Motor Clásico

EL EQUIPO NECESARIO

¡... Y A CORRER!

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En primer lugar, para instalarse ante el volante y participar en competició­n con este Lola es preciso tener la licencia de la Federación de Automovili­smo y haber realizado el correspond­iente curso de formación. Y ya en la pista, Carlos Beltrán enumera los múltiples aspectos que hay que tener previstos. “Digamos que lo mínimo sería ir con un mecánico. Luego son coches que corren con slicks, con lo cual si se pone a llover tienes que poner neumáticos de lluvia y entonces un mecánico ya es poco. Necesitas dos o tres para no perder mucho tiempo. Eso sería en cuanto a una mínima estructura. Lo lógico es tener cuatro mecánicos por coche, más una persona que coordine a los mecánicos y haga funciones concretas en el muro, tales como señalizaci­ón, pizarra, tiempos y cronometra­je. Esto sería lo óptimo en cuanto al personal. Y luego, como estos coches no pueden circular por la carretera, necesitas transporta­rlo. Se necesita un remolque con un turismo y hay una segunda manera, que es tener un camioncito pequeño para transporta­rlo dentro. Y una tercera modalidad, formar parte de un equipo que tenga una infraestru­ctura. En cuanto al equipamien­to, la federación exige unas medidas de seguridad en el vestuario del piloto. Toda la ropa interior tiene que ser ignífuga y estar homologada, lo mismo que el sotocasco, el mono, zapatos, guantes y el HANS, sistema que protege las cervicales. Todo esto es lo que el piloto tiene que llevar.”

la cara y te lleva la cabeza hacia atrás. Y en el paso por curva, que es muy rápido, la cabeza percibe la fuerza centrífuga, porque es la única parte de la anatomía que no está sujeta al arnés, agarrada al volante o apoyada en el pedalier. También es un coche de muy poco peso, se frena muy tarde y al frenar la cabeza se te va hacia delante. A las diez vueltas ya te está doliendo el cuello, salvo que vayas mucho al gimnasio”.

“Tanto a l acelerar como a l f renar y a l tomar las curvas, el casco integral y la cabeza están sometidos a fuerzas bastante más intensas. Mientras que en un t urismo de compet ición f renamos a l f ina l de recta cuando faltan 150 metros, con el Lola lo hacemos a los 50 metros y la fuerza que ejerce el peso del casco integral hacia delante es enorme. Además, al tratarse de un coche tan ligero, en las curvas se marcha muy rápido, la cabeza se va hacia los lados y al término de la carrera se acaba bastante fatigado”.

En cuanto al comportami­ento, la transmisió­n al eje trasero y el motor central ya señalan dónde gravitan las masas. Si a ello sumamos un centro de gravedad muy bajo y el peso liviano, la sujeción del Lola en curva resulta extraordin­aria con los neumáticos calientes. Sin embargo, una acción demasiado brusca en pleno apoyo sobre el pedal del gas puede generar una reacción intempesti­va de la zaga puede volverse incontrola­ble. O como dice Carlos, “las derrapadas no son nada productiva­s, porque tampoco es tan fácil controlarl­o al tener poco peso. Si se marcha, se marcha muy rápido; no es como un turismo que pesa 1.000 kg y tú todavía con el volante controlas la trasera. En carrera es de agradecer la buena visibilida­d hacia delante y los lados cuando sólo corren barquetas. El problema llega cuando se mezclan barquetas con turismos. Aun con todo, las sensacione­s son muy satisfacto­rias”.

En conclusión, pilotar este Lola requiere entrenamie­nto técnico y físico, algo que recompensa de sobra con unas vertiginos­as emociones al volante, reservadas a la esfera selecta de quienes gozan con la esencia de la competició­n en circuito. mc

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