Javier Ribó
Ecléctico apasionado
Visitamos a Javier en su casa cercana a Barcelona, donde guarda múltiples recuerdos agrupados a lo largo de su trayectoria como entusiasta. Después nos acercamos al garaje, que atestigua su pasión por los Alfa Romeo, Jaguar y Mini, pero también por los rallyes y salones.
Con un álbum de fotos sujetado con la mano derecha, Javier nos esperaba en la entrada de su casa y g uarecido de la lluv ia. Tras las presentaciones de rigor, nos sentamos a charlar y Javier nos muestra fotocopias en color de sus clásicos, los que tiene y los que guarda en el recuerdo, añorados y, por eso mismo, más sentidos. “Aquí tengo fotos de casi todo. Falta el Maserati Spider de 2003, que hace poco que lo tengo y lo compré en Bilbao con 25.000 km.”
Según va pasando las hojas del álbum vemos imágenes añejas con Javier en un aeródromo. “También tengo una avioneta. Aquí me veis con un Yakovlev en Segovia y éstas volando en Rusia a bordo de otro similar al anterior. Este Ferrari 355 rojo lo estrené yo y lo sigo guardando. El Austin-Healey 100/4 fue el primero que entró en España y este otro en un mal momento lo vendí. Este Alfa Romeo 2000 fue de mi padre...” Después de contemplar una buena cantidad de clásicos reproducidos sobre papel, entramos en la casa y nos topamos en un salón con una mesa de cristal, cuya estructura está formada por el anterior motor V8 averiado del Ferrari 355, que ahora mismo tiene en Andorra y lo disfruta con uno nuevo que encontró e instaló. Cerca estaban una de las tres Norton 850 Commando que conserva, y a través de una bodega nos dirigimos hacia el garaje, sin perder de vista por el camino las dos BSA y la Montesa Impala guardadas en aquel pasillo ni los cuadros con motivos automovilísticos vinculados a Alfa Romeo.
“Como ha llovido, le he dicho al mecánico que no v iniera. Lo tengo f ijo en plant illa. Viene de lunes a viernes todas las mañanas y es muy bueno en su oficio. Porque con tantos coche si no tienes el mantenimiento en casa…” nos comenta Javier según llegamos al garaje. Junto a la entrada y dentro de un elevador nos espera un Mercedes-Benz 280 SL Pagoda de 1970, detrás del cual hay un armario con todas las herramientas necesarias para mantener en orden de marca tanto vehículo.
En las dos paredes que forman esquina destacan los escudos de Porsche, Ferrari y Norton, así como los carteles enmarcados de antiguos Grandes Premios disputados en Mónaco y de los sucesivos salones Auto Retro de Barcelona y Rétromobile de París. “En mi familia al único que le gustaban los coches es a mí. Ni mis hermanos ni mis hijas siguen esta tradición”, afirma Javier con cierto tono de desdicha, sobre todo para señalar lo que se perdían. Nacido en octubre de 1946, da muestras de una memoria portentosa, sobre todo cuando se arranca a comentarnos detalles y particularidades de cada ejemplar que nos va presentando.
"EN MI FAMILIA, AL ÚNICO QUE LE GUSTABAN LOS COCHES ES A MÍ", AFIRMA RESIGNADO
“Este Jaguar XJ6 Coupé lo encontré en un desguace de Martorell. Estaba mal de carrocería pero estaba entero, la tapicería de cuero es la suya de origen y le he puesto dirección asistida eléctrica.” Unos pasos más adelante nos situamos ante otros cuatro Jaguar, que son respectivamente una berlina MK VIII de 1958, un XK 150 Coupé, un E-Type roadster y una berlina MK2. “El Jaguar E-Type es un 3.8 litros de 1964. Tuve hace tiempo un coupé de 1963, que lo llevé en marcha desde Andorra a París y lo expuse en la Rétromobile. Con el coupé estuve en rallyes de Aragón, Logroño y Navarra. Este roadster lo compré en Londres y me lo bajé en marcha. Traía asientos bacquet, la tapicería estaba mal y hace poco que la he cambiado. El MK2 está restaurado por Auto Storica, tiene dirección asistida y se lo compré a su dueño seis meses después de que lo sacase del taller. Y ahora voy detrás de un coupé XJS de 1985, que es muy interesante, raro y tiene motor de seis cilindros.”
Cerramos el capítulo Jaguar y nos detenemos delante de un Alfa Romeo Giulietta Sprint de 1962. Provisto de la tarjeta homologada del Automotoclub Storico Italiano, su estado roza la perfección. “Este lo compré en Padua y lo llevé en marcha hasta Génova. Allí lo embarqué y lo recogí en el puerto de Barcelona. Lo único que he tenido que hacer es la tapicería. Tengo también abajo un Alfa Romeo Spider con matrícula de Andorra y una berlina Giulia. Y ahora si puedo compraré otro Dino, después del Jaguar XJS, porque le he echado el ojo a otro como el 308 GT4 que tuve. Era muy duro de dirección y muy duro de cambio y por eso lo vendí. Y aquí no veréis ningún coche antiguo, porque no me gustan.”
Descendemos al sótano, donde reposan al fondo los Austin-Healey 100/4 y 3000. “El 3000 es el último que entró en España, lo compré en Barcelona y fue de un militar de la Legión de Málaga.” También se encuentran en ese espacio el Alfa Romeo Spider ya mencionado, el Porsche 356 y dos Mini Cooper de la última época. Pere Nubiola fotografía a Javier con una mano en el techo del Mini Cooper de 1992 y la otra en la aleta del Porsche 356, cuando su dueño expresa un plan inminente. “Ahora me quería ir con éste (el Porsche) desde Andorra hasta San Sebastián, porque conservo allí buenos amigos desde cuando teníamos en Pasajes de San Juan una representación de nuestra empresa, que fabricaba redes de pesca.”
Una vez vistos los vehículos a escala 1:1, nos fijamos en las veteranas y variadas miniaturas de coches y de aviones, los trofeos y las placas de recuerdo que Javier protege dentro de las vitrinas. Así se nota que su afición tiene solera y le preguntamos cuándo comenzó. “De toda la vida me han gustado los coches y tenía colección de miniaturas de Dinky Toys. Con 15 años tenía una Terrot 49 Sport y mi padre me regaló un Seat 600 cuando cumplí 18 años y saqué el carnet. Aquel Seiscientos me duró dos años, porque haciendo curvas en La Rabasada me cargué el motor. Luego tuve un 850 Especial y cuando me casé en 1970 compré un Renault 8. Después mi madre me dio su Seat 1430. En 1975 teníamos ya tres hijas, y era un tiempo de pagar colegios y había poco hueco para la afición, hasta que en los años ochenta la situación mejoró.”
Rodeados de cuadros relacionados con Ferrari, la cámara de Pere sigue sacando fotos y Javier prosigue con su currículum. “Mi padre murió, heredé, y entonces en 1986 es cuando empecé a comprar coches. Tuve un Jaguar Mk2 que lo vendí y al poco tiempo me hice con el Alfa Romeo Giulia verde. También me quité un Dino 308 GT4, porque era muy caluroso en verano y tenía la dirección muy dura, un 308 Quattrovalvole y un MGB. Y al comprar el Jaguar E-Type roadster, que me gusta mucho, es cuando decidí vender el otro coupé. Porque además tuve una ventaja. Esta casa era de mi abuela y nadie la quiso de mis hermanos y me la quedé yo. La ventaja de no tener que pagar parking por estos coches es grande.” Persiste la caída de gotas de agua cuando nos despedimos de Javier, quien nos acompaña con dos paraguas hasta el coche.
Como ya me había adelantado, pocas semanas después de nuestra visita Javier se hizo con el Jaguar XJS y se mantiene activo en el control de su colección, que en estos meses de confinamiento puede llevar a cabo tranquilamente dentro de su casa. En resumen, un aficionado a casi todo lo que tiene ruedas, que utiliza sus vehículos, se deleita con ellos y se mantiene informado de lo que acontece en nuestro mundo. mc
"AL SEISCIENTOS QUE ME REGALÓ MI PADRE LE REVENTÉ EL MOTOR HACIENDO CURVAS EN LA RABASSADA"