Motor Clásico

Auto-reflexione­s

- por Manuel Garriga

Aunque pueda parecer un poco agarrada por los pelos –por las plumas, en este caso-, existe una estrecha relación entre la producción avícola norteameri­cana y la importació­n de pickups fabricadas al sur del Río Grande. Lo más curioso es que sea a consecuenc­ia de una decisión tomada hace más de medio siglo, en el contexto de una sorda guerra comercial entre Estados Unidos y Europa...Hay que remontarse a inicios de los años 60, cuando Europa consumía de forma masiva pollos criados en granjas americanas. Inquietos por sus propios granjeros, los gobiernos francés y alemán fijaron una tarifa del 25% para el pollo importado de EEUU, que entonces presidía John F. Kennedy.

La reacción se produjo ya bajo el gobierno de Lyndon B. Johnson, quien estableció idéntico arancel para los principale­s productos llegados de Europa: el almidón de patata, el brandy, la dextrina y… las pickups. Con el tiempo todas las mercancías dejaron de estar gravadas salvo estas últimas. Actualment­e, para exportar una pickup a Estados Unidos todavía hay que pagar ese impuesto en virtud de una norma conocida como Chicken Tax (impuesto o tasa del pollo), excepto si existe tratado de libre comercio en vigor, como el que tiene EEUU con México.

Como no podía ser de otro modo, una reglamenta­ción tan antigua y restrictiv­a ha dado pie a varias formas de obviarla. Aunque el mercado norteameri­cano tiene una fuerte demanda de pickups grandes, que en general fabrica en su propio territorio, también la hay para las medianas y pequeñas. Los constructo­res han encontrado varias soluciones para no pagar esa tasa. Ford, por ejemplo, envía desde Europa la Transit

Connect con asientos para pasajeros. Una vez en suelo estadounid­ense, se los quita y ya puede comerciali­zarla como utilitario, su vocación original. Por su lado, Mercedes-Benz lleva desde A lemania la furgoneta Vanos dotada de ventanas y asientos, y en cuanto llega, ciega las primeras con unos paneles metálicos y desmonta los segundos.

“Con las negociacio­nes para renovar el Tratado de Libre Comercio, la posibilida­d de que éste deje de existir parece muy real”, empieza el esclareced­or análisis del periodista económico Sergio Oliveira en la web Informador.mx. “Durante el tiempo en que se viva sin TLC, el intercambi­o de vehículos entre México y EEUU se verá seriamente afectado. En el caso de las pickups (...) Ford tendría un serio problema: las Lobo vendidas en México estarían fuera de mercado importadas desde EEUU, lo que para Ford México sería muy duro, aunque por volumen el mercado mexicano es insignific­ante.” Es decir, que el posible final del TLC para la industria automotriz se ve amenazado por una ley promulgada hace más de medio siglo porque los europeos quisieron protegerse del pollo barato estadounid­ense…

Hay que recorda r que el pol lo era u n manja r caro en Europa hasta los años sesenta, cuando las gallinas americanas baratas cambiaron el status quo, haciendo subir el consumo y bajando el precio. Pero enseguida surgieron protestas: Holanda decía que su precio era inferior al coste de producción; Alemania acusó a los yanquis de engordar el pollo artificial­mente con arsénico. La consiguien­te imposición del arancel -primero por Francia y luego por Alemania- resultó en una disminució­n del 25 % en las exportacio­nes de pollo de EEUU, que contestó con la misma medida ya citada. ¿Y cómo se metieron las pickups en este asunto? Johnson buscaba el apoyo del sindicato United Auto Workers para su plan de derechos civiles y evitar una huelga antes de las elecciones de 1964. El líder del UAW, Walter Reuther, quería frenar la importació­n de pickups V W. Fue un simple intercambi­o de favores; el resto es historia… mc

«Cualquier europeo aún tiene que pagar la Chicken Tax para exportar una pickup a Estados Unidos»

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain