues bien, en un determinad­o momento, usted sufre un inesperado retortijón y tiene que levantarse a evacuar todo el problema que lleva dentro. En este punto se me ocurre que usted puede hacerlo de dos formas: con velocidad o sin ella. Si aplica velocidad, es posible que llegue a su destino satisfacto­riamente y que todo haya quedado en un susto. Pero claro, si se pasa de velocidad, a lo mejor le pueden resbalar los calcetines por el parquet y antes de llegar al baño se estampa contra el jarrón chino que decora el pasillo. En cambio, si hace caso a sus propias palabras y no aplica la «asesina» velocidad, se quedará quieto en el sillón con todas las desagradab­les consecuenc­ias que eso conlleva.

Con esto quiero decirle que la velocidad es algo necesario para que haya un movimiento, lo es en la vida y lo es también cuando se habla de seguridad vial. La velocidad no mata por sí sola. Lo que mata, y ahora abandono la dantesca escena del sofá y lo hago centrado en seguridad vial, es la velocidad inadecuada, la falta de experienci­a a la hora de aplicar dicha velocidad o el entorno que se produce a la hora de llevarla a cabo, como la vía, el vehículo, los neumáticos, la climatolog­ía…

Desde que el ser humano campa por la tierra siempre ha tenido la necesidad de trasladars­e, y mejor cuanto más rápido. La tuvo el primer hombre que inventó la rueda y la ha tenido usted el día en el que acudió a la rueda de prensa para decir algo tan brillante como que la velocidad mata. Con frases como esta no se hace otra cosa que meter miedo en el cuerpo a los conductore­s, y el miedo no es la solución. Hay que conciencia­r a la gente de cómo gestionar la velocidad, sí, puesto que en algún momento va a tener que hacer uso de ella, pero no demonizarl­a. Pasar por delante de un colegio en un patinete a 10 km/h es un acto peligrosís­imo, pero ir en una larga recta a 140 km/h con un coche moderno y con un conductor experiment­ado al volante no debería suponer problema alguno.

Antes de decir estas cosas pruebe a forzar, exigir e implementa­r una educación vial como Dios manda. Piense que si aprendemos en el colegio a leer y a escribir, también deberíamos aprender a movernos, en automóvil, motociclet­a o cualquier otro medio de locomoción terrestre, al menos hasta que alguien patente la tele-transporta­ción de Star Trek. Una velocidad inadecuada en manos inexpertas, sean consciente­s o no de lo que están haciendo, es un arma letal, y es esto contra lo que hay que luchar.

Sugerencia: aplique usted un carnet basado en la experienci­a de cada uno y permita el acceso a un tipo de vehículo en función de las habilidade­s y la experienci­a de cada conductor, porque no todo el mundo está capacitado para ir a la misma velocidad.

Piénselo, dele una vuelta y matice sus palabras. Pero sobre todo, trabaje para que esto no ocurra en el futuro. La solución está en la educación, no en el miedo. mc

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