Motor Clásico

Diversión a pie de playa

A partir de Volkswagen Escarabajo usados, la empresa creada por Ben Heiderich diseñó y fabricó buggies al más puro estilo california­no. Dotado de un motor Porsche 356 SC, esta unidad perteneció al propio Ben y acaba de ser restaurado con mimo.

- IGNACIO SÁENZ DE CÁMARA (TEXTO). CLASSIC LANE (FOTOS)

Ee A l i ngen iero c a l i for n i a no Bruce F. Meyers se le ocurrió en el otoño de 1963 la idea de const r u i r u n bug g y pa ra el ocio playero. Gran af icionado al surf y buen conocedor de l a f ibr a de v id r io, tomó como pu nto de pa r t ida u n v iejo Volkswagen, del que aprovechó el bastidor, el motor y la caja de cambios. Tras eliminar la antigua carrocería y acortar el chasis 35 centímetro­s, aquel nuevo tipo de vehículo recibía una carrocería de fibra de v idrio sin puertas, techo ni capós, a la que se le instalaban unas ruedas de tamaño exagerado para sus dimensione­s y peso.

En plena década de los 60, tan desenfadad­a y jovial, sobre todo en Estados Unidos, aquel bugg y salió a la venta en formato kit y hasta 1971 Meyers comerciali­zó unas 6.000 unidades. Sin embargo, pronto apareciero­n otros modelos más o menos logrados, que aprovechar­on el ingenio y la creativida­d de Bruce Meyers. Es el caso concreto de Ben Heiderich y su empresa Talleres Hispano-Alemán. Heiderich presentó en el Salón de Barcelona de 1970 dos ejemplares de su bugg y, uno de ellos propulsado por el motor de un Porsche 356 y el otro con la planta motriz de 1.200 cc del Volkswagen.

Si bien el negocio principal de Ben Heiderich radicaba en su condición de importador oficial de Porsche, su carácter decidido le impulsó a construir más buggies. En ellos aprovechab­a Volkswagen Escarabajo usados (de ventana oval, en su mayoría) y los transforma­ba en unos vehículos divertidos para utilizar en el tiempo libre. De todos modos, este proyecto terminó con la fabricació­n de unas diez unidades, aproximada­mente,

ya que enseguida se dio cuenta de que iba a carecer de rentabilid­ad.

Por otro lado, y tanto o más importante que lo anterior, el ex piloto canadiense de origen alemán comprobó la rigidez y lentitud de nuestra Administra­ción. Lejos de las facilidade­s estadounid­enses, los f unciona r ios espa ñoles no entend ía n que técn ica mente f uese posible acortar el bast idor de un coche usado, sust it u i r la ca r rocer ía por ot ra mucho más l igera, calzarle unas ruedas desproporc­ionadas y venderlo de nuevo.

El ejemplar de color amarillo que aparece en estas páginas es precisamen­te el bugg y Hispano-Alemán que utilizó personalme­nte Ben Heiderich. Medio siglo después, un aficionado barcelonés se ha encargado de rehabilita­rlo por completo y devolverle su esplendor, en un proceso que duró unos seis meses y que obligó a desmontar el coche por completo. Nos citamos con su dueño cerca de la playa del Prat, lugar idóneo para que el bugg y estuviese en su entorno más adecuado. Mientras Pere Nubiola comenzaba a fotografia­r cada detalle, los ojos se nos van irremediab­lemente al motor que impulsa a este Hispano-Alemán, procedente de un Porsche 356 SC y que de sus cuatro cilindros opuestos y 1.582 cc obtiene una potencia máxima de 95 CV a 5.800 v ueltas.

Si u no sig ue obser va ndo, puede aprecia r que el motor no es el único componente llegado de la firma de Stuttgart: las llantas ensanchada­s a 6 y 9 pulgadas para alojar los generosos neumáticos, los frenos, la caja de cambios y lo amortiguad­ores proceden también del Porsche 356, en tanto que la instrument­ación es de Porsche 914 y los asientos son unos escasísimo­s backets Reca ro de Porsche 911R. La ut i lización de

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